La s�ntesis presentada en este documento
no es exhaustiva, ni sus partes exponen s�lo informaci�n in�dita
acerca de la caracterizaci�n socio - econ�mica y cultural del sector
rural Latinoamericano y Caribe�o, as� como tampoco respecto a la
problem�tica que enfrenta el desarrollo rural integral, en el marco
del desarrollo social y ambientalmente sostenible.
Pretende, s�, servir de base para discusiones que posibiliten una comprensi�n
reflexiva de las interrelaciones entre variables que generalmente
son tratadas en forma independiente, distorsionando resultados
y conclusiones del an�lisis de la citada problem�tica, as� como
generando la elaboraci�n de insatisfactorias pol�ticas, programas
y proyectos tendientes a la superaci�n de ella.
A la par de lo antedicho, se presentan algunas definiciones y discusiones
sobre el alcance de los principales subt�tulos de estas notas
por cuanto, en general, se apartan de las tradicionalmente difundidas.
Al final de las notas se presenta una bibliograf�a que consideramos adecuada
para los interesados en profundizar en el conocimiento de lo expresado
en ellas.
El sector Agr�cola en tiempos
de la Invasi�n
Si bien en este punto nos referimos principalmente a la situaci�n imperante
en el sector agr�cola en tiempos de la invasi�n Espa�ola,
en el caso de algunas Regiones se insertan algunas referencias
a los tiempos que la precedieron, as� como informaci�n complementaria
para contribuir a la comprensi�n del significado de la invasi�n
en el posterior desarrollo del sector rural en el espacio Latinoamericano
(incluye el Caribe) y en la caracterizaci�n actual del mismo bajo
criterios de desarrollo social y ambientalmente sostenible.
A nivel de �rea cultural la situaci�n fue
la siguiente:
1. Area Cultural Mexicana
En la Altiplanicie el Ma�z, y el Frijol
negro constitu�an alimentos b�sicos, por lo que ocasionales
d�ficits de ellos generaban grandes movimientos de poblaci�n como
los ocurridos en los a�os 1454 y 1506 por sequ�as. Adem�s, se
cultivaban Tub�rculos tropicales (Mandioca,
�ame, Batatas, entre otros) y Frutales (en
especial Palmeras y Pitahayas).
Los m�todos de producci�n aplicados en la Altiplanicie eran diferentes
a los usados en el Golfo de M�xico. En la primera predominaba
el cultivo con azada y el uso de riego, as� como
la incorporaci�n de nutrientes a trav�s de excrementos
humanos y, en superficies con fuertes pendientes, se constru�an
terrazas para posibilitar el cultivo.
En cambio, en el �rea del Golfo o Coste�a se aplicaba el m�todo
de roza. Los suelos se trabajaban con un bast�n-pala
terminado en una hoja triangular. En las orillas pantanosas del
Lago de Xochimilco se cultivaba sobre "chinampas"
(especie de islotes cercados con estacas y separados entre s�
mediante canales angostos).
Para alimentaci�n humana la carne era obtenida de dos
animales dom�sticos: Pavo y Perro.
La Vainilla era cosechada en el �rea de los
TOTONACAS (o Totonecas, habitaban en los hoy Estados Veracruz
y Puebla), y el Cacao, considerado como la bebida
de los se�ores, era cultivado por los MAYAS. Entre las
bebidas fermentadas se destacaba la Cerveza de Ma�z (chicha)
y el Vino de Agave (pulque), obteni�ndose adem�s Tequila
de otra especie de Agave.
La producci�n de Tabaco se usaba para
fumar, preparado como puro, pero tambi�n era utilizado para el
�xtasis, en p�ldoras. Adem�s, en el mismo estado se usaba el
Peyote (extra�do de una especie de Cactus).
El arte de tejer hab�a alcanzado un
desarrollo equivalente al del Per�, utilizando la fibra de Agave
en la Altiplanicie y el Algod�n en la Costa del Golfo,
donde de otra agave se obten�a la fibra (denominada) "henequ�n".
Utilizaban un colorante extra�do de una Cochinilla cultivada por
los ZAPOTECAS (habitaron en el hoy E� de Oaxaca, probablemente
originarios de Veracruz).
En el �rea con predominio de cultura MAYA los espa�oles encontraron
en el a�o 1518 la Cr�a de Abejas en calabazas, ollas o cilindros
de madera. En la
Isla Cozumel y luego en todo Yucat�n se celebraban
anualmente dos fiestas de la
miel. A partir de �ste producto se preparaba
una bebida alcoh�lica denominada balch�. El conocimiento
previo informaba que la abeja hab�a sido domesticada en el Valle
del Nilo, Egipto, 3.000 a�os a.C., desconoci�ndose hasta hoy la
probable fecha de su domesticaci�n en Am�rica.
Los AZTECAS (habitaron en el Centro y Sur de M�xico.
Cultivaban, principalmente, ma�z, pimiento, vainilla, tomate,
tabaco, cacao y algod�n) regulaban el nivel de las aguas de los
Lagos mediante canales y diques.
En tiempos de la invasi�n las principales culturas eran las siguientes:
a) Los AZTECAS, en la
Altiplanicie Central de M�xico. Esta fue
invadida por Cort�s en el a�o 1519. Originalmente, el Valle estaba
casi totalmente cubierto por dos Lagos. Los espa�oles iniciaron
el desag�e del Valle mediante un tajo en las rocas, dividiendo
las aguas en cinco Lagos de poca profundidad y extensi�n fluctuante.
Alejandro de Humbolt dec�a que "los conquistadores destruyeron
los antiguos bosques sin plantar nuevos y por desecaci�n artificial
de los lagos perjudicaron mucho la vegetaci�n de la planicie. Es obvio que la infertilidad y la carencia
de una vegetaci�n exuberante aumentaron visiblemente en el Valle
de Tenochtitl�n (ciudad fundada en 1325, en las Islas del Lago
de M�xico; destruida por Hern�n Cort�s en 1521) desde la conquista
espa�ola".
b) Los MAYAS, en la Llanura
Mexicana de la Costa del Golfo y la Sierra Madre Oriental.
Tambi�n se encontraban poblaciones TOTONACAS, que seg�n
la historia proven�an de la Altiplanicie y en los hoy Estados
de Veracruz y Tabasco se encontraba la
cultura OLMECAS ("habitantes de la Regi�n del Hule").
c) Los MAYAS, en la Pen�nsula
de Yucat�n. Cuando llegaron los Espa�oles, o sea alrededor
de 1.506, esta cultura se encontraba en decadencia.Herbert
Spinden consideraba a los AZTECAS "los romanos"
y a los MAYAS "los griegos" del que denominaron
"Nuevo Mundo". Colocaba a estos �ltimos a la altura
de los pueblos m�s avanzados del "Viejo Mundo", no obstante
disponer de limitada informaci�n por la destrucci�n casi total
de los libros MAYAS, realizada en el a�o 1.531 por orden
del primer Obispo de M�xico, Juan Zam�rraga. En el a�o 1.525
Cort�s encontr� la Regi�n casi deshabitada.
En tiempos de la invasi�n la Altiplanicie �rida de M�xico Septentrional
y la
Sierra Madre Occidental estaba habitada por recolectores
y cazadores n�madas.
Posiblemente, entre los a�os 6.500 y 6.000 a.C. (Per�odo Arcaico)
se realizaron los primeros cultivos en M�xico y entre los 1.900
y 2.000 a�os a.C. (Per�odo Pre-Cl�sico Inferior) se produjo la
difusi�n del Ma�z en Centro y Norteam�rica.
2. Area Cultural Colombiana
Se extend�a desde Nicaragua hasta el Ecuador y era la Regi�n de
los Pueblos CHIBCHA, considerados maestros de la elaboraci�n
de objetos de plata, oro y cobre, adem�s de la aleaci�n
entre los dos �ltimos. Difundieron la t�cnica del vaciado
"de la cera perdida" y el dorado por medio de jugos
vegetales, que se difundieron en M�xico y Per�. Los intercambios
entre los respectivos grupos culturales se realizaba utilizando
grandes balsas a vela.
En la regi�n se cultivaba Cacao, Maiz, �rboles Frutales
(Palma Pejivalle y Pl�tano, entre otros), Papa,
Batata y Quinoa (pseudo cereal). Trabajaban
la tierra con palas de madera y cultivaban Algod�n
o Mandioca en los Valles m�s bajos de clima c�lido.
Los TIMOTE, que habitaban la Cordillera de
M�rida, conoc�an el cultivo sobre terrazas. Efectuaban
trueques de Sal y Oro por Hojas de Coca. Cultivaban Tabaco
no para fumar sino para el consumo de los sacerdotes.
En la planicie de la Costa del Caribe constru�an grandes tanques y encauzaban
lechos de los r�os con murallas de piedra. Esto �ltimo para evitar la erosi�n ocasionada por las avenidas
de las corrientes.Con el agua que acumulaban en los tanques
atenuaban la escasez de �sta en los lapsos en que disminu�an los
caudales en los r�os.
3. Area Cultural Peruana
El Imperio INCA (entre los siglos XIII y XVI;
abarcaba desde Colombia hasta Chile; capital, Cuzco. El territorio
estaba dividido en cuatro provincias, unidas por carreteras) se
encontraba en pleno desarrollo en tiempos de la ocupaci�n del
espacio Andino por los Espa�oles, o sea en situaci�n opuesta al
Imperio MAYA que pr�cticamente hab�a desaparecido y su Pueblo
estaba en estado de disoluci�n social.
Hist�ricamente, los INCAS fueron precedidos por los COLLAS,
QUECHUAS y UNCAS, y a la vez los COLLAS fueron
precedidos por los UROS cuya lengua se aproximaba a la ARAWAK. Las investigaciones revelan que la cultura INCAICA fue
precedida por otra de alto nivel, atribuyendo la misma al Pueblo
COLLA.
Dichas investigaciones revelan que, en tiempos preincaicos, en la Costa Peruana se
cultivaba Ma�z, Mandioca, Frijoles, Calabazas
(cultivadas ya hacia el 3.300
a.C.), Batatas, Man� y Algod�n
(hacia el 3.500
a.C. era ya cultivado en Chilca y Anc�n
y utilizado para tejer redes de pesca y telas en general),
adem�s de muchas plantas Frutales, Algarrobos y
Palos de Balsa que produc�an madera para la construcci�n,
pero la agricultura adquiri� importancia reci�n despu�s del 2.500 a.C., mientras que el
Ma�z se difundi� alrededor del 1.900
a.C..
Los resultados de las investigaciones tambi�n informan acerca de la existencia
de manadas de Ciervos que habitaban los montes bajos circundantes,
as� como de una abundante poblaci�n de Peces y Focas.
La superficie cultivada era ampliada mediante la incorporaci�n del riego
por medio de avanzadas obras de ingenier�a, las que fueron
destruidas por el INCA Pachacutec para dominar al Imperio CHIMU
(los Chim�es formaban un E� al norte del Per� hasta que fue tomado
por los Incas en el a�o 1400) .La tierra era fertilizada mediante
la incorporaci�n de pescados o de guano recolectado en las
islas cercanas a la Costa.
En el cultivo utilizaban palas en forma de canalete. Estas, en
general, eran de madera o ten�an una hoja de cobre con un casquillo
en el que se introduc�a el cabo de madera. El �nico animal dom�stico
era el Perro, de razas distintas a las del perro europeo.
Per� fue el Pa�s que desarroll� los m�s avanzados m�todos de construcci�n
de Terrazas para cultivo, dotadas de ingenioso sistema
de riego, muchas de las cuales se encuentran a�n bajo uso.Las terrazas y el riego posibilitaron el control de pisos ecol�gicos.
El Ma�z se cultivaba hasta los 3.500 metros snm, la
Quinua, la Papa y la Oca (tub�rculo) hasta
los 4.300 metros. Seg�n Huaman
Poma (escritos de comienzos del siglo XVII), el m�todo de producci�n
comenzaba en julio con la fertilizaci�n de los suelos (utilizando
el esti�rcol de llama) y la limpieza de los canales de riego.
En agosto se cultivaba utilizando la Taclla, o sea el bast�n de
sembrar perfeccionado por medio de un pedal amarrado y un mango
fuertemente encorvado. En septiembre o diciembre, seg�n la especie,
se hac�an los agujeros para la siembra propiamente dicha y las
mujeres depositaban en ellos la semilla de ma�z o la papa semilla,
emparejando luego la tierra con una cuchilla de palo.
Para la escarda y la cosecha se usaban azadas de hoja plana de madera.
Bajo vigilancia del Estado capturaban Vicu�as y Guanacos,
mientras que las Llamas y Alpacas ya hab�an sido
domesticadas (3.500 y 1.500 a�os a.C., respectivamente). Luego
de la esquila los ejemplares capturados eran puestos en libertad.
El esti�rcol (taquia) de Llama es a�n hoy una importante fuente
de energ�a en la Puna.
En general, el MODO DE PRODUCCION ANDINO se caracterizaba por:
a) ausencia
de propiedad privada sobre la tierra;
b) presencia
de un poder central regulador y ejecutor de grandes obras para
riego;
c) aparici�n
del excedente apropiado por el Estado para su distribuci�n
entre ciertas clases sociales, y
d) existencia
de tributo en forma de trabajo, especies o productos.
Pero cabe tambi�n destacar que el Estado estableci� una serie de
pol�ticas demogr�ficas consistentes en el movimiento
de Poblaci�n de un h�bitat a otro, tendientes a la obtenci�n
de objetivos socioecon�micos necesarios para la consolidaci�n
del Estado y la reproducci�n de la sociedad INCA. Estos movimientos se denominaron MITIMAES, distingui�ndose
cuatro clases:
a) grupos
de hombres enviados a ocupar puestos militares en las fronteras;
b) establecimiento
de colonias de hombres y mujeres, trasladados desde �reas densamente
pobladas a �reas despobladas o con baja densidad, tendiendo
as� a una racional distribuci�n de recursos humanos y naturales;
c) traslado
de personal t�cnico para atender necesidades de Poblaciones incorporadas
al Estado INCA, y
d) traslado
de la totalidad de la Poblaci�n de un h�bitat a otro.
Las plantaciones de Coca y los yacimientos de Oro eran de
propiedad excluyente del INCA.
En el Modo de Producci�n Andino la organizaci�n para la producci�n implicaba
que en el seno de las Comunidades Rurales los Pastos eran explotados
en com�n mientras que las tierras de cultivo eran distribuidas
peri�dicamente, te�ricamente con frecuencia anual, en unidades
dom�sticas de tama�o suficiente como para asegurar la subsistencia
de la familia.
La repartici�n peri�dica de parcelas ten�a como objetivo el posibilitar
ajustes considerando la evoluci�n demogr�fica.
La unidad de producci�n pod�a estar integrada por parcelas no
continuas, localizadas en sectores definidos por sus caracter�sticas
ecol�gicas, necesidades de rotaci�n de cultivos o actividades,
entre otros determinantes.
Cada Comunidad se esforzaba por controlar
el m�ximo de pisos ecol�gicos, extendiendo dicha acci�n en lo
vertical y horizontal. La principal restricci�n en dicho control
era el tama�o del grupo (n�mero de miembros de la Comunidad).
As�, por ejemplo,
unos miembros cuidaban los reba�os en la Puna, o explotaban las
salinas. En los pisos de menor altura, debajo de los campos de
Ma�z, a tres o cuatro d�as de camino, se encontraban las tierras
calientes en las cuales otros miembros cultivaban Algod�n y Aj�.
M�s abajo a�n, en la Ceja de Selva, se produc�a la Coca, mientras
que la Madera, Miel, Pluma, etc., eran obtenidas de la Selva por
otros miembros de la Comunidad.
Este modelo, tambi�n conocido como "Archipi�lago Verde", estuvo profundamente arraigado en las Sociedades Andinas desde antes
del establecimiento del Imperio INCA, si bien con �ste se expandi�
considerablemente.
A modo de s�ntesis de la racionalidad Andina
asumimos lo expresado por un excelente investigador (3), respecto
a que el proceso de desarrollo hist�rico implica la transformaci�n
de un espacio f�sico - natural en un espacio socio - econ�mico
a trav�s de ciertas estrategias sociales que se plasman en relaciones
sociales para conformar estructuras sociales. Teniendo en cuenta
estas �ltimas pueden identificarse, entre otras, las estrategias
sociales siguientes:
a) la
principal se refiere a la ocupaci�n simult�nea de diversos pisos
ecol�gicos, lo que implica el manejo de pisos complementarios
continuos y/o discontinuos; mientras que las restantes estrategias
se refieren a:
b) la
subdivisi�n de las superficies, tanto para uso pecuario como
para cultivos, tiene en cuenta la existencia de �reas para producci�n
bajo secano y riego respectivamente, de manera tal que
cada unidad dom�stica pueda tener acceso a diversos recursos;
c) el
desarrollo de conocimientos y sabidur�a aplicados a la transformaci�n
completa del espacio f�sico - natural, sin romper un razonable
balance ecol�gico;
d) la organizaci�n de base fundada en Comunidades
que se organizaban entre s� con objetivo de autosuficiencia en
un espacio f�sico - natural, generando un espacio socio - econ�mico
que podr�a dar lugar a la constituci�n de una autoridad supracomunal;
e) la
organizaci�n de la reciprocidad y redistribuci�n; y
f)
la creaci�n de flujos econ�micos intra e intercomunales, regulados
por la autoridad supracomunal mediante mecanismos de incentivos
y redistribuci�n de productos que tend�an a equilibrar y asegurar
el bienestar de la poblaci�n humana.
4. Los Cultivadores Sudamericanos
Este grupo est� integrado por tres grandes grupos �tnicos: TUPI, ARAWAK
y CARIBE, que habitaron en la casi totalidad de la Regi�n Selv�tica Tropical
bajo modelos que implicaron frecuentes migraciones masivas.
Los tres grupos vinieron de la Altiplanicie de GUAYANA o de las Costas
vecinas. Se supone que las migraciones fueron motivadas
por diversas causas: religiosas, guerreras, b�squeda de tierras
para cultivos, etc. En el caso del grupo TUPI GUARAN� (tambi�n
denominados peyorativamente CHIRIGUANO), que lleg� hasta las
fronteras del Imperio Incaico, predominaron las dos primeras causas,
mientras que en el del grupo ARAWAK la motivaci�n fue la
necesidad de tierras para la producci�n de alimentos, por lo que
sus migraciones fueron lentas y pac�ficas.
Los Pueblos m�s meridionales del grupo ARAWAK se establecieron
en el PARAGUAY superior y en el norte del GRAN CHACO.
Su expansi�n territorial e influencia sobrepas� a las mostradas
por el resto de los Grupos Etnicos de Am�rica.
Los Pueblos del grupo ARAWAK, al establecerse en tierras frecuentemente
expuestas a inundaciones, constru�an sus moradas y establec�an
sus cultivos sobre elevaciones naturales o artificiales. Expresiones
de esta tecnolog�a precolombina fueron descubiertas en la Provincia
de MOJOS (MOXOS), Bolivia, y en la Regi�n Pantanosa
del Paraguay Superior (XARAYES), atribuy�ndose tambi�n a este
grupo la construcci�n del canal que une el ORINOCO con
el RIO NEGRO.
Las investigaciones informan que el Ma�z fue introducido en las
�reas ocupadas por los citados Pueblos en el transcurso del primer
milenio a.C., como complemento y/o sustituto de la Mandioca
que era cultivada desde los 5.000 a�os a.C. en el Orinoco superior.
Imputable a los ARAWAKOS es la transformaci�n de la Mandioca
amarga y venenosa en un alimento de primer orden; como tambi�n
lo es la introducci�n de los cultivos de Ma�z y Tabaco,
especialmente este �ltimo que era desconocido entre los Pueblos
de la Am�rica Occidental. Tambi�n
cultivaban Batatas, �ame (tub�rculo), Frijoles, Aj�,
Algod�n, Ca�as para la preparaci�n de flechas y una diversidad
de plantas no originarias de Am�rica, tales como los Pl�tanos
y la Ca�a de Az�car.
En el centro del Brasil los Pueblos Ind�genas se alimentaban
con productos obtenidos de la caza y la recolecci�n de vegetales
y frutos silvestres, mientras que en la hoy agr�cola Pampa
H�meda de Argentina no se practicaban cultivos y sus habitantes
viv�an de la recolecci�n, la caza y la pesca, abundando los Guanacos
y Venados.
5. La Poblaci�n de las Antillas
En tiempos de la invasi�n la Poblaci�n de las Antillas estaba compuesta
principalmente por ARAWAKOS (llamados Lucayos en las Islas
Bahamas y Ta�nos en las Antillas Mayores), originarios
de SUDAMERICA, pero en las Antillas Menores �stos hab�an
sido desplazados por los CARIBES que procuraban extender sus
dominios sobre Puerto Rico, Cuba y Hait�.
Los ARAWAKOS, como ya se dijo, eran agricultores
pac�ficos. En las Islas cultivaban Mandioca, Maiz, Batatas,
Man�, Frijoles, Tabaco, Algod�n, Guayaba, Papaya y Anona,
utilizando la Fibra del Sisal para la producci�n de cuerdas.
En la preparaci�n de la superficie para los cultivos rozaban el
monte utilizando hachas de piedra y para cavar usaban palos
terminados en punta endurecida al fuego. Para el transporte
de sus productos con destino al comercio utilizaban embarcaciones
con tripulaciones de hasta 80 remeros, extendiendo sus acciones
hasta YUCATAN.
Los CARIBES ten�an sus bases en las Islas GUADALUPE,
MARTINICA y DOMINICA. En el cultivo utilizaban el mismo
m�todo que los ARAWAKOS.
A nivel de cada una de las principales Islas la situaci�n era la siguiente:
5.1. Islas de las Antillas Mayores
a) Las Bahamas: o Lucayas, es un archipi�lago de veinte islas que estaban
habitadas por pueblos ARAWAK que cultivaban Algod�n
y Agave sisal. El 12 de octubre de 1492 los Espa�oles
divisaron la Isla Guanahan�
o San Salvador, pero su ocupaci�n permanente por Europeos
ocurri� reci�n en el a�o 1.646 cuando los Ingleses fundaron una
colonia e iniciaron la extracci�n de sal.
b) Haití: en la Navidad
de 1.492 C.Col�n lleg� a la costa septentrional
de la Isla que era conocida con el nombre (ind�gena) de Hait�
o Quisqueya, bautiz�ndola con el nombre de LA ESPA�OLA
y denominando fuerte de LA NAVIDAD a la primera
colonia Europea en el "nuevo mundo".
c) La destrucci�n del fuerte LA NAVIDAD dio lugar a la fundaci�n
de LA ISABELA, tambi�n en la costa septentrional pero hacia
el este del primer fuerte. En el sur de la Isla, en el a�o 1.496
se descubri� la existencia de oro motivando la fundaci�n
en la costa meridional, por Bartolom� Col�n, de la nueva Ciudad
de SANTO DOMINGO como base de operaciones para la explotaci�n
de los yacimientos.Los Ind�genas pasaron a constituir la
mano de obra esclava.
Esta ciudad se constituy� en Capital de la Isla, la que pas� a ser denominada
LA ESPA�OLA o SANTO DOMINGO, indistintamente.En
1.659 Francia tom� posesi�n de la parte occidental de la Isla
(la actual HAITI)
e implement� un sistema de grandes plantaciones agr�colas con
predominio de la Ca�a de Az�car. Adem�s en ellas, desde
el a�o 1.727 se cultivaba y exportaba tabaco, cacao, algod�n
y caf�.
La otra parte de la Isla (la hoy REPUBLICA DOMINICANA)
qued� en poder de Espa�a.
El nombre de Hait� se generaliz� reci�n a partir de la consolidaci�n de
su independencia en el a�o 1.804 y en el a�o 1.844 quedaron
separadas las dos regiones culturales (la de habla espa�ola, SANTO
DOMINGO y la de habla francesa, HAITI).
En tiempos de C. Col�n la poblaci�n ARAWAK, o TAINA,
fue estimada entre 1 MILL y 3 MILL de personas (recientemente,
en 1996, la poblaci�n fue estimada por Naciones Unidas en 8 Millones
de habitantes). El pescado y los frutos silvestres
constitu�an el principal alimento. Para la habilitaci�n de suelos
a la actividad agr�cola rozaban el bosque utilizando hachas
de piedra.La tierra era trabajada mediante un palo de
punta endurecida al fuego. El principal cultivo era el de
la yuca y complementariamente batatas, ma�z, man�, frijoles,
tabaco y algod�n. En parte de la superficie asignada
a este �ltimo cultivo utilizaban sistemas de riego.En
1.493 C.
Col�n introdujo animales dom�sticos, aves de corral
y cultivos del "viejo mundo", principalmente Ca�a de
az�car.
c) Cuba: ocupada por C. Col�n en el a�o 1.492, fue bautizada en el a�o 1.516 con
el nombre de Fernandina y posteriormente denominada
Santiago.Sus primeros habitantes Europeos fueron colonos
Espa�oles asentados en Hait�, quienes fundaron en Cuba la
Poblaci�n llamada Nuestra Se�ora de la Asunci�n, como
centro para la explotaci�n de yacimientos aur�feros.
Predominaba la
poblaci�n ARAWAK, encontr�ndose tambi�n
peque�os grupos de una poblaci�n primitiva denominada Guanahatabeyes
o Ciboneyes. Estos �ltimos no conoc�an la agricultura,
mientras que los Arawakos eran agricultores y utilizaban
m�todos de producci�n similares a los ya citados en relaci�n a
las otras Islas.
d) Jamaica: la Isla estaba habitada por ARAWAKOS. Fue explorada por C.Col�n
entre 1.503 y 1.504, pero la ocupaci�n por espa�oles, encabezados
por D.Col�n, se realiz� reci�n a partir del a�o 1.509, y en 1.655
pas� al dominio ingl�s.Los cultivos y los m�todos de producci�n
utilizados por los ARAWAKOS eran iguales a los citados anteriormente.
e) Puerto Rico: es la m�s peque�a
de las Antillas Mayores. Estaba habitada por ARAWAKOS.La
base de la alimentaci�n proven�a de cultivos de azada, principalmente
yuca.Las Casas estim� la Poblaci�n en 800 mil personas
(recientemente, Naciones Unidas inform� una poblaci�n de 3,65
Millones de habitantes). Si bien el primer Gobernador de
la Isla fue designado en el a�o 1.500, la ocupaci�n Espa�ola se inici� en
el a�o 1.508 para la extracci�n de oro.
5.2. Islas de las Antillas Menores
a) Islas V�rgenes:
situadas a continuaci�n de Puerto Rico, estaban habitadas por
ARAWAKOSen fase de extinci�n, desplazados por CARIBES.
b) Islas de Barlovento:
forman un puente con la tierra firme de Sudam�rica.El archipi�lago
est� integrado por las Islas San Crist�bal, Montserrat,
la parte occidental de Guadalupe, Dominica, Martinica, Santa Luc�a,
San Vicente, Las Granadillas y Granada, en occidente; y Barbuda,
Antigua, la parte oriental de Guadalupe y Mar�a Galante, en oriente.
Al igual que las Islas V�rgenes, originariamente estuvieron
casi en su totalidad habitadas por ARAWAKOS, luego desplazados
por CARIBES.
c) Trinidad y Tobago: incluidas a veces como Islas de Barlovento y otras como Islas
de Sotavento se encuentran muy cercanas a la Costa Sudamericana
(16 km).
Hacia fines del siglo XVI los ARAWAKOS hab�an logrado expulsar
a los CARIBES que habitaban estas Islas.
d) Islas de Sotavento:
el conjunto est� integrado por Margarita, Tortuga, Curacao, Aruba y
Bonaire. Las hoy pertenecientes a Holanda constitu�an territorio
ARAWAK mientras que el resto, hoy perteneciente a Venezuela,
estaba habitado por los CARIBES.
6. Consecuencias de la Invasi�n (en el corto
y mediano plazo)
Cualitativamente, se encuentra suficientemente demostrado el impacto
negativo de la ocupaci�n del "Nuevo Mundo" ocurrida
entre los siglos XV y XVI, principalmente, en la que participaron
numerosas naciones del "Viejo Mundo".Dicho impacto
puede sintetizarse en lo siguiente:
* la totalidad de la poblaci�n nativa fue sometida a la esclavitud
y sufri� las consecuencias de la violenta interrupci�n del
proceso de desarrollo propio de cada pueblo.
*
los sistemas agrarios fueron modificados con efectos negativos
para los actores involucrados directamente en la producci�n e
indirectamente (en t�rminos relativos) en el consumo.
*
los ecosistemas intervenidos experimentaron fuertes transformaciones
que implicaron disminuciones cuali - cuantitativas en la oferta
natural de recursos, ingresando algunos de sus componentes
en un proceso de extinci�n, principalmente en el caso forestal.
*
el desarrollo de las Comunidades Rurales, que se realizaba
basado en modelos aut�ctonos, fue reemplazado por otros basados
en modelos impuestos y generados desde bases culturales muy diferentes.La introducci�n de los modelos impuestos implic�:
* el uso de mano de obra esclava;
* establecimiento de severas
restricciones a las posibilidades de obtenci�n de excedentes
generados por la actividad productiva en las Comunidades tributarias;
* implificaci�n de ecosistemas
bajo el pretexto de una mayor eficiencia;
* ruptura de la arm�nica
relaci�n sociedad - naturaleza que existi� hasta el momento
de la consolidaci�n de la invasi�n;
* concentraci�n de la tierra
en pocos titulares;
* significativo aumento
de la cantidad de minifundios, como contracara funcional del
latifundio;
* crecientes grados de subalimentaci�n
y mal nutrici�n;
* estricta subordinaci�n de las posibilidades
de desarrollo, a los intereses de los concentradores de los recursos
naturales;
* difusi�n de enfermedades desconocidas
hasta la invasi�n, que ocasionaron sustantivas disminuciones
en la cantidad de habitantes en todas las regiones del "Nuevo
Mundo", entre otros efectos negativos que no pudieron ser
compensados por efectos positivos.
* suicidio colectivo de Comunidades
sometidas a la esclavitud.
*
la destrucci�n de la documentaci�n testimonial del estado de
desarrollo en que fueron encontrados los Pueblos del "Nuevo
Mundo", por los conquistadores Europeos.
*
el establecimiento y funcionamiento de subsistemas productivos
altamente dependientes de las demandas del mercado externo,
que determin� la alta dependencia de pocos productos.
*
el agotamiento de las posibilidades productivas de numerosos
recursos naturales, especialmente los contenidos en ecosistemas
forestales, debido a la implementaci�n de altas tasas de extracci�n
de los mismos, superiores a sus tasas de reproducci�n.
*
la ausencia de procesos que puedan ser caracterizados como
de desarrollo rural social y ambientalmente sostenible, sin
que esta afirmaci�n pretenda desconocer la existencia de algunas
excepciones puntuales a nivel de micro�reas.
Cuantitativamente, a simple t�tulo de ejemplo, el impacto puede
sintetizarse en lo siguiente:
*
en el a�o 1.521, destrucci�n de la ciudad de Tenochtitl�n (habitada
por 300 mil habitantes), que implic� la p�rdida de vidas humanas
y de infraestructura construida mediante avanzados conocimientos
cient�ficos y tecnol�gicos en el manejo del agua, adem�s de la
riqueza hist�rica contenida en la Ciudad.
*
en el a�o 1.531, destrucci�n de pr�cticamente todos los libros
de la cultura MAYA, de los
cuales s�lo se salvaron tres C�dices con muy limitada informaci�n.
Se supone que los libros destruidos conten�an una rica historia
cient�fica y tecnol�gica, as� como la historia de una civilizaci�n
a la cual algunos investigadores sit�an entre las m�s avanzadas
de la humanidad en aquellos tiempos.
*
extracci�n, hasta el agotamiento de las reservas, de
recursos naturales no renovables, como el caso del oro en
Puerto Rico por ejemplo, as� como de recursos naturales renovables
pero extinguibles por extracci�n "minera", como el caso
de las perlas en las Islas de Sotavento por agotamiento de los
bancos de madreperlas, o el caso de las esponjas que se extra�an
en LAS BAHAMAS.
*
exterminio de poblaciones, como por ejemplo la existente
entre el Istmo de Tehuantepec al sur y los poblados permanentes
al norte, pero excluyendo YUCATAN, la que en el a�o 1.519 totalizaba
alrededor de 11 MILL.En el a�o 1.548 se hab�a reducido
a 6,3 MILL y en el 1.565
a 4,4 MILL, alcanzando su nivel inferior
en el a�o 1.607 en que totaliz� unos 2,0 MILL de habitantes.
Una situaci�n similar se present� en Hait�. Las Casas estim�
su poblaci�n ARAWAK en alrededor de 3 MILL de habitantes y si
bien otras estimaciones de la �poca la sit�an en aproximadamente
1 MILL, lo cierto es que ya hacia 1.517 la poblaci�n ind�gena
fue estimada en unas 14 mil personas.
Posteriormente, en el a�o 1.687 Hait� estuvo
habitada s�lo por 4.400 blancos y 3.580 negros, y en el a�o 1.789, cuando la parte occidental de la Isla se Independiz�
de la Metr�poli, la Poblaci�n se estim� en 31 mil blancos y unos
500 mil negros.
*
en Cuba, se estima que la introducci�n de esclavos con destino
a las plantaciones de ca�a de az�car totaliz�, entre los a�os
1.780 y 1.880, alrededor de 1 MILL de personas, adem�s de
cerca de 150 mil chinos que ingresaron contratados. El ingreso
de trabajadores espa�oles, contratados, se inici� en el a�o 1.880
y ya en el 1.885 la zafra azucarera ocupaba 45 mil operarios de
dicha nacionalidad.
*
la especializaci�n impuesta a Cuba como productora de az�car
destinada al mercado estadounidense, de manera similar
a lo ocurrido en otros Pa�ses de la Regi�n, ocasion� profundas
transformaciones en la estructura agraria y agroindustrial que
implicaron niveles crecientes de vulnerabilidad y dependencia,
adem�s de la concentraci�n en pocas manos de los recursos e infraestructura
aplicados a la producci�n.
*
en Puerto Rico, Las Casas estim� en el a�o 1.510 que la poblaci�n ARAWAK
estaba integrada por unas 800 mil personas.Los espa�oles
pretendieron utilizarlas como esclavos en la extracci�n de oro
ocasionando numerosos intentos de rebeli�n que fueron cruentamente
sofocados.
El n�mero de habitantes se redujo a tal nivel que los espa�oles
debieron "importar" esclavos desde otras Islas (por
ejemplo, negros de Santo Domingo), y ya hacia el a�o 1.536, en
que se detuvo la extracci�n de oro por agotamiento de reservas,
fueron liberados los �nicos ind�genas sobrevivientes de la esclavitud:
alrededor de 70 personas. Cuando la Isla fue arrebatada a Espa�a
estaba habitada por unos 590 mil blancos, 300 mil mulatos y 59
mil negros.
* los
descubrimientos arqueol�gicos en los paisajes Sudamericanos posibilitan
suponer razonablemente que en tiempos de la invasi�n estaban
densamente poblados.Se estima que el Per� estaba habitado por
alrededor de 12 MILL de personas (en
el a�o 1996 la poblaci�n fue estimada en 24 Millones de habitantes)
reciente.
* Fernando Tudela et.al. (7), al
referirse al colapso demogr�fico que impact� a la poblaci�n del
"Nuevo Mundo" entre los a�os 1.492 y los primeros del
siglo XVIII, expresa que la conciencia colectiva no ha conseguido
hasta ahora asimilar la verdadera magnitud del suceso que puede
ser considerada como la mayor cat�strofe demogr�fica de nuestra
era.Fundamenta ello a partir de lo que considera el
"intento m�s sistem�tico de cuantificaci�n de la poblaci�n
aborigen en el momento del contacto, basado sobre todo en los
trabajos de W. Borah", que
informa los resultados, siguientes:
REGIONES |
HABITANTES (10º) |
Norteamérica |
4,4 |
México |
21,4 |
Centroamérica |
5,65 |
Caribe |
5,85 |
Area Andina |
11,5 |
Tierra Bajas |
|
Sudamericanas |
8,5 |
TOTAL |
57,3 |
* Otros autores sit�an el total de poblaci�n del "Nuevo Mundo"
en un orden de magnitud de m�s de 100 MILL de habitantes.
Sea que se tome �sta, o la cifra anterior, lo cierto es que la poblaci�n del "Nuevo
Mundo" no era cuantitativamente inferior a la de Europa (en el siglo
XVI alcanz� una magnitud de 60 MILL de habitantes), pero en el
transcurso del mismo siglo la poblaci�n del "Nuevo Mundo",
que sobrevivi� a la invasi�n, constitu�a escasamente alrededor
de 5 a 10% de la estimada para el
a�o 1.492.
*
por solo citar algunos ejemplos del llamado colapso demogr�fico
tomaremos lo ocurrido en La Espa�ola cuya poblaci�n en el a�o
1.492, seg�n sea el autor que se tome como referencia, se estimaba
entre 1 y 3 MILL de habitantes, mientras que en el a�o 1.542 quedaban
s�lo alrededor de 500 ARAWAK; en Nicaragua la poblaci�n
disminuy� de 600 mil habitantes a 45 mil en el a�o 1.550;
la de
M�xico pas� de poco m�s de 20 MILL
a 1 MILL hacia fines del siglo XVI; y hacia 1.520 la
Mixteca Alta Oaxaque�a ten�a todav�a alrededor
de 700 mil habitantes, pero en el a�o 1.670 hab�a disminuido a
menos de 30 mil personas.
La explicaci�n de semejante colapso a trav�s de lo que W. Borah
denomin� "la unificaci�n microbiana del mundo", atribuyendo
la mayor porci�n de las p�rdidas en vidas humanas a las enfermedades
introducidas por los conquistadores en el "Nuevo Mundo",
resulta demasiada simple y elusiva de los efectos ocasionados
por el sometimiento a la esclavitud, la disminuci�n
de la ingesta de alimentos y las guerras entre los Pueblos del
"Nuevo Mundo" (incrementadas y estimuladas por los conquistadores
como parte de una estrategia de dominaci�n), entre otras causas
concurrentes al colapso demogr�fico ocurrido en tiempos de la
ocupaci�n, o del "encuentro entre dos mundos" como prefieren
designar al hecho algunos autores.
*
En F. Tudela et. al. (7) se describe lo que los autores denominaron
"explosiones demogr�ficas de la fauna y la flora europeas",
a partir del segundo viaje de C. Col�n, en el a�o 1.493.Ellos
explicitan la "formidable expansi�n del ganado vacuno"
por la calidad de las forrajeras nativas, ejemplificando lo ocurrido
en M�xico donde algunos propietarios llegaron a tener m�s de 150
mil vacas, generando un alud de reclamos por la invasi�n de milpas
por el ganado.
El aumento de las existencias pecuarias fue tal que el precio
de la carne se aproxim� a 0 alrededor del a�o 1.540 y la faena
se realizaba principalmente para la obtenci�n del sebo utilizado
en la elaboraci�n de velas, mientras el cuero se exportaba y el
resto de las reses (carne, huesos, etc.) era abandonado en el
campo.
La ganader�a vacuna se expandi� tambi�n en los Llanos venezolanos
y colombianos; as� como en San Pablo, en la desembocadura del
R�o San Francisco y en la Regi�n de Bah�a, en Brasil; y en la
provincia de Buenos Aires en Argentina.Los Cam�lidos (Auqu�nidos),
nativos de la regi�n Andina, quedaron
s�lo en las zonas de mayor altitud desplazados por el ganado vacuno
y el ovino. En cuanto a expansi�n, lo mismo ocurri� con
el ganado caballar, los porcinos y los conejos europeos.
*
la expansi�n de las existencias de ganado vacuno se detuvo
e incluso revirti� a partir de alrededor del a�o 1.570, "la
ganader�a vacuna se redimension� en forma dr�stica y sufri� un
estancamiento que se prolong� hasta mediados del siglo XX".
*
el documento de referencia (7) expresa que "el �xito
biol�gico de algunas especies de la flora europea trasplantada
no fue menos espectacular que el de la macrofauna domesticada".
Tal el caso, por ejemplo, de las forrajeras europeas y africanas,
pero tambi�n de numerosas malezas.
*
"las Salic�ceas europeas se hibridaron con el �nico Salix
nativo y ocuparon todos los valles fluviales de la Patagonia. Estudios
realizados hace sesenta a�os determinaron que no m�s de la cuarta
parte de las plantas silvestres de La Pampa es de origen nativo".
* retornando al colapso demogr�fico, se estim� (7) que hacia
el a�o 1.750 la poblaci�n de todo el continente Americano no exced�a
un orden de magnitud de 12 MILL de habitantes, mientras que hacia
1.850 la poblaci�n de Am�rica Latina habr�a sido de 33 MILL y
la residente en los territorios estadounidenses y canadienses
habr�a alcanzado una magnitud aproximada a los 26 MILL de habitantes.
Particularmente,
en relaci�n al territorio estadounidense, en el siglo XIX la poblaci�n
ind�gena continu� el colapso demogr�fico fundamentalmente por
la sustantiva disminuci�n de su principal sustento: los b�falos,
ya que de las 50 MILL de cabezas estimadas a principios del siglo
quedaron s�lo alrededor de 1.000 cabezas hacia fines del mismo
siglo.
7. El Sector Agr�cola Post
Invasi�n
7.1 Introducci�n
El Maiz, el Frijol y la Calabaza parecen ser las
especies que primero domestic� el hombre americano (en Mesoam�rica),
lo que habr�a ocurrido entre los a�os 7.000 y 3.000 a.C., mientras que a
partir de este �ltimo a�o tuvo lugar la domesticaci�n de los Tub�rculos
en la Zona Andina.
Los sistemas alimentarios estuvieron basados en pocas especies, generalmente
Ma�z, Ra�ces, Tub�rculos, Yuca, Camote y Frijoles."La extraordinaria variedad de plantas �tiles, alimenticias,
medicinales u ornamentales, cultivadas o fomentadas por los Ind�genas
Americanos y sus sucesores, los tradicionales campesinos Ind�genas
y Mestizos, no tiene parang�n en otros continentes. Los
conquistadores encontraron casi intacta la biodiversidad flor�stica
que se hab�a generado en Am�rica durante un largo per�odo de evoluci�n
biol�gica en condiciones que combinaban el aislamiento con un
espectro muy amplio de situaciones ambientales".
(7)
Como puede inferirse
de lo hasta aqu� expresado, la agricultura constituy� una actividad
central en las sociedades prehisp�nicas, las que hab�an desarrollado
tecnolog�as que hicieron posible la pr�ctica del policultivo.
Dichas tecnolog�as implicaron escasos subsidios energ�ticos externos
a la unidad de producci�n y una utilizaci�n razonablemente sostenible
de los ecosistemas intervenidos. (23)
El citado avance
tecnol�gico posibilit� el normal desarrollo de las actividades
productivas agr�colas en los pisos de P�ramo/Puna comprendidos
entre los 3.200-4.500 metros sobre el
nivel del mar (3), (4), (7) y (23). La utilizaci�n de una gran
cantidad de pisos ecol�gicos cumpli� un papel similar al del posterior
manejo productivo de los valles fluviales.
7.2 La Introducci�n de Especies de la
Fauna y la Flora europeas
Como se dijo en otra parte
de este documento, la introducci�n de algunos ejemplares bovinos
dio lugar en pocos a�os a una significativa presencia de existencias
de esta especie y al desarrollo de una actividad que afect� negativamente
tanto a la agricultura prehisp�nica como a la ganader�a basada
en especies nativas.
Un hecho similar fue protagonizado
por pastos europeos y africanos que ocuparon una amplia porci�n
de la superficie americana. Muchas especies introducidas, deseables
e indeseables, se difundieron ampliamente debido a la movilidad
de las existencias pecuarias cimarronas, aprovechando la existencia
de nichos ecol�gicos vacantes (definidos como un espacio
vital que ofrece condiciones de vida que una especie necesita).
Adem�s de las especies pecuarias (bovinos, ovinos, caballares, porcinos
y aves de corral), los conquistadores introdujeron numerosas especies
vegetales funcionales a sus objetivos y que implicaron adem�s
profundas modificaciones en las estructuras agrarias de los Pueblos
abor�genes.Entre aquellas se destacaron la ca�a de az�car y el caf�
que, por los m�todos de producci�n utilizados, determinaron la
existencia de mano de obra esclava en los primeros tiempos, con
escasos grados de libertad en los siguientes y con significativos
movimientos migratorios "golondrinas" hasta hoy.
A t�tulo de ejemplo respecto al significado de la introducci�n de especies
funcionales a los intereses de los conquistadores puede citarse
el caso de la ca�a de az�car. Introducida en el segundo
viaje de C. Col�n, su cultivo experiment� una fuerte expansi�n
a partir de la invasi�n y sometimiento de Egipto por los Turcos
(a�o 1.517), que signific� la eliminaci�n de dicho Pa�s
como productor y un significativo incremento en el precio
del az�car.
Posteriormente, la rebeli�n de los esclavos en Hait� y la guerra con Francia, que ocup� casi toda la �ltima d�cada del siglo
XVIII y los primeros a�os del XIX, hasta la Independencia, incentiv�
el cultivo de la ca�a en Cuba cuya producci�n sustituy� a la de Hait� en el mercado mundial.En dicho per�odo se exportaba az�car, tabaco y caf�.
Otro ejemplo puede ser el caso del Sur Mexicano, que en la �poca colonial exportaba algod�n, cochinilla
(vive en la especie vegetal Opuntia coccinell�fera),
az�car y cacao, pero que hacia el a�o 1.880 introdujo
el cultivo del caf� en sustituci�n del a�il (arbusto leguminoso,
de flores con sustancias colorantes) y de la cochinilla cuyos
productos (colorantes) hab�an sido reemplazados por las
anilinas alemanas.
Un ejemplo del inadecuado
m�todo de producci�n aplicado est� dado por el cultivo del pl�tano
implementado en �reas de la Costa del Atl�ntico pertenecientes
a Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panam�, que ocasion� el abandono
de aqu�llas por agotamiento de los suelos luego de unos 20 a�os
de explotaci�n.
La introducci�n de especies
de la flora fue acompa�ada de cambios en los m�todos de producci�n
que implicaron la incorporaci�n del arado, el uso de animales
en la tracci�n, la pala, el pico, la hoz, entre otros instrumentos
manuales, hasta llegar a los instrumentos materiales que forman
parte de los m�todos de producci�n "modernos" y "avanzados".
La particular localizaci�n,
as� como las caracter�sticas organizativas y de producci�n de
algunos Pueblos Ind�genas, posibilitaron a �stos el desarrollo
de estrategias de sobrevivencia, algunas de las cuales implicaron
una cierta continuidad de sus propios proyectos de desarrollo,
si bien muy parciales. Esto es particularmente notable en el caso
AYMARA.
Los m�todos de producci�n
implementados como parte, o condicionados por dichas estrategias,
posibilitaron la continuidad en el uso de diversos componentes
materiales de la tecnolog�a de los Pueblos Ind�genas, o sea la
persistencia en el uso de m�todos de producci�n compatibles con
las caracter�sticas ambientales.
En el Cuadro N�
1 se presenta un listado de las especies utilizadas en el per�odo
Prehisp�nico que, si bien no es exhaustivo, ilustra de manera
suficiente sobre la diversidad encontrada por los conquistadores.
En el mismo se inserta un listado de las principales especies
introducidas en aquellos tiempos.
7.3 La Introducci�n de Instrumentos Agr�colas
Siegfried Giedion(1) responde su propia
pregunta acerca de �qu� significa la mecanizaci�n para
el hombre?, diciendo: "la mecanizaci�n es un
agente, como el agua, el fuego o la
luz. Es ciega y carece de direcci�n propia. Como
las fuerzas de la naturaleza, la mecanizaci�n depende de la capacidad
del hombre para hacer uso de ella y para protegerse a s� mismo
contra sus peligros inherentes. Controlar la mecanizaci�n exige
una superioridad sin precedentes sobre los instrumentos de producci�n.
Requiere que todo est� subordinado a las NECESIDADES HUMANAS".
Cuadro N�1
Especies Cultivadas y/o Aprovechadas(*)
en el "Viejo Mundo"
antes de la Conquista (nombre
com�n)
ANTES DE LA CONQUISTA |
VEGETALES |
ANIMALES |
Achiote
Aguacate
Ají
Algodón
Anonas
Añil
Avellana
Batatas
Cacao
Calabaza
Fresa silvestre
Frijoles
Granadillas
Guayaba
Henequén
Hevea (caucho)
Jenjibre
Jocote
Maguey (Agave atrovirens y Agave tequila)
Maíz
Mamey zapote
Maní
Níspero (chico zapote)
Opuntias o tunas
Papa
Papaya
Pimiento
Piña
Piñones de araucaria
Pitahayas
Sisal
Tabaco
Tomate
Vainilla (de orquídea silvestre)
Yuca
Zapote
|
Agutí (roedor)
Alpaca (domesticada)
Anta (o alce, o tapir)
Ciervos
Coccus cacti (1)
Guanaco
Llama (domesticada)
Pavo (domesticado)
Perro (tres tipos Vicuña diferentes a los europeos)
|
INTRODUCIDOS POR LOS
CONQUISTADORES (**)
VEGETALES |
ANIMALES |
Acacias
Avena
Alfalfa
Café
Caña de azúcar
Durazno
Mango
Plátano
Té
Trigo
Vid |
Aves de corral Bovinos *
Caballares Ovinos, Caprinos **
Porcinos
• Domesticados hacia el año 5500 aC en Grecia
y Turquía. • Domesticados hacia
el año 7500 aC en Irán. |
Antes de la Conquista
(*) Principales
(**) Inicialmente
(1) El coccus
cacti es un insecto que posibilita la obtenci�n de un tinte llamado
grana cochinilla. Parasita las mopaleras (la ya citada especie
vegetal Opuntia coccinell�fera).
Y finaliza diciendo: "Sin
duda, la mecanizaci�n puede ayudar a eliminar el trabajo esclavizante
y a conseguir mejores niveles de vida; sin embargo, en el futuro
tendr� que ser controlada de alg�n modo si se quiere permitir
una forma de existencia m�s independiente".
Lo expresado por
Giedion hacia mediados del siglo XX tiene valor retroactivo y
podr�a situarse por ello en lo ocurrido a partir de la ocupaci�n Europea
del "Nuevo Mundo". En efecto, en el per�odo prehisp�nico
los Pueblos Ind�genas hab�an alcanzado un alto nivel tecnol�gico
en las actividades productivas agr�colas, compatible con el hoy
denominado desarrollo social y ambientalmente sustentable o sostenible.
Prueba de ello, por ejemplo:
* el uso del "HUYSU" (24) en la preparaci�n
de los suelos, que minimiza el riesgo de erosi�n y se adapta a
cualquier sitio y tipo de suelo;
* la construcci�n de Andenes y Camellones para habilitar
al cultivo �reas que presentan serias restricciones (los Andenes
posibilitan el control de diferentes pisos ecol�gicos y los Camellones
el uso de zonas inundables, entre otras ventajas).
Los Camellones, en el per�odo Prehisp�nico, formaron parte
del m�todo de producci�n agr�cola utilizado por Pueblos Ind�genas
en la sabana de Mojos, por ejemplo.
* la construcci�n de "Campos-Lomas" (19) y
otras variedades que responden a la tecnolog�a utilizada para
el uso de superficies anegadizas, de la cual se encuentran evidencias
en la citada sabana de Mojos (Bolivia) involucrando alrededor
de 2.700 hect�reas (cabe destacar que los MOJOS ten�an
herramientas cortantes y de aserrar hechas de hueso);
* y el uso de otra serie de instrumentos manuales (5).
Durante el per�odo
de la Colonia fueron introducidos el Arado de Palo a tracci�n
animal, la Hoz, la Chontilla, la Pala, el Pico, entre otros.
Si bien el Arado de palo
posibilit� la labranza de mayores extensiones en menor tiempo,
respecto a los instrumentos manuales, en cambio result� incompatible
con el mantenimiento de los Andenes y Camellones, los que resultaron
da�ados, destruidos y luego abandonados.
Este hecho implic� tambi�n
el abandono, casi total, de los sistemas de riego construidos,
as� como de las t�cnicas de protecci�n contra la erosi�n y, lo
que es m�s grave a�n, la destrucci�n del sistema de producci�n
que integraba el aprovechamiento de diversos pisos ecol�gicos.
Esto �ltimo ejemplifica lo ocurrido en las �reas ocupadas por
los Pueblos Andinos, pero puede ser aplicado en general a las
�reas semejantes del "Nuevo Mundo".
En numerosas �reas la introducci�n
del Arado con tracci�n animal respondi� a la necesidad de los
conquistadores de satisfacer demandas de la poblaci�n del "Viejo
Mundo" por determinados productos. Tal el caso ya citado
del az�car de ca�a que hacia la finalizaci�n del siglo XIX suministraba
alrededor de 1/5 parte de las calor�as consumidas por la poblaci�n
inglesa, mientras que en el siglo XI era un producto pr�cticamente
desconocido en Europa. La ca�a de az�car fue introducida en Europa
por los Cruzados a su regreso.
En lo inmediato, con el
arado y los nuevos cultivos cambi� la composici�n tradicional
de la oferta de alimentos, con obvias consecuencias sobre la Poblaci�n
del "Nuevo Mundo", ya que contribuy� a un per�odo de
subalimentaci�n y mal nutrici�n que formaron parte de las causas
del ya citado colapso demogr�fico que sucedi� a la conquista.
En aquellos tiempos los sobrevivientes de la invasi�n seguramente habr�an
aprobado la sentencia de Giedion (1) al referirse a la "ilusi�n
del progreso", cuando dijo: "Nos hallamos ante
un gran mont�n de palabras y de s�mbolos mal utilizados, y junto
a �l un inmenso almac�n repleto de nuevos descubrimientos, inventos
y potencialidades, todos los cuales prometen una vida mejor. Nunca
ha pose�do la humanidad tantos instrumentos para abolir la esclavitud,
pero las promesas de una vida mejor no han sido mantenidas"
y es posible "que las generaciones futuras designen
a este per�odo como una �poca de barbarie mecanizada, que es la
m�s repulsiva de todas las barbaries". M�s adelante volveremos
a referirnos a las implicancias de la barbarie mecanizada.
8. Cambios en los Procesos de Desarrollo
Como se dijo, el desarrollo
de las Comunidades rurales basado en modelos aut�ctonos fue sustituido
por modelos impuestos por los conquistadores, implementados a
partir del uso de mano de obra esclava, la abolici�n de los derechos
de propiedad de las Comunidades, la concentraci�n de la tierra
bajo regimen legal propietario y una orientaci�n definidamente
mercantil de la producci�n.
La persistencia
de algunos sistemas de propiedad y trabajo comunal s�lo fue posible
en los casos en que ellos resultaban funcionales al sistema de
propiedad y trabajo de los conquistadores, lo que no implic� la
conservaci�n de la totalidad de las tierras en la
organizaci�n Comunal, por cuanto el despojo y
el establecimiento de diversas clases de servidumbres a sus ex-titulares
fue pr�cticamente la norma en tiempos de la Colonia (25).
Como expresan F. Tudela et. al (7),
los conquistadores y sus descendientes, as� como los beneficiarios
directos de la desestructuraci�n de la organizaci�n de los Pueblos
Ind�genas, "desarrollaron una econom�a mercantilista"
caracterizada por la capacidad de f�cil y r�pida acumulaci�n de
capital y orientada hacia los mercados externos y la demanda de
los sectores sociales dominantes en la Colonia.
Ello dio lugar al establecimiento de "enclaves
productivos centrados en alg�n producto espec�fico".En los inicios de la Colonia fueron los metales preciosos
(fundamentalmente el oro, luego la plata), destac�ndose las extracciones
realizadas en los yacimientos mineros de Potos� (Bolivia), Zacatecas
y Guanajuato (M�xico), pero tambi�n las implementadas en el Caribe
en las primeras d�cadas de ocupaci�n por Espa�a hasta el agotamiento
de las reservas. Las estimaciones de Lynch, citadas por F. Tudela
(7) informan que en el a�o 1.594 los metales preciosos constitu�an
95,6% del total de las exportaciones desde el "Nuevo Mundo"
a Espa�a.
La actividad minera implic�,
adem�s de su contribuci�n al exterminio de la Poblaci�n Ind�gena,
una demanda altamente significativa de vigas de madera y le�a,
cuyas extracciones de los bosques nativos implicaron la deforestaci�n
de extensas superficies y sus obvias consecuencias sobre la biodiversidad
de los ecosistemas forestales y el deterioro de la capacidad productiva
de los suelos, particularmente significativas en los Pa�ses del
Caribe.
El agotamiento de los yacimientos
de los metales preciosos que hab�an posibilitado una f�cil acumulaci�n
de riqueza, ocurrido en los primeros a�os del siglo XVII, hizo
que los Europeos centraran su inter�s en los negocios extractivos
y productivos forestales y agr�colas, incluyendo la recolecci�n
de especies vegetales clasificadas como medicinales. Una de estas
�ltimas, la zarzaparilla (arbusto sudor�fico y depurativo), constituy�
hacia fines del siglo XVI el principal producto de exportaci�n
de Centroam�rica.
Reiterando, el segundo proceso
de acumulaci�n implementado por Espa�oles y Europeos en general,
estuvo basado en sistemas de haciendas y de plantaciones, con
mano de obra esclava y/o sujeta a diversas clases de servidumbres.
La esclavitud predomin� en las plantaciones cuyas producciones ten�an
como principal destino los mercados europeos. Tales los casos,
por ejemplo, de las plantaciones de ca�a de az�car y pl�tanos
que iniciaron sus procesos de expansi�n en el "Nuevo Mundo"
a partir de los a�os 1.493 y 1.516, respectivamente, si bien en
algunos Pa�ses de la Regi�n la introducci�n y expansi�n se produjo
reci�n hacia fines del siglo XIX. En puntos anteriores nos hemos referido a los procesos de expansi�n
de dichos cultivos en el Caribe y en Centroam�rica.
El cultivo de la ca�a de az�car se expandi� en Brasil en los siglos XVII
y XVIII generando deforestaciones, abandono de suelos por agotamiento
de nutrientes, procesos de desertificaci�n y grandes movimientos
de poblaci�n determinados por las necesidades del cultivo.Los procesos de desertificaci�n fueron potenciados por los
libres desplazamientos de las existencias bovinas (especie
domesticada hacia el a�o 5.500 a.C. en Grecia y Turqu�a)
y caprinas (domesticada hacia el a�o 7.500 a.C. en Ir�n) diseminadas
en el Nordeste Brasile�o.
En Centroam�rica, adem�s de la ya citada
zarzaparilla, desde mediados del siglo XVI hasta diversos
momentos del siglo XVII se destacaron las producciones de b�lsamos,
cacao (sus granos se utilizaban como moneda en actos de
intercambios), �ndigo y grana cochinilla.El
auge del cacao se sit�a hacia el a�o 1550, pero termin� de manera
abrupta como casi todos los cultivos destinados a la generaci�n
de productos para el mercado externo europeo, de aquellos tiempos.
El establecimiento
de sistemas campesinos de subsistencia y la persistencia de los
sistemas de propiedad y trabajo comunal fueron la contracara funcional
a las econom�as mercantilistas.
Existen pocos estudios sobre las implicancias econ�micas de los citados
sistemas, destac�ndose los realizados por el CIDA en siete (7)
Pa�ses de Am�rica Latina en la d�cada de los a�os 60 (25).
En el siglo XIX los sistemas de haciendas y plantaciones ensayaron la
expansi�n de cultivos tempranamente introducidos en los Pa�ses
del Caribe, destac�ndose entre ellos el caso del caf�, originario
de Etiop�a (la actual forma de utilizaci�n fue adoptada en el
siglo XIII).Como resultado de ello, en la tercera d�cada del citado siglo
se incorporaron como exportadores otros Pa�ses de la Regi�n (Venezuela
y Costa Rica), pero el auge se manifest� reci�n hacia fines de
dicho siglo (7), destac�ndose Brasil.
En dicho Pa�s, la poblaci�n
de San Pablo creci� entre 1890 y 1930 de 70 mil a casi un mill�n
de habitantes. Diversos autores se�alan el negativo impacto ambiental
ocasionado por la sustituci�n del cultivo del caf� bajo sombra,
por el caf� caturra sin sombra, realizado adem�s "en detrimento
de su calidad".
En el siglo XIX y en las
primeras d�cadas del XX las econom�as de numerosos pa�ses de Am�rica
Latina y del Caribe depend�an de la exportaci�n de uno o de muy
pocos productos, determinando significativos impactos sobre ellos
los cambios ocurridos en los mercados de destino. Muchos de dichos
productos eran obtenidos a partir de recursos no renovables, fundamentalmente
mineros.
En s�ntesis (7), la orientaci�n
productiva predominante en los Pa�ses de la Regi�n gener� las
condiciones necesarias para contribuir a un sensible deterioro
ambiental, manifiesto en procesos de deforestaci�n, erosi�n, desertificaci�n,
p�rdidas de biodiversidad, dilapidaci�n y desaprovechamiento de
recursos renovables y no renovables. Algunos de dichos procesos,
mitigados en t�rminos de sus respectivos alcances globales en
raz�n de haberse desarrollado en enclaves productivos y a la utilizaci�n
de m�todos de producci�n con bajos requerimientos energ�ticos.
Del mal manejo de los recursos
existen innumerables ejemplos, pero los m�s evidentes y conocidos
son los del guano (de gaviotas, cormoranes, pel�canos, etc., alimentados
con anchovetas o sardinas), cuya exportaci�n gener� alrededor
de las 3/4 partes de las divisas obtenidas por el Per� hacia mediados
del siglo XIX, estim�ndose que entre 1.840 y 1.880 este Pa�s export�
alrededor de 12 MILL de toneladas de dicho fertilizante natural.
La intensidad de la extracci�n
agot� dicho recurso sin que se previera la constituci�n de un
capital sustitutivo generador de renta. Un caso similar es el
del salitre (tambi�n fertilizante) localizado en la provincia
de Tarapac� y cuyo control dio lugar a la guerra del Pac�fico
(1879-1883) que concluy� con la incorporaci�n de la
citada Provincia a la Rep�blica de Chile.
De la exportaci�n de sus
nitratos el Estado Chileno lleg� a obtener alrededor de 2/3 de
sus ingresos. Luego, los fertilizantes sint�ticos desplazaron
al natural. O sea, la historia de los productos es similar a la
ya explicitada en relaci�n a otros productos coloniales (zarzaparilla,
grana cochinilla, a�il, etc.).
9. Algunos Cambios en los "Programas" de
Producci�n hasta las primeras
d�cadas del Siglo XX
9.1 En las Antillas Mayores
En general, las Antillas Mayores (Hait�, Santo Domingo, Cuba, Jamaica
y Puerto Rico) comparten las consecuencias de haber
sido los primeros territorios ocupados por Espa�a, principalmente,
y otros Pa�ses del Viejo Mundo.
O sea, la esclavitud y el
exterminio de sus Pueblos Ind�genas, seguidas por una similar
pr�ctica respecto a la poblaci�n africana introducida en el "Nuevo
Mundo" como mano de obra esclava; el agotamiento de los yacimientos
de oro; la deforestaci�n de la pr�cticamente totalidad de sus
ecosistemas forestales; la consecuente p�rdida de biodiversidad;
el colonialismo; la independencia (en algunos casos) tard�a y
en peque�as fracciones de territorio; la persistencia de los sistemas
de plantaciones; la alta vulnerabilidad de sus econom�as como
consecuencia de la dependencia de pocos productos que concurren
a mercados de dudosa transparencia; entre otras consecuencias
que dificultan sus respectivas realizaciones.
i) Hait�/Santo Domingo, que desde los �ltimos a�os de la segunda d�cada
del siglo XVI dependieron de la ca�a de az�car, agregando en las
primeras d�cadas del siglo XVIII exportaciones de productos de
la ganader�a, tabaco, cacao, algod�n y caf� y, a ellos, henequ�n
y pl�tano en el siglo XX, contin�an hoy recibiendo los impactos
negativos de dicha dependencia, sobre todo Hait� cuya organizaci�n
productiva muestra mayor debilidad.
ii) Cuba fue asiento de la introducci�n y expansi�n de las existencias
pecuarias introducidas en los primeros a�os de ocupaci�n Espa�ola
y de la implantaci�n, desde los inicios de la segunda d�cada del
siglo XVI, del cultivo de la ca�a de az�car. La expansi�n de �ste
ocurri� desde mediados del siglo XVII y en los comienzos del siglo
XIX sustituy� a Hait� como exportador de az�car.
La expansi�n del citado
cultivo, adem�s de los de tabaco y caf�, restringi� severamente
las posibilidades de producci�n de otros productos de la agricultura
para el consumo interno, por lo que debi� importar cereales, carne
salada, etc.
Luego de su independencia
de los EE.UUNA (ocurrida a inicios del siglo XX), Cuba increment�
significativamente la exportaci�n de az�car (en su casi totalidad
cruda) y de tabaco, pero disminuy� la producci�n de caf� cuyo
volumen no alcanzaba a satisfacer el consumo interno, y contin�o
la importaci�n de trigo, maiz, frijol, huevos, etc.
A partir de los primeros
a�os de la d�cada del 1.960 increment� la producci�n de alimentos
destinados al mercado interno. La evoluci�n reciente se analiza
m�s adelante.
iii) Jamaica, hasta su ocupaci�n por los ingleses en el a�o
1.655, exportaba productos de la ganader�a (carne, cueros y manteca
de porcinos), az�car, tabaco, cacao y madera tintorea. A partir
de dicha ocupaci�n contin�o con la ganader�a y el cultivo de la
ca�a de az�car, abandonando en cambio el de cacao. En el a�o 1.728
introdujo el cultivo de caf�. Posteriormente, hacia mediados del
siglo XIX abandon� el cultivo de la ca�a de az�car y hacia fines
del mismo siglo expandi� el cultivo del pl�tano como resultado
de la instalaci�n de la United Fruit Co.
Por �ltimo, hacia fines
de la cuarta d�cada del siglo XX se produjo el descubrimiento
de la Bauxita que pas� a ser su principal producto de exportaci�n,
manteniendo su importancia la actividad pecuaria, y hacia fines
de los a�os '50 se observ� una muy significativa expansi�n del
cultivo del cacao, mientras el Pa�s se convert�a en el mayor productor
mundial de Bauxita (en el a�o 1.961 su producci�n constituy� alrededor
de 25 % de la producci�n mundial). Contrariamente, se registr�
un fuerte incremento en las importaciones de productos agr�colas
necesarios para atender los requerimientos alimentarios de la
poblaci�n.
iv) Puerto Rico, la introducci�n
del cultivo de la ca�a de az�car se inici� en el a�o 1.516 y el
de la palma cocotera en el a�o 1.549, precedidos en la Isla por
el cultivo del jengibre y la introducci�n de ganado. El az�car,
el jengibre y los cueros constitu�an los principales productos
de exportaci�n.
En los siglos XVII, XVIII
y hasta mediados del XIX los principales cultivos fueron los de
tabaco, caf�, ca�a de az�car y algod�n. El caf� y el tabaco eran
los principales componentes de la
exportaci�n. En el a�o 1.898 lleg� a su fin el
dominio Espa�ol, a partir de lo cual se inici� una fuerte expansi�n
de los cultivos de la ca�a de az�car, tabaco y frutas tropicales
para satisfacer demandas del mercado norteamericano.
9.2 En las Antillas Menores
La ausencia de oro en las
Antillas Menores (Islas V�rgenes, Islas de Barlovento, Trinidad
y Tobago � Islas de Sotavento) determin� un trato diferente por
parte de los invasores. As�, las Islas V�rgenes fueron utilizadas
para el comercio de esclavos y la producci�n de tabaco y az�car,
adem�s de la introducci�n de ganado. Reci�n a comienzos del siglo
XX se constituy� en base carbonera y petrolera, mientras que el
cultivo de la ca�a de az�car dio paso a los de legumbres tempranas
para el mercado norteamericano.
En las Islas de Barlovento se introdujeron los cultivos de la ca�a
de az�car, tabaco, ma�z y frijoles, que se agregaron a los de
yuca y algod�n. Hacia el a�o 1.626 desde las Islas se exportaba
tabaco, pero ya hacia 1.650 este cultivo hab�a perdido toda relevancia
y la exportaci�n estaba integrada por algod�n, cacao, a�il y jengibre.
Desde el siglo XVIII el
az�car de ca�a, la melaza y el ron constituyeron la base de la
exportaci�n y hacia mediados del siglo XX la ca�a de az�car continuaba
siendo un cultivo importante, al igual que los cultivos de pl�tano,
nuez moscada, vainilla, frutas c�tricas, algod�n, cacao, coco
y maranta (tub�rculo feculento), pudiendo decirse que cada Isla
del conjunto tiene una especializaci�n respecto a los citados
productos, a los que debe agregarse el creciente turismo.
Hacia el siglo XVII los
cultivos de ma�z, arroz y yuca, acompa�ados de la cr�a de ganado
constitu�an las principales actividades productivas de la Isla
de Trinidad, la que permaneci� bajo dominio espa�ol hasta
que fue ocupada por los ingleses en el a�o 1797.
En la Isla de Tobago la agricultura fue organizada cuando pas�
definitivamente al dominio ingl�s en el a�o 1814.
Las exportaciones de la Isla de Trinidad cobraron cierta significaci�n
reci�n a partir de mediados del siglo XVIII, destac�ndose primero
las de algod�n, desplazadas luego por las de az�car. Desde mediados
del siglo XIX la ca�a y el cacao (hasta el a�o 1920), con la palma
cocotera, los c�tricos y el caf�, se constituyeron en la base
agr�cola de la Isla.
La atracci�n de los conquistadores de las Islas de Sotavento (Margarita,
Tortuga, Curacao, Aruba y Bonaire, son las principales) fue la
existencia de ricos bancos de madreperla, cuya productividad fue
agotada por la magnitud de la
extracci�n. Algunas de estas Islas sirvieron
de base a las operaciones de filibusteros y bucaneros, adem�s
de los tratantes de esclavos. Desde el punto de vista agr�cola
fueron y son de muy escasa, a nula importancia.
9.3. En M�xico y Guyana
i) En la Pen�nsula de Yucat�n (�rea de M�xico) la resistencia MAYA
al pleno dominio Espa�ol fue vencida hacia fines de la quinta
d�cada del siglo XIX y, a la finalizaci�n de �ste, se redescubri�
el cultivo de diferentes clases de Agaves de las que se obtienen
las fibras sisal y henequ�n, que hab�an sido utilizadas por los
Mayas en el per�odo Prehisp�nico. La expansi�n del cultivo se
realiz� como monocultivo sustituyendo sus productos el uso del
ca�amo de Manila.
La Pen�nsula de Yucat�n ejerci� el monopolio en las producciones
de sisal y henequ�n hasta que el cultivo del agave fue introducido
con �xito en el Oriente de Africa, Madagascar y Java, entre otras
�reas tropicales. A partir de los a�os '40 del siglo XX el cultivo
entr� en crisis. Otros cultivos importantes en esta �rea fueron
la ca�a de az�car y el ma�z.
ii) En la hoy Guyana,
desde el siglo XVIII la principal actividad productiva agr�cola
consisti� en la extracci�n de maderas, incluyendo las tintoreas,
actividad que se extendi� hasta el siglo XX agregando la extracci�n
de Chicle (savia del Achras sapote) y el cultivo de la Palma cocotera.
Hacia fines de la d�cada de los '50 se establecieron colonias
Menonitas basadas en los cultivos de ma�z y arroz, y posteriormente
en la producci�n l�ctea.
iii) En la Llanura de la Costa del Golfo y la Sierra Madre Oriental. En este territorio los espa�oles
desarrollaron el comercio de esclavos con destino a la actividad
minera implementada en la Altiplanicie, incorporando posteriormente
los aprovechamientos de madera y caucho, mientras que el descubrimiento
de petr�leo desde comienzos del siglo XX transform� una significativa
porci�n de su paisaje.
iv) En la Altiplanicie o Meseta Central. Desde Veracruz, la Meseta Central fue
invadida por H.Cort�s en el a�o 1.519. La extracci�n de minerales
fue la principal actividad econ�mica durante el per�odo colonial,
acompa�ada por la agr�cola (basada tanto en especies nativas como
ex�ticas, principalmente el trigo y la cebada entre estas �ltimas)
y la pecuaria involucrada en ellas (cr�a de bovinos para obtenci�n
de carne y para uso en tracci�n, as� como de otros animales para
tracci�n y carga).
La agricultura
y la ganader�a eran implementadas en extensos latifundios cuya
instalaci�n implic� la concentraci�n de tierras que antes estaban
distribuidas entre los Pueblos Ind�genas. La expansi�n de los
latifundios (en cantidad y extensi�n) lleg� a su punto m�ximo
hacia fines del siglo XIX, pero en el a�o 1.917 se inici� el proceso
de reversi�n de la concentraci�n de tierras, sin que pueda asumirse
que el mismo haya conclu�do.
v) En la
Altiplanicie Arida de M�xico Septentrional y
la Sierra Madre Occidental. En tiempos de la invasi�n la
poblaci�n de la Altiplanicie estaba constituida por recolectores
y cazadores n�madas y s�lo los habitantes de la Sierra Madre eran agricultores. Todos ellos resistieron
la invasi�n y por consiguiente el sometimiento a la esclavitud
en la actividad minera, excluyente centro de inter�s de los conquistadores.
Los siglos XVII, XVIII y
hasta la tercera d�cada del XIX contin�o predominando la actividad
minera y la resistencia Ind�gena,
registr�ndose d�biles incrementos de la producci�n agropecuaria,
funcional a la actividad principal. Luego ocurri� la guerra con
los EEUUNA, introduciendo un nuevo elemento de restricci�n al
desarrollo del sector agr�cola.
En las �ltimas
d�cadas del siglo XIX y en las primeras del XX contin�o una intensa
actividad minera acompa�ada de la cr�a de ganado vacuno. En el
transcurso del primer tercio de este Siglo se construyeron significativas
obras para riego que posibilitaron la expansi�n de la superficie
cultivada con algod�n y trigo, principalmente, adem�s de frutales,
entre otras especies, dando lugar al surgimiento de grandes centros
urbanos. La colonizaci�n Menonita
tuvo alto significado en el �ltimo poblamiento del territorio
por Europeos.
vi) En el Noroeste de la Costa del Pac�fico. En tiempos de la invasi�n
las poblaciones que habitaban este territorio cultivaban principalmente
ma�z, frijoles y algod�n, y la pesca constitu�a una importante
fuente de alimentos, pero ya hacia mediados del siglo XVI la poblaci�n
ind�gena localizada al sur del hoy Valle de Culiac�n hab�a sido
extinguida casi por completo. Como no se encontraron yacimientos
metal�feros de significaci�n este territorio fue prontamente abandonado.
Los siglos XVII
y XVIII fueron de lento poblamiento por Europeos, principalmente
espa�oles, dedicados a las actividades de cr�a de ganado y a la miner�a. Los enfrentamientos
con los antiguos habitantes del territorio fueron frecuentes pero
desiguales hasta la pr�cticamente extinci�n de las Etnias Ind�genas.
Desde los inicios
del siglo XX la presencia del ferrocarril dinamiz� la actividad
minera y el poblamiento del territorio por ganaderos y agricultores
beneficiados por la incorporaci�n de sistemas de riego. Hacia
mediados de este siglo se foment� la construcci�n y habilitaci�n
de obras para riego, con aguas superficiales y subterr�neas, que
incrementaron significativamente la superficie regada dando lugar
a un fuerte crecimiento de la poblaci�n y al fortalecimiento de
grandes centros urbanos en el territorio.
vii) En el Delta del R�o Colorado. Hasta mediados del siglo XIX
la influencia Espa�ola
fue de escasa significaci�n, pero luego se intensific� el aprovechamiento
del territorio mediante la actividad pecuaria implementada por
ganaderos de los EEUUNA. En el presente siglo �sta fue reemplazada
por la agricultura bajo riego, con el algod�n como principal cultivo
y con fuerte participaci�n en el volumen total de la producci�n
algodonera mexicana; siendo tambi�n significativas las producciones
de frutales y legumbres.
viii) En Baja California. En tiempos de la llegada de los Espa�oles
la poblaci�n Ind�gena viv�a de la recolecci�n, la
caza y la pesca. Hasta mediados
del siglo XVIII todav�a viv�an en el territorio alrededor de 50.000
habitantes, pero en la actualidad se trata de Etnias sin sobrevivientes.
Hacia fines del siglo XVI los espa�oles construyeron
una Villa como centro de operaciones para la recolecci�n de perlas.
Con interrupciones, esta actividad continu� hasta poco m�s de
mediados del siglo XVII. Hacia fines de dicho siglo comenz� el
establecimiento de los Jesuitas y ya a mediados del siglo XVIII
los Ind�genas cultivaban ma�z, algod�n, frutales, vid y trigo
bajo riego, pero sin escapar a los resultados del colapso demogr�fico
reiteramente citado.
A comienzos del
siglo XIX las Misiones y los sistemas de riego estaban en ruinas
y los pocos Ind�genas sobrevivientes se encontraban dispersos,
como antes de la llegada de los Espa�oles. En la segunda mitad
de dicho siglo se establecieron latifundios ganaderos y se introdujo
nuevamente la agricultura, destac�ndose las plantaciones de ca�a
de az�car, palma cocotera, pl�tanos y otros frutales. En el siglo
XX contin�o la extracci�n de perlas, la explotaci�n de minerales,
la actividad ganadera, el cultivo de trigo y de vid, pero pr�cticamente
sin poblaci�n Ind�gena.
ix) En las Tierras Monta�osas del Sur.La invasi�n Espa�ola
a estas Tierras comenz� a continuaci�n de la ca�da del Imperio
AZTECA, o sea en el a�o 1.521, implicando la apropiaci�n de extensas
superficies de suelos f�rtiles que fueron organizadas en haciendas,
mientras a los Indios se les permit�a el acceso a tierras que
hab�an permanecido incultas.
Posteriormente,
las haciendas comenzaron a avanzar sobre dichas tierras continuando
con el despojo iniciado a partir de la invasi�n y estableciendo
"encomiendas de tributo" y "encomiendas de servicio",
seg�n el grado de libertad permitido a la
poblaci�n Ind�gena.
Las tierras del
Valle de Oaxaca fueron usadas en la agricultura en general, mientras
que hasta los 1.400 mt. s.n.m. se implant� el cultivo de la ca�a
de az�car para abastecer a la Meseta Central, y las Sabanas
de los Llanos y de la Cuenca del Centro de Chiapas fueron usadas
principalmente en la actividad pecuaria cuyas existencias alcanzaron
significativas magnitudes en el transcurso del siglo XVII.
En la �poca colonial,
de este territorio se exportaban minerales, cochinilla, algod�n,
az�car, cacao y cueros.
A comienzos del
siglo XIX, luego de la Independencia, se moderniz� la extracci�n
minera que estaba en manos de una empresa Inglesa, pero hacia
mediados de dicho siglo esta actividad fue pr�cticamente abandonada.
En las �ltimas d�cadas del mismo, desde Guatemala, colonos alemanes
introdujeron en latifundios el cultivo del Caf� y ya en las primeras
d�cadas del siglo XX alrededor de las 3/4 partes de la superficie
implantada en Chiapas era de propiedad de norteamericanos y europeos.
La organizaci�n
de los cafetales, que implic� el asentamiento de poblaciones Ind�genas
que aportan la mano de obra transitoria utilizada principalmente
en la cosecha, a dado lugar a una significativa deforestaci�n
sin que ello haya significado un mejoramiento en la calidad de
vida de los involucrados en dichas poblaciones.
La segunda guerra
mundial ocasion� la incautaci�n de las superficies propiedad de
Alemanes y su posterior divisi�n y distribuci�n entre trabajadores
agr�colas sin tierra, o la asignaci�n a Comunidades Ind�genas.
9.4 En Centroam�rica
i) En la Regi�n del Atl�ntico.En tiempos de la invasi�n
era un territorio con muy baja densidad de Poblaci�n. En algunas
�reas los Ind�genas eran agricultores mientras que en otras el
principal sustento proven�a de la caza y la pesca.
La llegada de los Espa�oles a la Costa de Honduras se produjo en el a�o
1.502 y, como en el resto del territorio, el centro de inter�s
fue la obtenci�n de oro.
A fines del siglo
XVI se produjo el desembarco del Ingl�s Francis Drake. A partir
de esos tiempos los Ingleses iniciaron la extracci�n de
maderas tint�reas y �bano de las selvas lluviosas.
Aprovechando la
debilidad de los Espa�oles, a comienzos de la segunda d�cada del
siglo XVIII los M�squitos con el apoyo de los Ingleses declaran
Estado Independiente a la Zona Costera (Reino
de la Mosquitia).La alianza M�squitos - Gran Breta�a se mantuvo hasta
mediados del siglo XIX, en que el pa�s europeo renunci� a la ocupaci�n
de las Costas Atl�nticas de Nicaragua y de Costa Rica.
Algunas �reas de la Costa
Atl�ntica de Guatemala, Nicaragua, Costa Rica
y Panam� adquirieron importancia como exportadoras de pl�tanos.
La implantaci�n del cultivo en gran escala, por parte de una empresa
norteamericana, tuvo lugar a comienzos del siglo XX implicando
la deforestaci�n de extensas superficies ocupadas por selvas.
En Honduras, el
m�todo de producci�n utilizado signific� que hacia fines de la
d�cada de los a�os '30 del siglo XX la empresa norteamericana
abandonara las plantaciones (por insuficiencia de nutrientes en
los suelos y por la presencia de plagas y enfermedades de alta
significaci�n en los rendimientos) y que el Gobierno distribuyera
las mismas entre algunos colonos.
ii) En la Regi�n del Pac�fico.A partir del a�o 1.513
Balboa inici� el proceso de ocupaci�n de las tierras Centroamericanas
del Pac�fico.
Como en los casos
ya tratados, el objetivo central consist�a en la apropiaci�n del
oro y las tierras (estas �ltimas para ser redistribuidas entre
los conquistadores y organizadas bajo los sistemas de hacienda
o de plantaci�n), lo que siempre iba asociado a la esclavitud
de los Pueblos dominados y al ingreso de habitantes de otras regiones
sometidos tambi�n a la esclavitud.
A la invasi�n sigui�
la introducci�n de algunas especies vegetales y de animales dom�sticos;
aquellas, acompa�adas del arado y otros instrumentos utilizados
en la agricultura Europea.
En tiempos de la
colonia la Regi�n exportaba metales, principalmente oro y plata,
adem�s de a�il y cochinilla. Como ya se expres�, la sustituci�n
de estos colorantes por las anilinas Alemanas implic� la introducci�n
del caf� (alrededor del a�o 1.880) con fines de exportaci�n en
reemplazo de aquellos.
Pero reci�n hacia
fines del siglo XIX y comienzos del XX las plantaciones de caf�
asumieron caracter�sticas de grandes empresas.
El cultivo se expandi�
al interior localiz�ndose en �reas situadas entre los 1.200 y
los 1.500 m.s.n.m. A partir de
entonces las exportaciones de caf� tienen alta signifcaci�n para
las econom�as de los Pa�ses Centroamericanos.
9.5. En Sudam�rica
i) En los Andes Septentrionales
La llegada de los Espa�oles a este territorio
tuvo como objetivos la b�squeda de oro, y de esclavos
para sus actividades en las Antillas. A ellas agreg� la recolecci�n
de perlas que abundaban en la Pen�nsula de Paria. Esta
�ltima actividad tendi� a disminuir sustantivamente hacia fines
del siglo XVI por agotamiento de la madreperla.
Los objetivos de los Espa�oles, con parciales acompa�amientos de Alemanes,
determinaron la transitoriedad de los asentamientos y la destrucci�n
de las culturas aut�ctonas a trav�s del exterminio de las
Etnias que habitaban este territorio.Panam� fue convertida
en el punto concentrador de la oferta de esclavos.
Reci�n en la tercera d�cada del siglo XVI comenz� la fundaci�n de asentamientos
permanentes, aunque lamentablemente el origen de ellos fue
el de establecer bases para las expediciones hacia el interior
del territorio en b�squeda de El Dorado. Los objetivos
siguieron siendo los mismos, desde 1.492 en adelante.
En el interior de este territorio los Chibchas implementaban una
agricultura intensiva produciendo ma�z, papas, quinoas
y batatas. Mediante el trueque con otras Etnias
(por sal, coca, frutas tropicales, entre otros productos)
acumulaban oro y esmeraldas.
La ileg�tima apropiaci�n de dichas riquezas, por los Espa�oles, determin�
el exterminio de <>la Poblaci�n Ind�gena.
En los Andes Septentrionales los Espa�oles y, en algunas �reas,
otros grupos Europeos, basados en el trabajo esclavo extra�an
la corteza de quina para la exportaci�n, situaci�n que se
prolong� hasta alrededor del a�o 1.880 en que se manifestaron
en plenitud los efectos negativos de la extracci�n no sostenible,
momento que coincidi� con una significativa disminuci�n del precio
de la quinina.
Tambi�n en la primera parte del siglo XIX se hab�a abandonado la producci�n
de a�il, que se exportaba desde Venezuela. Mientras
tanto, como en tiempos de la Colonia, continuaban manteniendo
su importancia el cacao y el az�car, complementados
posteriormente con el caf�.
ii) En los Llanos del Orinoco
La penetraci�n Espa�ola -
Alemana en Los Llanos se produjo reci�n
entre los a�os 1.536 y 1.541, pero fracas� en su intento
de apropiaci�n del territorio por la
resistencia Ind�gena, lo que limit� la fundaci�n
de pueblos.
De la misma manera fracasaron intentos de asentamientos de Ordenes Religiosas
implementados hacia mediados del siglo XVII, cuyo objetivo era
el de nuclear la poblaci�n Ind�gena en grandes pueblos.Hacia
comienzos del siglo XIX no quedaba en pie ninguna Misi�n.
A mediados del siglo XVI ocurri� la introducci�n de ganado europeo en
Los Llanos, constituy�ndose de all� en m�s en su principal
actividad econ�mica.
iii) En la �rida Costa Occidental
Antes de la invasi�n, ocurrida hacia fines de la
tercera d�cada del siglo XVI, los Ind�genas cultivaban principalmente
el ma�z, adem�s de yuca, batatas, frijoles y legumbres.
Pero en sus huertos produc�an tambi�n paltas (Persea
gratissima) y algod�n.Los animales dom�sticos eran
el perro y el conejillo de Indias.
Tambi�n revest�a una significativa importancia la pesca,
cuyos productos eran transferidos al Altiplano en trueque.En
la agricultura usaban el guano y el riego, y
constru�an terrazas.
Desde el inicio de la ocupaci�n los Espa�oles demostraron muy poco inter�s
por las �reas Costeras, por cuanto solo estaban interesados en
el oro del Imperio Incaico. Ello determin� el uso de los habitantes
costeros como "cargadores", bajo un r�gimen de muy cruel
esclavitud que pr�cticamente implic� el exterminio de los Ind�genas
de las Etnias que habitaban en la Costa.
iv) En los Andes Centrales
Se considera que en tiempos Prehisp�nicos era la Regi�n de Sudam�rica
con mayor densidad de poblaci�n.
La
ocupaci�n Espa�ola comenz�
por el Cuzco y su objetivo fue similar al reiteradamente
expresado: el enriquecimiento en el menor tiempo posible. Y para
ello apel� a mano de obra esclava, tanto para la actividad
minera y la producci�n de coca como para el transporte de la carga
en las expediciones. Y tambi�n, como en los casos ya citados,
ello implic� el exterminio de los habitantes de numerosos Pueblos
Ind�genas.
La derrota del Imperio Incaico
y la esclavitud de sus habitantes ocasion� el abandono de peque�os
centros poblados y de superficies usadas en la agricultura, y
a medida que se produc�a el agotamiento de yacimientos mineros
el abandono alcanz� tambi�n a las ciudades y pueblos utilizadas
como asentamientos para la poblaci�n involucradas en la explotaci�n
de aquellos.
Tales los casos, por ejemplo, de la Villa Imperial de
San Juan del Oro abandonada por el agotamiento de los yacimientos
de Carabaya, y las fluctuaciones (con clara tendencia decreciente)
en cuanto a la cantidad de habitantes por las que atraves� desde
la Colonia hasta tiempos recientes la ciudad minera de Potos�
(en tiempos de la Colonia su poblaci�n alcanz� niveles de alrededor
de 200 mil personas mientras que en la actualidad se encuentra
lejos de los 100 mil habitantes), en raz�n de su total dependencia
de la actividad minera.
En este territorio, desde la Colonia hasta hoy se contin�a con la extracci�n
de minerales; la cr�a de auqu�nidos, cabras, ovejas y burros,
usando el M�todo de Producci�n Pecuaria Tradicional, y cultivos
cuyas superficies son de escasa significaci�n, con claro predominio
de cebada y alfalfa (ambas ex�ticas), implementados
tambi�n mediante el uso de M�todos de Producci�n Tradicional que
han incorporado solo el arado y la tracci�n a sangre. El nivel
de nutrientes en los suelos cultivados obliga a establecer largos
per�odos de descanso (hasta 12 a�os), luego de pocos a�os de cultivo.
Esta Regi�n es importadora de la casi totalidad de los bienes requeridos
por su poblaci�n y exportadora de metales. En tiempos de la Colonia
� incluso en el siglo XIX y comienzos del XX exportaba oro
y plata; luego, hasta alcanzar una significativa importancia
que dur� hasta mediados del siglo XX, esta�o, destac�ndose
adem�s a nivel mundial como una de las principales extractoras
de tungsteno y una importante abastecedora de cobre.
v) En los Paisajes Boscosos del Este
La
poblaci�n TUPI GUARAN� que
habit� y habita las serran�as cubiertas de bosques (o Tierras Monta�osas del Este de Bolivia) result� una barrera pr�cticamente
infranqueable para los conquistadores y reci�n hacia fines del
siglo XIX pudo ser dominada, inici�ndose a partir de all� el poblamiento
por el hombre blanco y los Ind�genas del Altiplano.
Desde el punto de vista agr�cola su producci�n fue tradicionalmente para
el autoconsumo de los productores, destac�ndose el cultivo del
ma�z. Su base econ�mica comenz� a ser modificada a partir
del descubrimiento de petr�leo e inicios de su extracci�n,
cuyo volumen se constituy� en el principal componente del abastecimiento
nacional.
Forman tambi�n parte de estos Paisajes los bosques denominados Yungas,
Monta�a u Oriente, distingui�ndose tres fajas fitogeogr�ficas:
a) entre los 2.100 y los 3.500 m.s.n.m.se encuentran los denominados Bosques
Nublados (bosques bajo influencia fuerte de nubes), bosques
de ceja o cejas de monta�a ("Los Bosques Nublados en
el Tr�pico H�medo". T.Stadtmuller. UNU-CATIE, Turrialba,
febrero 1986),
b) debajo de los 2.100 y hasta los 1.200 m.s.n.m. se encuentran los llamados Bosques
serranos, en los que abundan los helechos arb�reos.
Entre la ceja y los bosques serranos se encuentra el llamado
�rbol de la Quina (Chinchona officinalis) y otras especies
del mismo g�nero. Hasta comienzos de la sexta d�cada del siglo
XX esta especie se encontraba todav�a sometida a una intensa explotaci�n
destinada al abastecimiento de la industria farmac�utica, aunque
ya desde el siglo XIX Java y Ceyl�n se hab�an convertido en los
principales abastecedores mundiales de esta materia prima, a partir
de que el bot�nico alem�n Hankarl introdujo esta especie, llevada
desde Am�rica a Java.
c) por debajo de los 1.200
m.s.n.m. empieza la Selva lluviosa tropical.
No obstante el
descubrimiento de oro en el Oriente y en las Yungas el poblamiento
por espa�oles en tiempos de la Colonia fue lento por la resistencia
de los Ind�genas que lograron destruir numerosas poblaciones mineras.
Reci�n en el siglo XX fueron establecidos grandes establecimientos
para la extracci�n de oro, mientras que desde el punto de
vista agr�cola, desde los tiempos prehisp�nicos a la fecha se
contin�a en las Yungas con los cultivos de coca. En el
siglo XX los cultivos incluyen plantaciones de caf� y de
cacao, aunque en peque�a escala. Las dificultades para
el transporte de la producci�n constituye a�n hoy una de las principales
restricciones para la expansi�n de los cultivos.
vi) En Chile Central (desde Vallenar hasta Los Angeles)
La poblaci�n Ind�genas, los ARAUCANOS, nunca fueron muy numerosos.Usaban la
azada y las principales especies cultivadas eran el ma�z,
la papa y los frijoles del pa�s (Phaseolus vulgaris).
Recolectaban frutos de especies nativas como la fresa
silvestre (Fragaria chilensis), la avellana (Quadia
heterophylla) y los pi�ones de la araucaria. Elguanaco,
era el �nico animal domesticado.
A este espacio lleg� Diego del Almagro en el a�o 1.535, pero al no encontrar
oro regres� al Per�. La efectiva ocupaci�n de estas tierras por
los espa�oles comenz� en 1.541 bajo las ordenes de Valdivia, quien
fund� en dicho a�o Santiago de la
Nueva Extremadura; en el 1.544 La Serena y en
el a�o 1.550 La Concepci�n. La resistencia
de los ARAUCANOS impidi� el avance espa�ol m�s all� del
r�o Maule. La lucha por el territorio, en la frontera sur, se
extendi� hasta avanzado el siglo XIX.
La importancia del oro en la econom�a de Chile Central perdi� prontamente
significaci�n, pero la miner�a de plata y cobre
fue incrementando la
extracci�n. No obstante ello, la actividad agr�cola
fue aumentando su importancia hasta convertirse en la base de
la econom�a de la Regi�n, situaci�n que se extendi� hasta el presente
Siglo aunque con un significativo aporte de la miner�a de cobre.
En los primeros tiempos de la Colonia el ma�z fue el cereal de
mayor importancia, mientras que superada la mitad del siglo XX
fue pr�cticamente sustituido por el trigo sin que ello
implique el autoabastecimiento de la demanda harinera.Los
cultivos de la vid y de frutales introducidos de Europa (principalmente
c�tricos) tuvieron dis�mil evoluci�n, siendo marcadamente superior
la correspondiente a la vid.
La estructura de tenencia
de la tierra en este territorio, como en casi todos los pa�ses
del "Nuevo Mundo", limit� seriamente las posibilidades
de expansi�n de la producci�n agr�cola hasta tiempos relativamente
recientes.
vii) En Chile Meridional (al sur del r�o Tolten)
Si bien los espa�oles se establecieron en el territorio en el transcurso
de los tiempos de la conquista, la verdadera ocupaci�n fue implementada
por alemanes a partir de mediados del siglo XIX, excepto Chilo�
que constituy� un asentamiento espa�ol t�pico.
En tiempos de la conquista la mayor concentraci�n de poblaci�n Ind�gena
ARAUCANA o MAPUCHE (sucedi� a una cultura de cazadores
y recolectores superiores que formaban parte de la Naci�n TEHUELCHE)
estaba localizada entre los r�os Tolt�n y B�o B�o, estim�ndose
que la asentada entre ellos totalizaba alrededor de 250.000 habitantes.
Practicaban una agricultura de secano, pero en menor escala que la agricultura
bajo riego implementada en Chile Central. Viv�an dispersos, no nucleados en Pueblos.La expansi�n de la agricultura
y posteriormente de la ganader�a en sustituci�n de una sustantiva
parte de aquella, cuando no el abandono de superficies luego del
agotamiento de los nutrientes de los suelos, ocurri� en la
segunda mitad del siglo XIX, como ya se dijo, luego de una
roza depredadora del bosque nativo ordenada por el director de
Colonizaci�n sobre 5.000 km� localizados en Osorno.
La ISLA CHILOEabarca alrededor de 8.500 km� y durante
la Colonia la actividad de poblamiento por los espa�oles careci�
de significaci�n debido a que sus recursos no posibilitaban procesos
de enriquecimiento en el corto plazo. En general, los habitantes
de la Isla trabajaban y trabajan parte del tiempo fuera de ella,
predominantemente en ocupaciones asalariadas.
viii) En la Patagonia Occidental
Este territorio tampoco result� atractivo para los espa�oles, por lo que reci�n pasada la mitad del siglo XIX comenz� su poblamiento
por alemanes y chilenos. En la �ltima d�cada de dicho siglo el
descubrimiento de tierras aur�feras en las Islas LENNOX y NUEVA
atrajo a numerosos aventureros que en poco tiempo agotaron los
yacimientos y abandonaron sus territorios, los que fueron ocupados
por la cr�a de ganado ovino, actividad que tambi�n se desarroll�
en la parte continental de este territorio en la segunda mitad
del siglo XIX.
ix) En el Noroeste Argentino
La mayor parte del territorio del Noroeste fue invadido por los espa�oles
desde el Per�, exceptuando Cuyo que fue ocupado desde Chile.La
resistencia ofrecida por los Pueblos CALCHAQUIES retard�
la conquista espa�ola hasta el a�o 1665 en que fue tomada
la capital, QUILMES, y la mayor parte de los sobrevivientes
se dispers� hacia el Este.Se supone que los MATACOS o WICHIS
descienden del Pueblo TONOCOTES.
La poblaci�n de este Territorio se encontraba bajo la influencia cultural
de los Pueblos del Per�. Por consiguiente practicaban
una agricultura bajo riego y avanzada tecnolog�a. Los espa�oles
introdujeron nuevas especies vegetales, que se sumaron a los cultivos
de ma�z y de papas, y animales dom�sticos.
En Cuyo fueron introducidos frutales, principalmente duraznero
y vid.
En el transcurso del �ltimo cuarto del siglo XVIII los espa�oles capturaron
en Colonia del Sacramento a portugueses provenientes de las Azores
y los instalaron en Mendoza y San Juan para el desarrollo de la viticultura.Durante la Colonia el vino
y el aguardiente constituyeron los �nicos productos susceptibles
de transporte hasta los lejanos mercados del Per�, el R�o de la
Plata y el Paraguay.
C�rdoba result�
importante para la actividad pecuaria bovina y mular, este �ltimo
con destino principal al mercado peruano.
El Noroeste inici� la expansi�n
de sus cultivos a medida que crec�a la demanda de alimentos en
la Regi�n Pampeana por
el proceso de colonizaci�n iniciado a partir de mediados del siglo
XIX, rompiendo as� la dependencia de su oferta respecto a la actividad
minera instalada en tiempos de la
Colonia. Como consecuencia de dicha mayor demanda
crecieron las ofertas de vino, az�car, aceite de oliva, hortalizas
y frutales en general.
x) En la Pampa (pampa = llanura)
Inicialmente, este territorio no result� atractivo debido a los resultados
de la resistencia aborigen, por lo que hasta fines del siglo
XVI los espa�oles no insistieron en la ocupaci�n de La Pampa. Antes de ello sometieron al Pueblo GUARANI
y fundaron Asunci�n (en Paraguay), posteriormente Santa Fe (en
Argentina) y luego Buenos Aires (en Argentina).
A partir de dichas fundaciones se form� el concepto de frontera, o sea
el l�mite entre las colonias espa�olas y el territorio que los
Abor�genes manten�an bajo su dominio.La expansi�n de las colonias
en este territorio se inici� reci�n en el siglo XIX por decisi�n
pol�tica de la Naci�n y la llegada de contingentes, cada vez m�s
numerosos, de inmigrantes europeos.
En la Pampa, hasta la llegada de los espa�oles el Pueblo QUERANDI viv�a
de la caza (guanaco, ciervo pampeano y
�and�) y la pesca.Con la llegada de los espa�oles
se introdujo el ganado europeo, lo que implic� agregar nuevas
especies a la
caza. En su nuevo dominio los espa�oles se dedicaron
principalmente a la cr�a de ganado, de cuya faena aprovechaban
fundamentalmente el cuero.Gradualmente, las existencias de
las especies pecuarias introducidas fue desplazando a las especies
de la fauna aut�ctona.
Hasta mediados del siglo
XIX la Pampa dependi� predominantemente, casi exclusivamente,
de la ganader�a. En la porci�n
Oriental de este territorio (o sea en el Uruguay), reci�n en la
sexta d�cada de dicho siglo comenz� a expandirse el cultivo de
trigo y maiz como consecuencia del establecimiento de una colonia
de suizos - alemanes, pero todav�a hasta fines de los a�os '50
del siglo XX las exportaciones pecuarias superaron en m�s de seis
veces las generadas por la agricultura.
En la Pampa Argentina
la gran transformaci�n ocurri� a partir de la segunda mitad del
siglo XIX, pero su consolidaci�n ocurri� a partir de 1883 con
la "modernizaci�n" de las explotaciones pecuarias y
la instalaci�n de la industria frigor�fica. Adem�s, hasta 1914,
en poco menos de 60 a�os hab�an ingresado al Pa�s alrededor de
4,5 MILL de inmigrantes. De �stos, poco m�s de la mitad proven�an
de Espa�a.
La importancia de la ganader�a
en la estructura productiva de Argentina se refleja en el hecho
de que hacia el a�o 1880 el valor de las exportaciones de los
productos generados por este sector (de manera casi excluyente
en la Pampa) constituyeron el 96 % del ingreso total por exportaciones
del Pa�s. Pero con el crecimiento de la oferta de los productos
de la agricultura dicha participaci�n fue disminuyendo hasta constituir
alrededor de 24% en el a�o 1929.
Hasta 1883, el principal problema de los ganaderos fue el de encontrar
un proceso de conservaci�n de las cualidades nutritivas y del
sabor de la carne luego del largo viaje a los mercados europeos,
ya que la carne seca y salada solo era aceptada por las tripulaciones
de los barcos y los esclavos negros.
Al iniciarse el siglo XX
se introdujo un procedimiento superior al congelado, el enfriado,
que posibilit� a los frigor�ficos de capital norteamericano superar
a los de capital ingl�s en la disputa por los mercados, obligando
a la firma de un acuerdo que implic� la redistribuci�n de aquellos.
El acuerdo dur� hasta comienzos de la segunda d�cada del siglo,
a partir de lo cual se inici� un marcado dominio de los norteamericanos
que, en lo inmediato, oblig� al cierre de algunos establecimientos
de capital ingl�s.
La guerra salv� al resto de los establecimientos y posibilit� la firma
de sucesivos nuevos acuerdos de redistribuci�n del mercado. La
competencia entre los capitales de ambos pa�ses fue una constante
que mostr� el sostenido avance del capital de origen norteamericano
en el mercado de carnes. Esta competencia tuvo significativa incidencia
en la "modernizaci�n" de las explotaciones pecuarias,
que incluy� la expansi�n de la superficie cultivada con forrajeras,
principalmente con alfalfa.
La crisis ganadera iniciada
en 1921 di� lugar a una fuerte expansi�n de la agricultura que
pas� a ocupar superficies usadas por la actividad pecuaria y dio
lugar a un aumento de la presencia de las formas de tenencia "no
propietario"; principalmente la forma "arrendatario".
Como resultado de ello la
superficie total sembrada, que en el per�odo agr�cola 1920/21
fue de alrededor de 12,5 MILL de hect�reas, en el a�o 1930/31
pas� a totalizar poco m�s de 26,2 MILL, mientras que las exportaciones
de los productos agr�colas y derivados, entre dichos per�odos,
pasaron de 6,6 MILL de toneladas (a�o 1921) a 16,7 MILL (a�o 1931),
con grandes fluctuaciones en los a�os intermedios, pero con una
tendencia claramente definida.
Entre los a�os extremos
citados en el p�rrafo anterior las existencias bovinas pasaron
de 28,1 MILL a 32,2 MILL de cabezas, las ovinas disminuyeron de
46,1 MILL a 44,4 MILL, las porcinas aumentaron de 3,2 MILL a 3,8
MILL y las caballares de 9,4 MILL a 9,9 MILL.
xi) En la
Patagonia Oriental
Este territorio abarca alrededor de 700 mil km�. En el a�o 1581 los espa�oles decidieron su ocupaci�n para cerrar el
paso a los piratas por el Estrecho de Magallanes, pero no consiguieron
su objetivo. Dos siglos y medio despu�s el Gobierno de Chile resolvi�
crear un establecimiento penitenciario en este territorio instalando
el Fuerte Bulnes, que poco despu�s, en el a�o 1849, fue trasladado
un poco m�s al norte dando lugar a la fundaci�n de Punta Arenas.
En las �ltimas d�cadas del siglo XIX se descubri� oro en Tierra del Fuego
y en el norte del estrecho de Magallanes.Esto di� lugar a un significativo flujo de poblaci�n de
origen europeo, principalmente del norte. No obstante la riqueza
de los yacimientos, pronto fueron agotados. Parte de sus nuevos
habitantes migraron y otros se incorporaron a la caza de focas
y nutrias, mientras que la actividad de cr�a de ovinos se instal�
reci�n en la �ltima d�cada del siglo, localizada en Tierra del
Fuego y al pie de la Cordillera.
Posteriormente, en la costa
del Atl�ntico se fundaron Puerto Gallegos y Puerto Santa Cruz
para el embarque de carne congelada de carnero. En diversas partes
del territorio, desde fines de primera d�cada del siglo XX se
viene descubriendo la existencia de petr�leo y gas natural, mientras
que a 260 km de Puerto Gallegos se
encuentran localizados los �nicos yacimientos carbon�feros argentinos
de importancia.
El poblamiento del norte
de la Patagonia por europeos se inici� en el noreste y contin�o
hacia el sur a lo largo de la
costa Atl�ntica. As�, colonos Galeses se establecieron
en 1863 a lo largo del curso inferior
del r�o Chubut y desde all� avanzaron hacia el oeste hasta las
depresiones al pie de los Andes. Un poco m�s tarde, en 1884, se
construy� un canal de 50
km de longitud para el riego de 20 chacras
localizadas en" Colonia Roca", que funcion� irregularmente
hasta su destrucci�n por una inundaci�n ocurrida en el a�o 1899,
pero nunca lleg� a regar m�s de 1000 hect�reas.
Pero el poblamiento de la
Patagonia por colonos europeos y de otro origen comenz� luego,
y como resultado de la operaci�n militar conocida como "Conquista
del Desierto" (que finaliz� hacia fines de los a�os 70 del
siglo XIX y dio lugar al surgimiento de grandes latifundios),
as� como por una necesidad de defensa nacional frente a la posibilidad
de un enfrentamiento militar con Chile, que dio lugar a la construcci�n
del ramal ferroviario Bah�a Blanca - Neuqu�n, finalizado en el
a�o 1902.
Las inundaciones por las
crecientes del r�o Limay cubrieron parte de las v�as y motivaron
la construcci�n de una obra reguladora en su naciente (el Lago
Nahuel Huap�) y posteriormente, en el a�o 1909,
a la sanci�n de una ley de riego cuya implementaci�n
dio lugar a la construcci�n del Dique Contralmirante Cordero y
un canal alimentador de riego hasta el extremo oriental del Alto
Valle, adem�s del resto de los canales necesarios. Ello posibilit�
el establecimiento de colonias agr�colas que hacia fines de los
a�os '22 regaban alrededor de 45.000 hect�reas
(ha), en el a�o 1929 53.000
ha, en 1945 57.000 ha y en 1968 60.000 ha divididas en poco
m�s de 6.000 lotes.
Tambi�n en el siglo XX se
fundaron otras peque�as colonias bajo riego, pero la principal
actividad agropecuaria del territorio estuvo constituida por la
cr�a de ganado ovino cuyas existencias en el a�o 1960 totalizaron
m�s de 24 MILL de cabezas, de las cuales alrededor de 5 MILL correspondieron
a la porci�n chilena del territorio.
La mayor porci�n del territorio
fue gradualmente incorporada (principalmente entre 1879 y los
a�os del primer cuarto del siglo XX) a la cr�a de ganado ovino
a medida que avanzaba el exterminio de sus antiguos poseedores
(con la activa y determinante participaci�n del Estado Nacional
en las cruentas acciones que, en la historia de la Patagonia,
constituyeron la continuidad de la llamada "Conquista del
Desierto", aunque en ambos casos el "desierto"
era inexistente y su superficie ten�a leg�timos poseedores): los
Pueblos o Naciones Abor�genes que a la llegada de los espa�oles
eran los gen�ricamente denominados TEHUELCHES (sobre los cuales
se impuso luego el Pueblo ARAUCANO o MAPUCHE), los PEHUENCHES
primitivos, los GUAICARAS y los ONAS. Entre las v�ctimas del exterminio
se encuentran tambi�n significativas cantidades de criollos que
prestaban servicios en "Estancias".
De todos estos
Pueblos, cuyas magnitudes en tiempos del inicio de la ocupaci�n
de sus territorios permanecen en el misterio, solo sobreviven
los MAPUCHE en la agon�a de los Pueblos imposibilitados de realizar
sus propios procesos de desarrollo.
xii) En el Gran Chaco
Es la denominaci�n gen�rica
de las tierras bajas localizadas en el centro de Am�rica del Sur,
que bajan desde el pie de los Andes (l�mite oeste) hacia las m�rgenes
de los r�os Paraguay - Paran� (l�mite este). El l�mite norte de
este territorio est� en las serran�as de Chiquitos y las sabanas
del Mamor�, mientras que el l�mite sur se sit�a en una l�nea imaginaria
que une el centro de la provincia Santa Fe
con el centro norte de la
provincia C�rdoba (ambas en territorio Argentino).
Su superficie es de alrededor de 850.000 km�.
La primera invasi�n a este
territorio ocurri� en el a�o 1522 y estuvo a cargo del portugu�s
Alejo Garc�a, qui�n penetr� en b�squeda de oro acompa�ado en su
misi�n por unos 2.000 GUARANIES.
No obstante el �xito, en
cuanto al saqueo a Pueblos Abor�genes, fue obligado a retroceder.
Posteriormente ocurrieron numerosas migraciones de Guaranies desde
el Paraguay y el Paran� en b�squeda de asentamientos en el interior
del Gran Chaco. Los intentos espa�oles de apoderarse del territorio
fracasaron por la resistencia de los Abor�genes.
En plena �poca de la Colonia
la penetraci�n en el territorio estuvo a cargo de los ganaderos,
siempre en guerra con los Pueblos Abor�genes. La conquista de
esta Regi�n fue lenta y reci�n en el a�o 1885 la frontera norte
de la porci�n del territorio sometida a proceso de ocupaci�n,
por los europeos, lleg� hasta la margen sur del r�o Bermejo, inici�ndose
un largo y cruento proceso de exterminio de la poblaci�n Aborigen
(�finalizado? avanzada la primera mitad del siglo XX) y de destrucci�n
de recursos naturales renovables (�detenido? luego de mediados
del siglo XX), con sus obvias consecuencias sobre la biodiversidad,
entre otros efectos negativos.
A partir de 1885
la frontera norte del territorio ocupado sigui� avanzando y con
ella la explotaci�n forestal y pecuaria mediante el uso de M�todos
de Extracci�n altamente destructivos de la flora y la fauna, y
M�todos de Producci�n extensivos y tecnol�gicamente atrasados,
respectivamente.
Los Pueblos Abor�genes
que a�n habitan en relativo aislamiento en esta Regi�n tuvieron
hasta tiempos recientes como alimento importante los frutos del
algarrobo, de la tusca, del cha�ar y del mistol, as� como la carne
resultante de la caza de especies de la fauna aut�ctona y de la
pesca.
La realizaci�n de cultivos est� determinada por las irregulares precipitaciones
pluviales. Algunos grupos Abor�genes cr�an animales dom�sticos
introducidos en tiempos de la Colonia.
Hacia mediados
de la tercera d�cada del siglo XX se inici� una r�pida y sostenida
expansi�n del cultivo del algod�n que atrajo migrantes europeos.
A mediados del siglo XX la superficie sembrada con esta especie
super� las 600.000 ha.
La porci�n del territorio
situada al norte del r�o Pilcomayo (o Chaco Boreal) fue asiento
de una primera colonizaci�n reci�n entre los a�os 1926 y 1930,
radicando en su superficie unos 4.000 Menonistas de or�genes Canadiense
y Ruso. Estos introdujeron la agricultura en �reas que se hab�an
caracterizado por ser sedes de extracciones de especies forestales
maderables. Hacia mediados de los a�os '50 la poblaci�n Menonita
superaba la cantidad de 8.000 habitantes distribuidos en 73 pueblos
peque�os.
xiii) En los Llanos del Mamor�
Este territorio corresponde
a las tierras bajas que separan los sistemas monta�osos de los
Altiplanos Brasile�os y los Andes Centrales, y coincide muy aproximadamente
con la Moxitania o Gran Moxo, ocupada por los Jesuitas con sus
Misiones. Se trata de una Regi�n de sabanas tropicales situadas
en el noreste Boliviano, estim�ndose que antes de la llegada de
los espa�oles estuvieron pobladas por unos 350.000 habitantes
distribuidos en numerosos Pueblos Abor�genes.
La penetraci�n espa�ola en este territorio se realiz� hacia el a�o 1617,
sin que fueran encontradas las riquezas que la motivaron. Pero luego
de esa primera expedici�n la Regi�n debi� soportar frecuentes
invasiones de cazadores de esclavos.
Entre los a�os 1668 y 1767 esta Regi�n fue considerada territorio misional
de los Jesuitas, quienes iniciaron un proceso de construcci�n
de aldeas misionales para concentrar en ellas a la poblaci�n aborigen,
a fin de defenderla de los esclavistas.En el a�o 1731 hab�an
21 misiones con 35.250 abor�genes en la provincia de Moxos y 7
misiones con 12.000 en la provincia de Chiquitos. La expulsi�n
de los Jesuitas dio lugar al exterminio de la
poblaci�n Aborigen y los pocos sobrevivientes
emigraron a los bosques.
En general, tanto
los espa�oles como los posteriores esclavistas y los misioneros
Jesuitas encontraron un ecosistema transformado por la poblaci�n Aborigen
para solucionar los problemas generados por la sucesi�n estacional
de inundaciones y sequ�as, y la predominancia de suelos pobres
para la agricultura. Las
investigaciones de E. Nordenskjold demostraron que esta regi�n
estuvo densamente poblada, alimentada principalmente con el producto
de cultivos intensivos, con manejo del agua, terraplenes y mont�culos.
En tiempos de la invasi�n
los habitantes de estos Llanos (o sea, principalmente los Pueblos
SIRIONOS, CHAKABOS, MOXOS y BAURES; los dos �ltimos, del Grupo
ARAWAKOS, eran los m�s numerosos) se mantuvieron bastante aislados
respecto a los Pueblos de los Andes Centrales, separados por las
Yungas. Los Moxos y los Baures ocupaban la sabana y los otros
Pueblos la selva.
En tiempos m�s recientes,
siglo XIX y primera parte del XX, la econom�a de los nuevos habitantes
de la Regi�n tuvo como base de sustentaci�n la cr�a extensiva
de ganado vacuno, aunque con grandes restricciones de v�as de
comunicaci�n con su mercado natural. Dicha restricci�n s�lo fue
superada transitoriamente desde comienzos del siglo XX hasta el
a�o 1913, como consecuencia del auge de la demanda por caucho
de la Amazonia.
Tambi�n en ese lapso de
auge los Abor�genes sobrevivientes de las anteriores invasiones
fueron utilizados como mano de obra de bajo costo, al margen de
la Ley. Las enfermedades del
tr�pico h�medo "completaron" en la primera d�cada del
siglo XX el exterminio de los Pueblos Abor�genes, iniciado en
tiempos de la invasi�n.
Las actividades productivas
de los nuevos habitantes de Los Llanos est�n circunscriptas, principalmente,
a los cultivos desarrollados en las m�rgenes de los r�os navegables
y la cr�a de ganado bovino, as� como a la extracci�n de caucho.
En el a�o 1995 la poblaci�n de
los Llanos fue estimada en unas 90.000 personas, mientras que
en el a�o 1974 la poblaci�n aborigen fue calculada en aproximadamente
37.400 habitantes.
xiv) En la Llanura al Este del Paran� - Paraguay
La porci�n norte de esta Regi�n
es la
denominada Depresi�n del Paraguay Septentrional y abarca alrededor
de 100.000 km�. Contiene el Gran Pantanal. En
la margen norte del Pantanal se extiende una fracci�n angosta
de selva lluviosa tropical. Debido a las restricciones citadas,
la escasa
poblaci�n de los pueblos MBAYAS y PAYAGUAS viv�a de la caza y la pesca, mientras que en mont�culos artificiales plantaban
palma akuri. Para su alimentaci�n utilizaban, adem�s de lo citado,
la m�dula de la
palma Caranday.
En los primeros
tiempos de la invasi�n los espa�oles fundaron Asunci�n, localizada
en la porci�n sur (denominada Lomerios del Paraguay y de Corrientes)
de la Regi�n, y de dicha ciudad partieron las primeras exploraciones
del territorio. Pero la ocupaci�n moderna del mismo se inici�
desde el norte en el a�o 1772, a partir del descubrimiento
de oro en los sedimentos aluviales de Cuiab�, dando lugar a la
fundaci�n de la ciudad de igual nombre.
Con dicho poblamiento se
inici� la cr�a extensiva de ganado vacuno que transform� al Pantanal
en �rea ganadera. Cronol�gicamente, a la fundaci�n de Cuaib� sigui�
la de Corumb�, que adquiri�
importancia reci�n a partir de la extracci�n de caucho y su transporte
fluvial por el R�o Paraguay, hasta ella, que era utilizada como
centro de comercializaci�n.
A partir de la Segunda Guerra Mundial
se inici� la extracci�n de minerales de hierro y manganeso en
las cercan�as de Corumb�, reactivando el funcionamiento de esta
poblaci�n que permanec�a casi estacionaria desde la finalizaci�n
del auge de la demanda por caucho.
En la porci�n sur de la Regi�n, o "Depresi�n Meridional", se encuentran numerosos lagos y pantanos. El mayor de ellos es la
Laguna del Iber�. En esta parte de la Regi�n se encuentra
la palmera Cocos
yatay, en serio peligro de extinci�n por cuanto sus reto�os
sirven de alimento al ganado vacuno. Es abundante la poblaci�n
de la especie Ilex paraguayensis
(o yerba mate).
En tiempos de la llegada de los espa�oles, esta parte de la Regi�n estaba
habitada por el Pueblo GUARANI. En el a�o 1732 se estim� en 140.000
la cantidad de sus miembros. Era un Pueblo cazador y pescador
pero prefer�a habitar en los bosques. Cultivaba ma�z, yuca y batatas
y practicaban una agricultura itinerante.
En tiempos de la Colonia cultivaban trigo, arroz y la vid (introducidos
desde Europa), agreg�ndose luego la ca�a de az�car
y el tabaco, as� como frutales, principalmente c�tricos
y durazneros.
Asunci�n, fundada en el
a�o 1537 era utilizada como base para las excursiones de los espa�oles
en el resto del territorio. Desde dicha ciudad partieron los fundadores
de las hoy ciudades de Santa Fe (a�o 1573) y de Buenos Aires (a�o
1580), en el territorio de la
hoy R. Argentina, las que deb�an servir de apoyo
a la navegaci�n de los barcos que llegaban de Europa con destino
a Asunci�n.
Tambi�n en esta parte de la Regi�n los Jesuitas implementaron un din�mico
proceso de nucleamiento de la poblaci�n Aborigen
en Misiones, lo que implic� imponer fuertes restricciones a los
encomenderos y a la consiguiente explotaci�n de la poblaci�n Aborigen.
En las Misiones, los Jesuitas introdujeron instrumentos de hierro para
la labranza y, en general, modernos m�todos de producci�n agropecuaria
y especies vegetales, principalmente frutales. Adem�s, establecieron
estancias ganaderas en la Pampa (hoy, territorio argentino) para
el abastecimiento de carne a las Misiones e iniciaron procesos
de comercializaci�n de los productos obtenidos en las superficies
bajo usos agr�colas en ellas, principalmente yerba mate.
A partir de mediados
del siglo XVIII, con la firma del tratado de l�mites entre Espa�a
y Portugal, se inici� un proceso de acelerada decadencia en las
Misiones. Los Guaran�es se opusieron al tratado pero fueron derrotados
por los ej�rcitos de ambos Pa�ses luego de casi seis a�os de cruentas
batallas.
Como consecuencias de ello
las siete Aldeas Misionales quedaron destruidas al igual que el
proyecto Jesuita en la Regi�n, sobre todo con la expulsi�n de
�stos en el a�o 1767. No obstante ello, en el a�o 1814 viv�an
alrededor de 28.000 Guaran�es distribuidos en unas treinta peque�as
Misiones, pero ya hacia el a�o 1848 los sobrevivientes no superaban
la cantidad de 5.300 personas. Luego, el bosque volvi� a cubrir
los antiguos campos de labranza del proyecto Jesuita.
La decadencia en
la Regi�n qued� "consolidada" por la acci�n sucesiva
de los corruptos administradores colonialistas, err�neas pol�ticas
gubernamentales y la guerra (a�os 1865-1870) de la denominada Triple Alianza, al menos, de vergonzoso
recuerdo.
Los esfuerzos de colonos europeos por establecerse en el Paraguay desde
las �ltimas d�cadas del siglo XIX terminaron generalmente en el
fracaso, exceptuando el caso de la colonia alemana San Bernardino
que se convirti� con el correr del tiempo en un centro de la industria
l�ctea. En la primera parte del siglo XX los productos de mayor
importancia en la Regi�n fueron el tabaco y los c�tricos (naranjas),
ambos de exportaci�n.
xv) En la
Costa Brasile�a (desde el Cabo San Roque
hasta R�o de Janeiro)
En el a�o 1500 se produjo el primer desembarco en la costa brasile�a habitada
por TUPIS, pero a�n durante las primeras d�cadas del siglo
XIX exist�an territorios ocupados por Pueblos Abor�genes libres.
La resistencia de �stos fue vencida reci�n hacia mediados de dicho
siglo y los sobrevivientes migraron al interior del Pa�s.
Los TUPIS practicaban una agricultura migratoria, adem�s de la caza, la
pesca y la recolecci�n de frutos silvestres. Usaban hachas de
piedra y azadas y cultivaban mandioca, ma�z, frijoles, man�, batatas
y algod�n.
Los franceses ejercieron un intenso comercio son los Pueblos TUPIS, obteniendo
de ellos maderas tint�reas, pimienta, algod�n, entre otros productos,
y diversas especies de aves que transportaban a Europa, y entregando
en cambio hachas (para la roza en la selva), cuchillos, tijeras,
armas de fuego (que eran utilizadas por los TUPI, principalmente,
en respuesta a la agresi�n de los portugueses que intentaban esclavizarlos
para el trabajo en las plantaciones).
Entre los a�os
1503 y 1532, los franceses fueron en esta Regi�n casi los exclusivos
interlocutores del Pueblo TUPI, pero a partir del citado �ltimo
a�o se inici� una significativa invasi�n portuguesa y la consiguiente
confrontaci�n armada con los franceses y sus aliados Abor�genes
que fueron derrotados finalmente hacia fines del siglo XVI.
Los portugueses iniciaron la colonizaci�n mediante empresas privadas que
siguieron con el comercio de maderas tint�reas, pero incorporaron
la plantaci�n de ca�a de az�car. Este cambio de modelo implic�
para los Abor�genes la reducci�n a la esclavitud, la muerte, o
el exilio al interior del territorio, y la consiguiente sustituci�n
por esclavos de raza negra. O sea, un cambio similar al ocurrido
en la casi totalidad de Am�rica Latina y El Caribe.
Pero a medida que los TUPIS
iban siendo v�ctimas de la pol�tica de ocupaci�n portuguesa, avanzaban
desde el interior los Pueblos AIMORES, excelentes guerreros
que ocasionaron grandes da�os en las plantaciones y p�rdidas de
vidas humanas portuguesas y esclavos negros. Dichos Pueblos constituyeron,
hasta mediados del siglo XIX, un dif�cil obst�culo a la consolidaci�n
de los asentamientos portugueses, no obstante lo cual �stos avanzaron
en la construcci�n de grandes haciendas.
Cabe mencionar que desde
el a�o 1629
a 1654 la parte norte de esta Regi�n estuvo
ocupada militarmente por los holandeses. Su permanencia fue corta
pero ocasion� graves da�os a la econom�a portuguesa e implic�
la destrucci�n de la ciudad de Olinda y su sustituci�n por Recife.
Desde fines de la primera d�cada del siglo XIX se inici� un largo proceso
de colonizaci�n del territorio por europeos. As�, se registran
asentamientos de colonos portugueses, alemanes, suizos e italianos.
La zona que abarca desde Bah�a hasta Espir�tu Santo se constituy�,
a partir de la primera mitad del siglo XIX, en un importante productor
de cacao obtenido en grandes plantaciones monocultivadoras, desplazando
en importancia a la ca�a de az�car. En el resto del territorio,
tanto al norte como al sur, la ca�a de az�car mantuvo su importancia.
xvi) En San Pablo
En los inicios de la �poca Colonial la
Capitan�a General de San Pablo estaba compuesta por los actuales
Estados de Minas Gerais, Paran�, Goi�s, Mato Grosso (que entre
los siglos XVIII y XIX se fueron separando de San Pablo) y San
Pablo. Desde este �ltimo se inici� la exploraci�n al resto del
territorio.
Antes de la ocupaci�n
por europeos, la planicie costera y el interior estaban habitadas
por GUARANIS y TUPIS nucleados en grandes Aldeas, dedicados al
cultivo de especies vegetales (principalmente ma�z), la caza y
la pesca.
En el a�o 1532
se inici� el proceso de subdivisi�n y privatizaci�n de las posesiones
portuguesas en Brasil, dando lugar a la instalaci�n de colonias
con inmigrantes europeos. La primera de ellas, San Vicente, se
asent� en una isla de la que previamente hab�an sido expulsados
los TUPIS. Hoy constituye uno de los suburbios de la ciudad de
Santos. Dichas colonias iniciaron el proceso de cultivo de la
ca�a de az�car en la faja costera de la Regi�n.
En el interior
los Jesuitas fundaron cuatro Misiones (San Pablo, Santiago, San
Juan y Esp�ritu Santo) y la ruta desde la costa hasta ellas. Esta
fue de gran significaci�n para el comercio. La protecci�n de los
Abor�genes por los Jesuitas restringi� a las haciendas las posibilidades
de obtenci�n de mano de obra esclava, por lo que los cazadores
- abastecedores de ella tuvieron que internarse en el territorio
en su b�squeda, lo que dio lugar a enfrentamientos con los intereses
espa�oles a partir del a�o 1628, as� como al abandono de Misiones
por los Jesuitas que finalmente fueron expulsados de San Pablo
en el a�o 1640.
A mediados del
siglo XVII y en las primeras d�cadas del XVIII los Paulistas descubrieron
oro en Minas Gerais, y hacia fines de dicho siglo la poblaci�n Aborigen
de San Pablo pr�cticamente estaba extinguida como consecuencia
de la esclavitud, la resistencia a la invasi�n europea y las enfermedades
introducidas por los miembros de �sta.
Debido a su situaci�n econ�mico
- financiera, a principios del siglo XIX San Pablo deb�a recibir
subsidios para el mantenimiento de su administraci�n. Los rendimientos
de sus cultivos agr�colas (fundamentalmente ca�a de az�car y ma�z)
hab�an decrecido considerablemente, la superficie forestal era
de escaso valor y la actividad pecuaria estaba basada en la cr�a
extensiva de vacunos. Adem�s, el territorio estaba distribuido
entre pocos latifundistas que exportaban cueros y carne seca a
las grandes concentraciones humanas del norte del Brasil.
Pero tambi�n a principios
del siglo XIX se inici� el cultivo del caf� en el valle del Para�ba,
en superficies desmontadas al efecto, manteni�ndose como principal
productor hasta el primer lustro del �ltimo cuarto de dicho siglo.
La abolici�n de la esclavitud, declarada en el a�o 1888, coincidi�
con el agotamiento de los nutrientes de los suelos y la consiguiente
ruina econ�mica de la Regi�n.
Las superficies cafetaleras cambiaron
a uso pecuario y agr�cola (arroz y huerta), mientras que el cultivo
del cafeto pas� a ocupar superficies en el Estado de San Pablo
respondiendo a las demandas del mercado externo. Esto ocurri�
entre los a�os 1885 a 1900. La abolici�n de la esclavitud no afect�
tanto a este, debido a que desde 1847
su Gobierno realiz� esfuerzos tendientes al poblamiento de su
territorio con inmigrantes, principalmente de origen alem�n, y
desde el a�o 1890 fundamentalmente de origen italiano.
En el siglo XX
San Pablo se constituy�, con altibajos, en el principal mercado
del caf�, pero tambi�n fue el asiento de un significativo desarrollo
industrial y hacia fines de los a�os '40 constitu�a el principal
centro industrial de Sudam�rica. El algod�n, el tabaco, el caf�,
el cuero y la madera, entre otras materias primas de origen agropecuario,
impulsaron sendas industrias que produjeron y producen para el
mercado interno y la exportaci�n. Entre las fuentes de energ�a se destacaba
la biomasa forestal que satisfac�a alrededor de 50 % de la demanda
regional de energ�a.
La extracci�n de dicha biomasa forestal fue realizada y se realiza a�n
sin el acompa�amiento de un manejo sustentable de los bosques
nativos. Por otra parte, la selecci�n de especies forestales ex�ticas
para extensas plantaciones ha ocasionado efectos ambientales negativos
a�n no evaluados.
La tendencia hacia
el agotamiento de los recursos forestales nativos motiv� el desarrollo
de aprovechamientos hidroel�ctricos en la Regi�n.
En el transcurso de la cuarta d�cada del siglo XX el caf� comenz� a perder
importancia inici�ndose una diversificaci�n de cultivos, principalmente
con el algod�n. Cabe se�alar que San Pablo es la principal zona
algodonera y arrocera del Brasil, siendo tambi�n importantes los
cultivos de ma�z, naranjas, pi�as, pl�tanos y vid.
xvii) En el Brasil Meridional
Este territorio abarca los actuales
Estados Brasile�os de Paran�, Santa Catarina y R�o Grande del
Sur, incluyendo adem�s, a los fines estrictamente descriptivos
de la Regi�n, la Provincia de Misiones (Argentina) y el este del
Paraguay.
Las cinco partes componentes de
la Regi�n est�n pobladas, predominantemente, por productores agropecuarios
localizados en explotaciones cuyas escalas de tenencia de la tierra
corresponden a los tipos de medianos y peque�os productores.
En los tiempos
previos a la ocupaci�n por europeos este territorio estaba habitado
por poblaci�n GUARANI-TUPIS que, como se dijo en otros puntos,
eran cultivadores, cazadores y pescadores. Las Misiones Jesu�ticas,
como en otras regiones, protegieron a dichas poblaciones del trato
dado por los portugueses, pero �stas corrieron la misma suerte
que la poblaci�n Aborigen residente en el resto de las
Misiones, al ser expulsada dicha orden religiosa en el a�o 1767.
A fines del siglo
XVIII el interior del territorio de esta Regi�n permanec�a relativamente
virgen, en especial sus ecosistemas forestales, pero las incursiones
de los esclavistas pr�cticamente hab�an exterminado la poblaci�n Aborigen. En
la costa, la producci�n agropecuaria ten�a caracter�sticas de
alta precariedad. El arado era pr�cticamente desconocido. Entre
los cultivos predominaban los de ma�z, frijoles, mandioca y ca�a
de az�car, mientras que las carnes proven�an de la pesca y de
la cr�a de ganado vacuno.
En el siglo XIX
comenz� el poblamiento europeo a trav�s de la colonizaci�n, principalmente
por alemanes emigrados de las zonas rurales pobres. Se introdujo
el arado y la pr�ctica de la rotaci�n de cultivos. Entre el primer
cuarto y mediados del citado siglo llegaron a R�o Grande del Sur
alrededor de 7.500 alemanes y en los a�os siguientes dicho n�mero
se increment� sustancialmente. Las colonias estaban integradas
por parcelas de menos de 100 hect�reas, por lo
que su poblamiento se diferencia netamente de lo ocurrido en la
Pampa y en San Pablo.
Posteriormente,
las corrientes migratorias estuvieron compuestas por italianos,
polacos y luso - brasile�os. En las d�cadas de los a�os
'20 a '50, del siglo XX, se desarroll� en el centro norte
del E� de Paran� un nuevo e importante n�cleo cafetalero, que
poco a poco fue sustituyendo una parte importante de la producci�n
de San Pablo. As�, en el a�o 1959-60 el E� San Pablo export� alrededor
de 15,5 MILL de sacos (de 60 kg cada uno, o sea alrededor
de 930 mil tn) de caf� y el E� Paran� 19,5 MILL de sacos
(aproximadamente 1,2 Millones de tn.
La incorporaci�n
de Misiones (Argentina) al cultivo se realiz� mucho despu�s que
el territorio del Brasil Meridional, sobre la base de latifundios
y de colonos descendientes de los alemanes que hab�an llegado
al Brasil. La expansi�n de los cultivos se realiz� previa roza
de los bosques nativos. En el territorio paraguayo que integra
esta Regi�n, reci�n a fines del siglo XIX se inici� el cultivo
de la yerba de mate. En la cuarta d�cada del siglo XX se incorpor�
el cultivo del tung (Aleuritis fordii) y a partir de la Segunda Guerra Mundial
el cultivo del t� chino.
xviii) En Minas Gerais
Este territorio abarca alrededor
de 582 mil km� y debe su nombre a su excepcional riqueza en miner�a.
Antes de la llegada de los portugueses, al parecer, este territorio
se encontraba pr�cticamente despoblado, pero los pocos Abor�genes
que hab�an fueron exterminados o esclavizados por aquellos.
El poblamiento
del territorio se inici� desde San Pablo luego del a�o 1673. Entre
fines del siglo XVII y comienzos del XVIII los exploradores descubrieron
numerosas minas de oro en el sur, generando una fuerte corriente
migratoria hacia ellas. La actividad extractiva de oro detuvo
la cacer�a de esclavos abor�genes y su reemplazo por mano de obra
esclava de la raza negra. La explotaci�n de los yacimientos dio
lugar al surgimiento de pueblos y ciudades, entre los que se destaca
Villa Rica fundada en el a�o 1711 y luego bautizada como Ouro
Preto.
La demanda de esclavos con
destino a los yacimientos de oro hizo subir la cotizaci�n de aquellos
en desmedro de los requerimientos de mano de obra por las plantaciones
de ca�a de az�car.
A mediados del siglo XVIII
la extracci�n de oro alcanz� su m�ximo nivel ocupando la
tercera parte de la poblaci�n de Minas Gerais. Desde fines del
citado siglo y hasta la segunda d�cada del siguiente la extracci�n
declin� de manera persistente, pero aun hoy, avanzada la segunda
mitad del siglo XX, aquella contin�a.
Adem�s, en el transcurso
de la tercera d�cada del siglo XVIII se descubrieron yacimientos
de diamantes, dando lugar a la fundaci�n de Diamantina. La abundancia
de la exportaci�n a Europa ocasion� hacia fines de la cuarta d�cada
de dicho siglo una significativa ca�da del precio.
Hacia mediados del siglo
XX los diamantes brasile�os, respecto a los de origen africano,
carecen de importancia en el mercado mundial.
Desde mediados del siglo XVIII, simult�neamente,
mientras decrec�a la importancia de la miner�a aumentaba la de
la agricultura y la ganader�a en base a la distribuci�n de tierras
en unidades de tama�o mediano y peque�o. El ma�z, la ca�a de az�car
y el caf� llegaron a ser sus productos principales.
xix) En Brasil Central
Esta Regi�n de las serran�as del interior del
Brasil abarca los Estados Mato Grosso, Goi�s y el sur de Amazonas
y Par�. A�n hoy se encuentra parcialmente colonizada, existiendo
�reas no suficientemente exploradas. La colonizaci�n de los dos
primeros Estados mencionados se debi� al descubrimiento de tierras
aur�feras, pero antes de ello constituyeron territorios libres
para la cacer�a de esclavos con destino a las plantaciones y explotaciones
mineras paulistas.
La pertenencia de los Abor�genes de este territorio
corresponde a los grupos ARAWAKO, TUPI, GES y CARIBE, existiendo
otros peque�os grupos aislados.
El primer ingreso a este territorio se produjo
por el hoy E� Goi�s, y fue realizado en el a�o 1670 por el paulista
Manoel Correa en b�squeda de esclavos. En el a�o 1722 se descubri�
oro, hecho que atrajo numerosos migrantes.
Tambi�n en el siglo XVII se realiz�
el primer ingreso de paulistas cazadores de esclavos en el territorio
del hoy E� Mato Grosso y en el a�o 1718 se descubrieron las tierras
aur�feras en Cuiab�.
Debido al aislamiento en que se encontraba el
hoy E� Mato Grosso respecto al resto del Brasil, la atracci�n
de inmigrantes result� inferior a la manifiesta en el caso del
E� Goi�s. Posteriormente, hacia mediados del siglo XVIII, la navegaci�n
fluvial modific� la situaci�n del aislamiento relativo de esta
Regi�n. En las dos �ltimas d�cadas de dicho siglo ocurrieron cruentos
hechos de resistencia de los Abor�genes a la penetraci�n en su
territorio.
En el siglo XIX se difundi� la ganader�a
en Mato Grosso, mientras que Goi�s expandi� la superficie cultivada
y la ganader�a.
xx) En el Noreste del Brasil
En el per�odo pre - portugu�s la costa
de esta Regi�n estaba habitada por miembros del Pueblo TUPI y
el interior por GES. Esta Regi�n, debido al fracaso de los portugueses
en los sucesivos intentos (el primero de ellos en el a�o 1536)
de instalaci�n en ella, estuvo ocupada por franceses hasta el
siglo XVII. A�n en el a�o 1611 arribaron al noreste unos 500 colonos
de dicha nacionalidad.
Los portugueses
consiguieron ingresar en la Regi�n reci�n en el a�o 1603, estableciendo
una colonia en Para�ba. A partir de ella iniciaron la cacer�a
de esclavos pero fueron derrotados y la colonia fue destruida
por la resistencia Aborigen.
Reci�n en el a�o 1612 se establecieron definitivamente
fundando una colonia fortificada: Fortaleza, actual capital del
E� Cear�. En el a�o 1615 los franceses fueron obligados por los
portugueses a retirarse del territorio.
El per�odo de ocupaci�n por los portugueses fue
interrumpido por la ocupaci�n holandesa que abarc� desde el a�o
1641 al 1644. Los portugueses implementaron grandes plantaciones
sobre la base de mano de obra esclava, pero debido a que ellas
no fueron tan exitosas como en otras regiones, la importaci�n
de esclavos de la raza negra no alcanz� grandes magnitudes.
Hasta mediados del siglo XIX la casi
totalidad de los habitantes de la Regi�n viv�a en la costa, pero
a partir de esa fecha se inici� el poblamiento del interior del
territorio sin recurrir a colonos europeos. Pero las prolongadas
sequ�as, frecuentes en �l, gener� fuertes corrientes migratorias
hacia otras Regiones, destac�ndose las ocurridas entre los a�os
1877-1879 y 1951-1953. Se estima que en la primera mitad del siglo
XX emigraron alrededor de 7,5 MILL de personas.
El Noreste fue la ruta que siguieron
los extractores de caucho de la Regi�n del Amazonas, adem�s de
que fue la principal proveedora de la mano de obra empleada para
ello.
El territorio, en general, fue utilizado y se
utiliza en la cr�a extensiva de ganado vacuno que en tiempos de
sequ�a prolongada exhibe una alta mortandad. En algunas �reas
se practica la agricultura, cuya expansi�n ha dado lugar a un
intenso proceso de deforestaci�n acompa�ado de erosi�n de alta
significaci�n.
Hasta mediados del siglo XX el principal producto
agr�cola de exportaci�n fue el algod�n, por otra parte muy resistente
a la sequ�a.
Otro importante producto es el sisal, cultivado alrededor de Campinas
del Norte. En la segunda mitad del siglo XX se inici� la construcci�n
de grandes obras para riego.
Es importante el desarrollo de la actividad
minera iniciada en tiempos de la segunda guerra mundial. Se destacan
las correspondientes a los yacimientos de tungsteno, las de minerales
radioactivos, esquistos, oro y piedras preciosas, entre otras.
xxi) La Depresi�n
del Amazonas
Esta Regi�n es una llanura y se diferencia
del resto del territorio brasile�o por su vegetaci�n de selva
lluviosa tropical, principalmente.
El primer ingreso europeo en este territorio
ocurri� desde Quito en el a�o 1539 y estuvo a cargo de Gonzalo
Pizarro. La expedici�n fue un fracaso total debido a la tenaz
resistencia opuesta por los Abor�genes. Un peque�o grupo de ella,
a cargo de Francisco Orellana, sigui� la corriente del Napo y
lleg� hasta el Atl�ntico.
Transcurrieron 21 a�os hasta la segunda
expedici�n, esta vez desde Lima y a cargo de Pedro Urs�a. Los
sobrevivientes de �sta llegaron hasta la Isla Margarita (Venezuela). Los informes
de ambas expediciones no entusiasmaron a portugueses ni a espa�oles.
Reci�n en el siglo XVII ambas naciones
comenzaron a aplicar esfuerzos, antagonizando en la ocupaci�n
del territorio, con numerosos conflictos a partir del a�o 1638
en que se produjo el primer enfrentamiento entre los Jesuitas
y los portugueses, ya que estos �ltimos se hab�an lanzado a la
cacer�a de esclavos en la Regi�n.
En el transcurso de alrededor de 130 a�os,
o sea hasta su expulsi�n en el a�o 1768, los Jesuitas fundaron
m�s de 80 Misiones en la cuenca superior del Amazonas. A partir
de la expulsi�n, los Abor�genes se dispersaron nuevamente en la
selva y las Misiones quedaron en ruina y poco a poco fueron cubiertas
por la vegetaci�n. Un Jesuita levant�
el primer plano topogr�fico del Amazonas.
En la primera mitad del siglo XVIII, paulistas
esclavistas ingresaron en el Amazonas incrementando la ya
de por s� sustantiva disminuci�n de la poblaci�n Aborigen.
En el per�odo de ocupaci�n portuguesa no
ocurrieron grandes cambios respecto a las actividades econ�micas
implementadas en el per�odo inmediato anterior. Por consiguiente
los cultivos de la mandioca y del ma�z, realizados en los claros
de la selva, continuaron siendo los principales, complementados
con actividades de caza y pesca, mientras que los cultivos de
la ca�a de az�car y cacao fueron implementados en extensas plantaciones
con objetivos de exportaci�n. Desde el Amazonas inferior, en la
primera mitad del siglo XIX se exportaron anualmente alrededor
de 200 toneladas de az�car.
La cr�a de ganado fue implementada
principalmente en los campos de la desembocadura del Amazonas,
pero muy especialmente en la Isla Maraj�. En �sta, la existencia
de equinos en el a�o 1820 fue estimada en m�s de 1 MILL de cabezas.
Poco despu�s una epidemia diezm� sustancialmente dicha cantidad.
Pero esta Isla contin�a siendo la principal zona ganadera de la Amazon�a. A mediados del siglo XX su existencia
estuvo integrada por alrededor de 600 mil cabezas de ganado vacuno
y unos 50 mil caballos.
En el transcurso de la segunda mitad del siglo
XIX la Amazon�a adquiri� relevante consideraci�n por parte de
los europeos, a partir del invento de la vulcanizaci�n (a�o 1842)
que implic� la obtenci�n de la inalterabilidad del caucho a los
cambios de temperatura. El uso que dicho invento posibilit�, sumado
al del uso que ven�a siendo realizado desde el a�o 1823 en la
fabricaci�n de vestidos impermeables, aument� el significado econ�mico
del latex producido por algunos �rboles (del g�nero Hevea) y arbustos
de la selva h�meda tropical.
La actividad vinculada al aprovechamiento
de este producto atraj� una significativa masa migratoria procedente
tanto del Noreste �rido, como de Bolivia, Colombia y pa�ses europeos.
Esta corriente migratoria aument� significativamente la poblaci�n
regional entre los a�os 1890 y 1913, alcanzando en este �ltimo
a�o un orden de magnitud superior a 0,5 MILL de personas.
Dicho poblamiento implic� un aumento
de la mortandad de la poblaci�n Aborigen, como consecuencia
de que fue obligada a la realizaci�n de trabajos bajo un r�gimen
de esclavitud.Seg�n un informe, la producci�n
de 4.000 toneladas de caucho en Putumayo cost� la vida a unos
30.000 Abor�genes.
La extracci�n de latex, medida en t�rminos
de producci�n de caucho, creci� desde 380 tn (en el a�o 1840)
hasta 43.000 tn (a�o 1912), disminuyendo luego hasta situarse
en un nivel de 19.000 tn (a�o 1940). La segunda guerra mundial
incentiv� la extracci�n retornando a magnitudes entre 29.000 y
31.000 tn en el lapso 1944-1960. La contribuci�n de la Regi�n
en la oferta total mundial pas� de 61 % (a�o 1893) a 5 % (a�o
1925).
La ruina de la econom�a regional basada
en el caucho fue ocasionada por la reducci�n de los precios del
producto. As�, entre los a�os 1910 y 1915 se redujo a 1/6 parte
y en el a�o 1932 a una 1/30 parte. A su
vez, el caucho hab�a implicado el abandono de los cultivos tradicionales
de la Regi�n (ma�z, ca�a de az�car, cacao, entre los principales),
configurando un cuadro propicio para un desenlace l�gico a continuaci�n
de la crisis del caucho: la emigraci�n de la
poblaci�n. En el a�o 1943, de 1,6 MILL de km� de la Amazon�a brasile�a,
solo 83 km� estaban ocupados por cultivos.
A partir de la crisis del caucho,
la recolecci�n de la nuez del Par�, fruto silvestre producido
por el nogal de la Amazon�a (Bertholetia excelsa), pas� a ser
de significativa importancia econ�mica, constituy�ndose m�s adelante
en producto de exportaci�n.
Territorios de seis Pa�ses Sudamericanos
integran la Cuenca del Amazonas, pero en ninguno de ellos se observan
los signos del desarrollo Humano y s� las implicancias de pr�cticas
meramente extractivas (maderas, caucho, nueces de Par�, plantas
medicinales, tintoreas, etc) y enmarcadas en criterios que difieren
en su casi totalidad de los b�sicos del desarrollo sustentable.
Como una prueba de ello quedan los restos de grandes ciudades
y la extinci�n de Pueblos Abor�genes, asi como de una cantidad
indeterminada de especies de la flora y fauna nativas.
Dicha gran Cuenca abarca
alrededor de 3 MILL de km�, poblada en el a�o 1960 por alrededor
de 2 MILL de personas de las cuales el 80 % viv�a en el E� de
Par� (Brasil).
xxii) En la Guayana
En los tiempos de la ocupaci�n europea, este
territorio estaba habitado principalmente por los Pueblos CARIBE
que cultivaban yuca y batatas, dedic�ndose adem�s a la caza y
la pesca. El m�todo de producci�n que utilizaban
implicaba la pr�ctica de una agricultura migratoria. Tambi�n se
encontraban nucleamientos de Pueblos ARAWAK.
Ocurrida dicha ocupaci�n, los Pueblos
ARAWAK fueron las primeras v�ctimas del r�gimen de esclavitud
impuesto por los europeos en apoyo de las grandes plantaciones.
En cambio, los CARIBES fueron usados por los holandeses como cazadores
de esclavos, en un amplio territorio.
El ingreso de los ocupantes
europeos se realiz� desde tres lados. Hacia fines del siglo XVI
se presentaron los holandeses en los r�os de la Guayana comerciando
con los Abor�genes y los Espa�oles, estos �ltimos establecidos
en las riberas del Orinoco. Los holandeses introdujeron tecnolog�a
de construcci�n de diques y drenajes.
Los franceses intentaron colonizar con
agricultores de su mismo origen, pero sus esfuerzos culminaron
en fracasos que implicaron la p�rdida de la vida de los colonos.
Y, por otro lado, los ingleses, que al igual que los holandeses
ten�an como proyecto cultivar los mejores suelos del territorio,
utilizando trabajadores importados (principalmente chinos, hind�es
y javaneses) y la tecnolog�a introducida por �stos.
La abolici�n de la esclavitud implic� el
abandono de las plantaciones por los esclavos de raza negra, lo
que conllev� al abandono del cultivo del algod�n y de una parte
sustantiva de la superficie con ca�a de az�car, pero tambi�n conllev�
la importaci�n de trabajadores europeos.
Desde mediados del siglo XIX cobr� gran
importancia la extracci�n minera y las actividades conexas, destac�ndose
la producci�n de hierro de alta ley y, cerca de sus yacimientos,
los de bauxita y manganeso.
10. EL SECTOR AGRICOLA EN TIEMPOS RECIENTE
10.1
Introducci�n
Globalmente, la crisis de los a�os '30 implic� que entre los a�os 1929
y 1934 las exportaciones de los Pa�ses de Am�rica Latina a los
Estados Unidos de Norteam�rica se redujeran a la quinta parte
y las destinadas a Gran Breta�a a un tercio de sus respectivos
valores totales, debido a disminuciones tanto en los vol�menes
de producci�n como en los precios de los productos, ocasionando
un brusco deterioro en los t�rminos de intercambio.
Dicha crisis encontr� a los Pa�ses de la Regi�n en diferentes estadios
de crecimiento industrial, destac�ndose los alcanzados por Argentina,
Brasil y M�xico, si bien en un marco general de marcado predominio
del sector primario.
Entre 1930 y 1980 se produjeron profundas modificaciones en el sistema
productivo agr�cola de la Regi�n, evidenciados en sustantivos
cambios en los usos de los suelos. Ellos se manifestaron en:
a) la expansi�n "hacia afuera" de la frontera agropecuaria,
incorporando extensas superficies al cultivo de especies de ciclo
corto;
b) el aumento de las existencias pecuarias, que demandaron
una expansi�n de la superficie asignada a esta actividad;
c) la deforestaci�n de suelos con capacidad de uso agr�cola
y no agr�cola, en parte para el cambio de uso (forestal a
agricultura) y en parte para la extracci�n de madera (26),
la construcci�n de obras de infraestructura y urbanizaci�n,
etc.; y
d) la expansi�n de la superficie en descanso y la de la superficie
degradada por el inadecuado uso, incluyendo procesos de
desertificaci�n.
Todo lo expresado se manifiesta, como continuidad potenciada, en los a�os
transcurridos entre 1980 y 1994, sin que existan signos de cambios
positivos y s�, en cambio, la persistencia de los determinantes
y condicionantes internos y externos que inhiben las posibilidades
de introducci�n de los cambios necesarios para el desarrollo del
sector en un marco social y ambientalmente sustentables.
M�s a�n, como acertadamente explicitan los autores de NUESTRA PROPIA
AGENDA (27), comienzan a manifestarse fuertemente los "efectos
de las pol�ticas de ajuste" implementadas pr�cticamente en
toda la Regi�n.
Tales
efectos, en el sector, implican principalmente lo siguiente:
*
"Invasi�n de �reas protegidas con prop�sitos de extracci�n
ilegal de especies valiosas.
Depredaci�n y riesgo de p�rdida de especies ecol�gicamente valiosas.
Conversi�n
de �reas a actividades agr�colas y ganaderas.
*
Ausencia o deterioro de obras de protecci�n y/o correcci�n de
procesos de sedimentaci�n, destrucci�n de cauces, etc.
Incidencia exagerada de fen�menos naturales extraordinarios.
Deterioro
de infraestructura f�sica por azolvamiento de presas, etc.
*
Incrementos de la presi�n sobre �reas en laderas y de frontera
con prop�sitos de extracci�n de le�a y realizaci�n de cultivos.
*
Intensificaci�n de cultivos no tradicionales, para la obtenci�n
de productos destinados a la exportaci�n.
Desplazamiento de productos que aportan a la dieta popular.
Artificializaci�n excesiva y sobreuso del suelo con consecuencias
en erosi�n y contaminaci�n por plaguicidas,herbicidas y agroqu�micos
en general.
*
Avances en fronteras agr�colas con los prop�sitos indicados en
el punto anterior y para expansi�n ganadera o aprovechamiento
maderero.
Presi�n sobre bosques con fines madereros sin consideraci�n
de aptitud de suelos
Deterioro de ecosistemas fr�giles y riesgos de p�rdidas de especies
valiosas
Deforestaci�n de cuencas, con aceleraci�n de los procesos de
erosi�n y sedimentaci�n"
En la Figura N�1 se transcribe
la Sinopsis incluida en Nuestra Propia Agenda respecto a los eventuales
efectos de las pol�ticas de ajuste.
10.2. Evoluci�n del Uso de la Tierra
Seg�n la informaci�n de la FAO (28), entre
el per�odo 1961-65 y el a�o 1992 la superficie considerada "terrenos
forestales y montes abiertos" disminuy� aproximadamente
180,3 MILL de hect�reas, o sea a un ritmo promedio de poco m�s
de 6,2 MILL de hect�reas/a�o; estimando que la mayor tasa anual
de deforestaci�n correspondi� al quinquenio 1971-1976: 15,5 MILL
ha/a�o.
Por otra parte, entre los a�os extremos citados la superficie considerada
"tierras arables o de labranza" �y con cultivos permanentes�
(1) se increment� en alrededor de 34,3 MILL de hect�reas, o sea
a raz�n de 1,2 MILL de ha/a�o y las denominadas "praderas
y pastos permanentes" (1) aumentaron en alrededor de 97,6
MILL ha, o sea a una media de aproximadamente 3,4 MILL de ha/a�o.
Por lo tanto, de la superficie total deforestada (como ya se
explicit�, 180,3 MILL de ha), poco m�s de 131,9 MILL de ha
fueron incorporadas a las actividades de la agricultura y la ganader�a. Finalmente,
bajo el t�tulo "otras tierras" (1) se registr� un incremento
de aproximadamente 7,1 MILL de ha (v�ase el Cuadro N�7).
Contrastando la informaci�n correspondiente a la deforestaci�n, con la
concerniente al aumento de la superficie bajo uso actual y potencialmente
incorporables a la producci�n del sector, aparecen alrededor de
41,3 MILL de ha deforestadas no incorporadas a �ste. En el Cuadro
N�7 se presenta la informaci�n tanto a nivel del total de Am�rica
Latina y el Caribe, como la nivel de los conjuntos Norte-Centroam�rica-Caribe
y Sudam�rica.
En relaci�n a la superficie arable o de labranza y superficies con
cultivos permanentes, el total del a�o 1971 result� 26,5%
mayor respecto a la superficie promedio del per�odo 1961-65, mientras
que las de los a�os 1992 y 1995 resultaron superiores a la del
a�o 1971 en 2,2% 11,3%, respectivamente, situ�ndose sus magnitudes
por debajo de los valores alcanzados en parte del �ltimo lustro
de los a�os 80. Cabe destacar que la FAO estim� en 693 Millones
de hect�reas la superficie de tierras potencialmente cultivables;
de ellas alrededor de 23,7% se encontraban ocupadas por cultivos
y barbechos en el a�o 1995.
10.3 Evoluci�n de la superficie
cultivada
Para explicar los cambios ocurridos en el uso de la tierra, a continuaci�n
se describe lo sucedido en cuanto a la evoluci�n de la superficie
cultivada, por grupo de productos en unos casos y por producto
en otros, utilizando para ello los resultados contenidos en el
Cuadro N�1 elaborado en base a la informaci�n de la FAO (28).
Del an�lisis de dicho Cuadro puede inferirse que la superficie promedio
ocupada por cultivos en el lapso 1994-96 es superior a la del
promedio anual del per�odo 1961-65 en aproximadamente 41,4 MILL
de ha.
En cuanto al aumento o disminuci�n de la
superficie ocupada por los grupos de cultivos y por las especies
consideradas individualmente en el citado Cuadro, entre los promedios
de los lapsos mencionados en el p�rrafo anterior el comportamiento
fue el siguiente:
GRUPOS DE CULTIVOS
O ESPECIE |
DIFERENCIA DE SUPERFICIE
ENTRE LOS PROMEDIOS 1994-96 Y 1961-65 (Miles de ha)
|
Algodón
Cacao
Café
Caña de azúcar
Girasol
Legumbres secas
Maíz
Maní
Pimiento (fresco)
Raíces y tubérculos
Ricino
Sésamo
Soja
Tabaco
Todo tipo de calabazas
Tomate
Trigo
Total de cereales |
(1.635)
568
(994)
3.816
1.914
2.849
6.799
(481)
66
656
(254)
(158)
18.211
(6)
80
95
720
9.127 |
Fuente: FAO. Anuario de Producción, Vol.
30, Roma, Italia, 1976.
Fuente: extra�do del Cuadro N�1, elaborado en base a la informaci�n contenida
en los Anuarios FAO de Producci�n.
La participaci�n de la superficie cultivada en la Regi�n, en relaci�n
a la superficie cultivada en el Mundo, aument� significativamente
en numerosos casos, principalmente en el de los cultivos cuyos
productos est�n dirigidos principalmente al mercado externo, disminuyendo
en cambio la de los cultivos orientados fundamentalmente al consumo
interno (v�ase el Cuadro N�2), as� como aqu�llos cuyos productos
est�n siendo reemplazados por otros generados en el mismo sector
primario o en el industrial. En s�ntesis, la evoluci�n de la participaci�n
de los grupos de cultivos o de especies, en cuanto a superficie
cultivada respecto a la total mundial correspondiente, fue la
siguiente:
GRUPOS DE CULTIVOS O ESPECIE |
SUPERFICIE CULTIVADA EN LA
REGION
SUPERFICIE CULTIVADA EN EL MUNDO (%)
|
Algodón
Cacao
Café
Caña de azúcar
Girasol
Legumbres secas
Maní
Pimiento (fresco)
Raíces y tubérculos
Ricino
Sésamo
Soja
Todo tipo de calabazas
Tomate
Total de cereales |
1961/65 |
1979/81 |
1994/96 |
13,40
21,87
68,18
47,02
15,40
9,36
5,19
13,44
7,14
27,99
6,94
1,41
2,60
11,00
5,91
|
16,06
25,78
58,87
46,33
13,77
13,66
4,38
8,85
9,39
30,60
6,32
22,23
17,13
11,08
6,98
|
8,10
25,00
54,51
44,79
14,70
13,08
2,09
10,01
8,62
8,75
3,47
30,00
18,31
8,99
7,02
|
|
Fuente: extra�do del Cuadro N�2, elaborado en base a la informaci�n contenida
en los Anuarios FAO de Producci�n.
Cabe se�alar que el volumen total de la producci�n de los productos mencionados
en el Cuadro N�2 citado creci� 129,1% y la superficie total aument�
s�lo 40,7% entre los promedios de los lapsos 1961/65 y 1994/96.
Este evidente y sustantivo incremento de la productividad por
unidad de superficie fue debido tanto a cambios en los usos de
los suelos como a la incorporaci�n de tecnolog�as maximizadoras
de los rendimientos.
Cabe destacar que la tasa de crecimiento de la superficie cultivada (acumulativa
anual promedio) a nivel de cada conjunto y especie destacada en
el Cuadro N�2, calculada entre los a�os 1976 y 1992, result� en
casi la totalidad de ellos inferior a la de crecimiento de la poblaci�n. Ello,
a nivel de Mundo y Regi�n.
Las excepciones de tal comportamiento est�n dadas por los casos de la
Soja, Girasol, Tomate, Pimiento, Calabazas, Ca�a de Az�car y Caf�;
en algunos cultivos la excepci�n se da a nivel del Total Mundo
y en otros a nivel del Total Regi�n, present�ndose algunos que
abarcan ambos niveles.
La tasa anual de crecimiento demogr�fico considerada fue la correspondiente
al per�odo 1960-1992: a nivel Total Mundial 1,8% y a nivel Total
de la Regi�n 2,2 %. Cabe se�alar que la superficie cultivada bajo
riego en la Regi�n aument� a una tasa media a.a. 1,64% entre 1961
-1965 y 1991, aumentando su participaci�n en el total de la superficie
regada a nivel de Mundo: en el per�odo 1961-1965 contribuy� 5,3%
y en el a�o 1991 6,5% de este �ltimo total.
Por otra parte, el Parque de Tractores agr�colas (V�ase el Cuadro N�6)
estimado para el a�o 1995 result� 98% superior al que exist�a
en el per�odo 1961-1965, mientras que la superficie total de tierras
arables o de labranza (incluyendo las superficies con cultivos
permanentes) aument� entre ambos extremos s�lo 40,7% (V�ase el
Cuadro N�7 ya citado), a lo que debe agregarse el aumento de la
potencia media (CV) del parque y una disminuci�n del n�mero de
labores en los m�todos de producci�n mecanizados, confluyendo
a explicar el sostenido proceso de migraci�n rural - urbano observado
hasta la fecha en pr�cticamente todos los Pa�ses de la Regi�n,
con las consecuencias obvias tanto desde el punto de vista cultural
como de la Calidad de Vida de la poblaci�n involucrada en los
movimientos migratorios.
Lo dicho respecto a la relaci�n entre parque de tractores y superficie
total de tierras arables, no desconoce la existencia de otras
superficies en las cuales es usado, pero incluir las mismas no
modificar�a en lo sustancial lo expresado respecto a uno de los
impactos negativos ocasionados por lo que pareciera ser una sobre
tractorizaci�n del sector. Asimismo, tampoco implica una cr�tica
en s� al proceso de mecanizaci�n, sino que procura introducir
algunos elementos en b�squeda de la modificaci�n del sendero en
que fue introducido. Entre esos elementos, adem�s del citado,
puede agregarse el que se refiere al inadecuado uso de la mecanizaci�n
cuyas manifestaciones, no obstante el tiempo transcurrido y el
surgimiento de instituciones de investigaci�n aplicada, contin�an
siendo negativas (la desertificaci�n, en muchos casos, es el resultado
de dicho inadecuado uso).
10.4. Evoluci�n de las Existencias Pecuarias
Con igual objetivo que el punto anterior, a continuaci�n se describe la
evoluci�n de las existencias pecuarias principales en cuanto a
la utilizaci�n de la superficie denominada "praderas y pastos
permanentes". La informaci�n de base es la contenida en el
Cuadro N�5, elaborado a partir de los Anuarios FAO de Producci�n.
Del contenido del Cuadro puede inferirse
que entre los lapsos 1961-65 y 1994-96 crecieron significativamente
s�lo las existencias de Bovinos, constituyendo las de este �ltimo
per�odo un hato 85,2% superior respecto al del per�odo 1961-65,
totalizando alrededor de 344,4 MILL de cabezas. Entre los mismos
lapsos, la existencia de Caballares registr� un leve aumento (1,5%)
de 183 mil cabezas (incluyendo mulas y asnos), mientras que las
de Ovinos y Caprinos disminuyeron hasta constituir en el lapso
1994-96 alrededor de 76,6% y 96,2% de las respectivas existencias
del promedio anual del lapso 1961-65. En 1996, en t�rminos absolutos,
las existencias de las especies destacadas en el ya citado Cuadro
fueron las siguientes:
ESPECIES |
EXISTENCIAS (Miles de cabezas)
|
Bovinos
Caballar
Caprinos
Ovinos |
348.216
38.764
36.976
93.925 |
Fuente: extra�dos del Cuadro N�5, elaborado en base a la informaci�n contenida
en los Anuarios FAO de Producci�n.
Cabe recordar lo ya dicho respecto a que entre los per�odos considerados
en este an�lisis, la superficie denominada "tierra bajo praderas
y pastos permanentes" aument� en 97,6 MILL de ha, mientras
que las existencias de Bovinos se incrementaron en aproximadamente
154,4 MILL de cabezas pero las de Ovinos y Caprinos disminuyeron
en alrededor de 31,4 MILL, o sea un aumento equivalente a una
cantidad ligeramente superior a las 105,4 MILL de unidades Vacas.
La existencia de ganado Caballar se increment� levemente. Por consiguiente,
la relaci�n ha/existencias mejor� ligeramente estim�ndose en 2,21
ha/cabeza, mientras que en el per�odo 1961-65 fue aproximadamente
2,25 ha/cabeza. En realidad, en ambos casos, la relaci�n es m�s
amplia por cuanto la superficie bajo "praderas y pastos permanentes"
no incluye la superficie denominada "terrenos forestales
y montes abiertos", ni la superficie con rastrojos (de cosechas
de granos, principalmente) utilizadas en la ganader�a. Por otra
parte, el hecho de que las existencias pecuarias consideradas
no incluyen otras especies de importancia en algunos Pa�ses de
la Regi�n, a nivel global no modifica la citada estimaci�n en
raz�n de la magnitud de las mismas.
10.5. Evoluci�n de la Magnitud de Poblaci�n Agr�cola
En los anuarios de la FAO se considera
Poblaci�n Agr�cola a "todas las personas que dependen de
la agricultura para su subsistencia. Comprende todas las personas
activamente ocupadas en la agricultura y sus familiares a cargo
que no trabajan".
La informaci�n destaca que en el a�o 1965
la Poblaci�n Agr�cola en la Regi�n
fue estimada (V�ase el Cuadro N�4) en aproximadamente 110,0 MILL
de personas: 63,8% en Sudam�rica y 36,2% en Norte, Centroam�rica-Caribe,
y que la misma evolucion� seg�n las magnitudes siguientes:
AÑOS |
CANTIDAD (en Miles)
|
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1991
1992
1995
1996 |
86.850
94.663
103.059
109.966
115.871
116.610
115.006
116.571
116.360
116.238
116.086
106.802
105.762 |
Fuente: extra�das del Cuadro N�4, elaborado en base a la informaci�n contenida
en los Anuarios FAO de Producci�n.
De esta informaci�n puede inferirse que en el lapso 1965-1992 la Poblaci�n Agr�cola
creci� a una tasa media a.a. 0,19%, mientras que la superficie
bajo actividades productivas agropecuarias creci� a una tasa media
a.a. 0,71%, con acentuada disminuci�n de los requerimientos de
mano de obra por unidad de volumen producido, siendo ello consecuencia
de los cambios introducidos en los m�todos de producci�n entre
los a�os extremos de la serie analizada y, adicionalmente, debido
a la disminuci�n de la superficie cultivada o plantada con especies
cuyos manejos, incluidas las cosechas, demandan una alta participaci�n
de mano de obra.
A partir del a�o 1993 el ritmo de disminuci�n de la poblaci�n agr�cola
aument�, lo que implic� entre los a�os 1992 y 1996 una p�rdida
en el sector de 10,3 MILL de personas.
La disminuci�n de la cantidad de personas ocupadas en el sector agr�cola,
en t�rminos absolutos, explica la mayor proporci�n de la migraci�n
rural hacia los centros urbanos, as� como a otros centros rurales
en los cuales se encuentran localizadas plantas industriales o
centros de servicios en general.
Cabe se�alar que entre los a�os 1960 y 1996 la relaci�n (%) Poblaci�n
Agr�cola/ Poblaci�n Total pas� de 47,8% a 21,8%.
La FAO estim� para el a�o 1990 en aproximadamente 41,06 Millones la cantidad
de poblaci�n econ�micamente activa en la agricultura (32,6%
en Brasil; 22,7% en M�xico; 7,0% en Colombia; 5,9% en Per�; 4,4%
en Hait�; 3,3% en Guatemala; 2,9% en Argentina; y 21,2% distribuido
entre el resto de los Pa�ses de la Regi�n considerada) y en
40,36 Millones la cantidad hacia el a�o 2010.
10.6. Evoluci�n de los Rendimientos Unitarios
(kg/ha)
Comparando los rendimientos unitarios obtenidos, a nivel de los principales
cultivos, entre los correspondientes a los lapsos 1961-65 y 1994-96
(V�ase el ya citado Cuadro N�1), pueden observarse los significativos
incrementos logrados en la casi totalidad de ellos, tanto en Norte,
Centroam�rica y El Caribe, como en Sudam�rica, atribuibles, como
ya se dijo, a la incorporaci�n de tecnolog�as externas a la Regi�n,
sin previo an�lisis de sus implicancias sobre el desarrollo sustentable
del sector.
Por otra parte, comparando los rendimientos medios obtenidos en la Regi�n
durante los lapsos 1990-92 y 1994-96, con el rendimiento promedio
obtenido en los Estados Unidos de Norte Am�rica en el per�odo
1994-96, y asumiendo a este �ltimo como INDICE USA=100, puede
observarse (V�ase el Cuadro N�3): por un lado, el mejoramiento
de la relaci�n en el lapso 1994-96 respecto al del per�odo 1990-92
y, por otro lado, que excepto en los casos del Girasol, Soja,
Trigo y Ca�a de Az�car los rendimientos de los cultivos realizados
en los EEUUNA son muy superiores a los niveles obtenidos en el
conjunto de los Pa�ses de la Regi�n.
Si bien en el caso de la comparaci�n de los rendimientos a nivel de subconjuntos
de productos los resultados est�n determinados en parte por la
composici�n de aqu�llos, tanto en t�rmino de las especies que
los componen como del peso relativo de cada una de ellas en cada
subconjunto, lo cierto es que los resultados no se alejan demasiado
cuando las comparaciones se realizan entre productos.
As�, por ejemplo, el rendimiento promedio del per�odo 1990-92 para el
subconjunto Cereales Total result� en Am�rica Latina muy
inferior al alcanzado en la producci�n de la agricultura Norteamericana,
situ�ndose en un nivel 45 respecto al nivel 100 asignado a �sta
(INDICE USA=100,0), mientras que dos de los principales componentes
de dicho subconjunto se situaron en los niveles siguientes:
PRODUCTO |
PROMEDIO ANUAL 1990-92 (kg/ha)
|
INDICE USA=100 |
TRIGO
MAIZ TOTAL DE CEREALES
|
2.124
2.112 2.195 |
83,4
28,1
45,0 |
Fuente: elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO
de Producci�n.
Dicha situaci�n de rendimientos unitarios inferiores se da en todos los
productos analizados, con excepci�n del Girasol. En s�ntesis,
en el resto de los subconjuntos y productos la comparaci�n dio
los resultados siguientes:
PRODUCTOS |
PROMEDIO ANUAL 1990-92 (kg/ha) |
INDICE USA=100 |
Raíces+
Tubérculos
Papas
Batatas
Legumbres Secas Total
Soja
Girasol
Algodón (Sin desmotar)
Tomates
Caña de Azúcar |
11.332
12.756
7.516
610
1.944
1.521
1.341
22.832
62.140 |
34
37
46
34
82
105
69
40
81 |
Fuente: extra�do del Cuadro N�3, elaborado en base a la informaci�n contenida
en los Anuarios FAO de Producci�n.
En los rendimientos unitarios inciden, adem�s de la calidad de los suelos,
las diferencias existentes entre los m�todos de producci�n usados
en cada subconjunto comparado. Dichas diferencias se encuentran
principalmente en la calidad gen�tica de la semilla utilizada,
en el uso y forma de uso de fertilizantes y mejoradores, en el
uso de medios para la protecci�n de cultivos y animales, etc.pero bajo criterios de desarrollo social y ambientalmente sostenibles,
�qu� implican en realidad las diferencias de rendimientos entre
los subconjuntos intervenidos?; �Cu�l es el impacto sobre los
persistentes elementos de los ecosistemas intervenidos?; �Cu�l
es el impacto sobre la calidad biol�gica de los alimentos? y,
por lo tanto, �sobre el consumidor?.
Comparativamente, los ecosistemas
de Am�rica Latina exhiben, en general, menores manifestaciones
de intervenci�n que los localizados en los Estados Unidos de Norte
Am�rica, y los alimentos que producen son biol�gicamente superiores
a los de �ste.
11. La Poblaci�n y Algunos Aspectos Ambientales y
Socioecon�micos Globales
11.1 Introducci�n
Por razones hist�ricas y antropol�gico - sociales, lo rural implica no
s�lo una localizaci�n geogr�fica al interior de un Pa�s, que se
explica generalmente en t�rminos de relaciones sociales, de dotaci�n
de servicios esenciales, de dispersi�n de la poblaci�n contenida
en sus �reas, de producciones espec�ficas de las mismas bajo diversos
conjuntos tecnol�gicos y de otras variables usadas secundaria
y complementariamente.
Pero adem�s de lo dicho creemos que implica, principalmente, culturas
que a nivel de los Pa�ses de Am�rica Latina y El Caribe muestran
elementos en com�n que determinan grados de semejanzas significativamente
mayores que cuando se comparan entre s� las culturas urbanas de
los mismos Pa�ses.
Por lo dicho, las �reas perif�ricas de los
centros urbanos en las que se asientan inmigrantes provenientes
de las �reas rurales adquieren caracter�sticas rurales cuyas persistencias
dependen de la capacidad de absorci�n de tales centros. La historia
reciente pareciera demostrar que los niveles de tal capacidad de
absorci�n son inversamente proporcionales a os niveles de "modernizaci�n"
asumidos tanto en las industrias, como en el comercio y en los servicios
p�blicos. Ello, en raz�n de que a medida que se incrementan los
niveles de "modernizaci�n" disminuyen los requerimientos
de mano de obra permanente y a�n la transitoria.
11.2. Urbanizaci�n de la Poblaci�n Rural
En general, el proceso denominado "urbanizaci�n
de la poblaci�n rural", que simplemente implic� transferencias
de poblaci�n rural a los centros urbanos, pareciera llevar como
variable propia el desempleo y como efecto de dif�cil superaci�n
una disminuci�n de la CALIDAD DE VIDA, a la par que un significativo
incremento de la PEA incorporada al sector informal de la econom�a;
denominaci�n que encubre grados crecientes de desocupaci�n y otros
efectos cualitativos de alta significaci�n.
En el Cuadro N�8 se muestra la evoluci�n de la Poblaci�n Total,
Urbana y Rural en el per�odo 1960-1992. Como puede inferirse,
la poblaci�n total del a�o 1992 fue 111,2% superior a la del a�o
1960, o sea que creci� a una tasa media a.a. 2,36%, compuesta
por los parciales siguientes:
SUBPERIODOS |
TASAS (%) |
1960 - 1970
1970 - 1980
1980 - 1992
1960 - 1992 |
Total |
Urbana |
Rural |
2,76
2,30
2,09
2,36
|
4,37
3,59
3,11
3,65 |
0,96
0,29
(0,176)
0,32 |
|
Como puede observarse, en el per�odo analizado el proceso de urbanizaci�n
de la poblaci�n mantuvo un ritmo de crecimiento altamente significativo,
mientras que el de la poblaci�n rural tendi� a disminuir levemente
desde 1980.
A nivel de la Regi�n, en el a�o 1992 la
poblaci�n urbana constituy� 73,2% de la poblaci�n total. Los Pa�ses
con mayor proporci�n de Poblaci�n Urbana fueron los siguientes:
Venezuela (93,7%), Argentina (86,8%), Chile (86,6%), Uruguay (85,8%),
Brasil (77,3%), M�xico (73,7%) y Colombia (73%).La Poblaci�n Urbana
de los citados Pa�ses constituy�, en conjunto, 83,6%
de la Poblaci�n Urbana Total
de la Regi�n y 61,2% de la Poblaci�n total de �sta.
En t�rminos absolutos, entre los a�os 1960 y 1992, la poblaci�n urbana
de Am�rica Latina pas� de 101,7 MILL a 320,8 MILL y la rural de
105,7 MILL a 117,2 MILL de habitantes, respectivamente.
El proceso de "urbanizaci�n de la poblaci�n rural" implic� e
implica procesos de descampesinizaci�n, proletarizaci�n, marginaci�n
de poblaci�n, entre otras denominaciones usadas por los estudiosos
del tema para designar al efecto principal o globalizador de la
expulsi�n de las unidades de producci�n "no viables",
asociado ello a la falta de oportunidades de empleo en el medio
rural para los peque�os productores y miembros de sus familias,
as� como a la disminuci�n del tiempo de ocupaci�n de la mano de
obra transitoria, tanto por los crecientes niveles de mecanizaci�n
como por los cambios operados en el uso de la tierra y la consolidaci�n
del proceso de concentraci�n de la misma en pocos titulares de
derecho.
De mantenerse la tendencia actual en cuanto a la estructura agraria y
a la organizaci�n de la producci�n, puede asumirse que la expulsi�n
de poblaci�n rural del sector agropecuario y de los centros de
servicios asociados a �ste presenta caracter�sticas de un proceso
irreversible.
Si bien el proceso de "urbanizaci�n
de la poblaci�n rural" desarrollado entre los a�os 1950 y 1980
no gener� problemas de desocupaci�n agudos en raz�n de que "fue
reflejo de una vigorosa demanda de trabajo productivo" (29),
no ocurri� ni ocurre lo mismo con las migraciones rurales a partir
de la d�cada de los a�os '80 que muestran crecientes niveles de
desocupaci�n, desempleo, precarizaci�n y terciarizaci�n (que en
alta proporci�n implica, desempleo disfrazado). Bajo tales circunstancias,
las migraciones dan lugar a una pseudo integraci�n de la poblaci�n
rural en el medio urbano, expresada en la generaci�n de m�ltiples
y graves problemas que, de no ser superados en el mediano plazo,
podr�an derivar en imprevisibles consecuencias de luchas sociales.
Como consecuencia de lo expresado en �ste y en otros puntos, la Poblaci�n Econ�micamente
Activa (PEA) ocupada en el sector pas� de 40,6%
a 25% entre los a�os 1970 y 1992, mientras que en t�rminos absolutos
pas� de 36,8 MILL a 40,9 MILL de personas, lo que implica que
la generaci�n de empleo en el sector se manifest� a una tasa a.a.
0,48%, contribuyendo al aumento de la desocupaci�n global. La citada PEA incluye tanto la poblaci�n ocupada en
forma permanente como temporaria.
Lamentablemente no existen trabajos cuyos resultados informen acerca de
la efectiva desocupaci�n en el sector agropecuario, pero algunas
estimaciones realizadas en Pa�ses representativos de diferentes
tecnolog�as agr�colas posibilitan suponer niveles que, en la mayor�a
de ellos, fluct�an entre 30% y 50% de la PEA ocupada.
Una de las evidentes consecuencias de la persistencia del proceso de migraci�n
de la poblaci�n rural expulsada de peque�as unidades de superficie,
es la significativa disminuci�n de la producci�n con destino al
autoconsumo y al consumo de la poblaci�n de bajos ingresos, disminuyendo
la disponibilidad de algunos productos b�sicos y contribuyendo
al aumento del nivel de subalimentaci�n y mal nutrici�n.
12. El Sector Agr�cola y el Medio Ambiente.
Tudela et. al. (7) expresa que dada la magnitud
de las superficies involucradas en las actividades productivas del
Sector, �stas resultan ser las de mayor incidencia en el medio ambiente
de la Regi�n.
FAO (30) estima que en la Regi�n est�
localizada la mayor reserva mundial de suelos con capacidad de uso
agr�cola:alrededor de 693 MILL de hect�reas,
por lo que la superficie bajo cultivos anuales y permanentes
en el a�o 1995 constitu�a alrededor de 23,7% del potencial informado
por la FAO. Esta Organizaci�n asume
que en el a�o 2000 la superficie bajo cultivo constituir� alrededor
de 39% del potencial estimado y que la fuerza de trabajo en el sector
crecer� a una tasa a.a. promedio 0,6%.
Los supuestos en
los que se basan dichas estimaciones implican sustanciales incrementos
en el uso de fertilizantes, maquinarias y plaguicidas, respondiendo
por lo tanto a criterios de racionalidad "modernizante".
Teniendo en cuenta lo ocurrido hasta 1995, puede asumirse que
ambas metas estar�n por debajo de lo estimado, no as� en lo concerniente
al proceso de concentraci�n de la tierra y a la "modernizaci�n"
de la agricultura con sus consecuencias obvias sobre el medio
ambiente.
Teniendo en cuenta
lo dicho en el p�rrafo anterior y considerando que el 8% de las
explotaciones agr�colas de Am�rica Latina concentran 80% de la
superficie total de las tierras censadas en la Regi�n (31), con
bajo aprovechamiento del potencial de los suelos, puede suponerse
que correctamente utilizado �ste posibilitar�a alimentar adecuadamente
una poblaci�n seis veces superior a la existente en el a�o 1975
en Am�rica Central y 57 veces mayor a la estimada en Am�rica del
Sur en dicho a�o, incluyendo en ello la soluci�n de los problemas
de subalimentaci�n que afectan a m�s de 60 MILL de personas en
la Regi�n. El potencial existente
posibilita inferir las amplias posibilidades de superaci�n de
los problemas que hacen a la Calidad de Vida, o sea a uno de los
principales desde el punto de vista Ambiental.
El citado estudio (31) estim� que hacia el a�o 2000 algunos Pa�ses de
la Regi�n no estar�an en condiciones de responder satisfactoriamente
a los requerimientos alimentarios de sus respectivas poblaciones,
si bien con diferentes grados de restricciones. Dichos Pa�ses
son los siguientes:
*
Pa�ses capaces de alimentar a menos de la mitad de la poblaci�n
en el a�o 2000 y con capacidad limitada para importar alimentos;
Antigua, Antillas Holandesas, Barbados, Guadalupe, Hait�, Islas
de Barlovento, Martinica.
*
Pa�ses capaces de alimentar desde el 50% al 99% de la poblaci�n
en el a�o 2000 y con capacidad limitada para importar alimentos;
Bahamas.
*
Pa�ses capaces de alimentar a menos de la mitad de la poblaci�n
en el a�o 2000, pero con capacidad para importar alimentos; El
Salvador.
*
Pa�ses capaces de alimentar desde el 50% al 99% de la poblaci�n
en el a�o 2000, pero con capacidad para importar alimentos; Guatemala,
Jamaica, Rep�blica Dominicana, Trinidad y Tobago.
En t�rminos absolutos
(Ver Cuadro N�7), el moderado incremento de las �reas usadas en
la agricultura contrasta con el r�pido aumento de la superficie
en praderas y pastos permanentes (34,3 MILL y 97,6 MILL de hect�reas
respectivamente). Teniendo en cuenta ello y la incorrecta pr�ctica
de expansi�n de la frontera agr�cola ("hacia afuera"),
puede asumirse que hacia el a�o 2000 la superficie considerada
en praderas y pastos permanentes podr�a abarcar alrededor de 650
MILL de hect�reas, en detrimento de la superficie en Bosques,
con las obvias consecuencias ambientales. Cabe recordar que los
citados incrementos ocurrieron entre los a�os 1961 y 1992 y que
en el mismo lapso la superficie en bosques sufri� una disminuci�n
estimada en 180,3 MILL de hect�reas.
No existe duda alguna que gran parte de dicho proceso de deforestaci�n
podr�a haber sido obviado si los decisores en las actividades
del sector hubieran asumido criterios de manejo social y ambientalmente
sostenible.
13. El Desarrollo Sostenible: Algunas
Consideraciones Necesarias
El Desarrollo Sostenible, como cultura y pr�ctica, se encuentra presente
en Am�rica Latina desde sus primeras organizaciones sociales suficientemente
conocidas, de las cuales a la fecha existe informaci�n respecto
al quehacer hist�rico de las poblaciones que habitaron y parcialmente
a�n habitan M�xico, Bolivia, Per�, Ecuador, Chile, Colombia, Guatemala,
Brasil, Paraguay, por s�lo citar algunas de las que persisten
rodeadas de culturas que les resultan extra�as.
Como ya dijimos, la invasi�n Espa�ola primero y luego la perpetrada
desde otros pa�ses europeos interrumpen e inician la destrucci�n
de los procesos de desarrollo que ten�an en marcha los Pueblos
en territorios de la hoy Am�rica Latina,
imponiendo la construcci�n de una nueva Formaci�n Social.
A partir de ello se inician procesos de explotaci�n de los recursos naturales
renovables y no renovables, respondiendo a demandas de los mercados
externos y determinando, en consecuencia, una creciente dependencia
respecto a los procesos de desarrollo del sistema capitalista
y creando al interior de los territorios invadidos enclaves extractores
y/o productores de bienes caracterizados por no estar integrados
ni actuar como dinamizadores del crecimiento en el resto del territorio;
siendo al mismo tiempo generadores de marginalidad social, de
agotamiento de los recursos no renovables y de destrucci�n de
ecosistemas que durante siglos hab�an sido considerados altamente
productivos.
La bibliograf�a
m�s difundida en los �ltimos tiempos expresa que si bien la idea
del desarrollo sostenible se encuentra presente en el siglo XVIII
en escritos de LINNEO (1707-1778) y de BUFFON (1707-1788, Historia
Natural y las Epocas de la Naturaleza, entre otras), entre otros
cient�ficos que intentaban comprender y categorizar la naturaleza,
marcando los or�genes de aqu�lla, la adopci�n de dicha idea en
el vocabulario de los planificadores del desarrollo es relativamente
reciente (32).
Dicha adopci�n, as� como el hoy generalizado llamamiento al desarrollo
sostenible se instal� por el creciente reconocimiento de que las
amenazas ecol�gicas m�s preocupantes surg�an de las acciones de
los seres humanos. Para algunos Pueblos este reconocimiento resulta
tard�o, mientras que para el resto de los Pueblos existen esperanzas.
Pero es necesario recuperar sin limitaciones las lecciones de
la historia.
Y para este caso, en particular, las generadas
por la relaci�n Sociedad
- Naturaleza en tiempos de los Pueblos antes de la llegada de
C. Col�n.
Hoy existen numerosas definiciones de Desarrollo Sostenible, aunque es
dif�cil encontrar diferencias sustantivas entre ellas. Generalmente
no las hay. Pero la que tiene como base el reconocimiento m�s
amplio de la problem�tica ambiental es la dada en "Nuestro
Futuro Com�n" (33): Desarrollo que "satisfaga
las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las
futuras generaciones para satisfacer las propias".
En "Nuestra Propia Agenda" (34) se destaca que este concepto
involucra un desarrollo sustentable en el largo plazo en t�rminos
econ�micos, sociales y ecol�gicos, o sea capaz de mantener la
productividad de los sistemas naturales. Destaca, adem�s, que "en
un pasado se ha concentrado la atenci�n en la factibilidad y eficiencia
econ�mica, sin privilegiar consideraciones sociales y a veces
deteriorando la naturaleza". Aunque parezca obvio,
puede resultar necesario se�alar que dicho pasado no engloba,
en general, a la conducta de las Formaciones Sociales que exist�an
en tiempos del desembarco de C. Col�n, y que el juicio sobre el
deterioro ocasionado a la naturaleza es bastante ben�volo, a�n
con el presente.
El documento citado (34) informa como l�neas maestras de avance
hacia el desarrollo sustentable las siguientes: erradicaci�n
de la pobreza, aprovechamiento sostenible de los recursos naturales,
ordenamiento ambiental del territorio, desarrollo tecnol�gico
compatible con la realidad social y natural, una nueva estrategia
econ�mico - social, la organizaci�n, movilizaci�n y participaci�n
social y reformas en el Estado.
Pr�cticamente, la totalidad de las m�s importantes organizaciones internacionales
de asistencia t�cnica y/o financiera tienen en sus respectivas
agendas proposiciones sobre desarrollo sostenible, duradero, sustentable,
etc., con significados semejantes total o parcialmente respecto
a la acu�ada por la Comisi�n Mundial
sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en su informe del a�o
1987, conocido como informe BRUNTLAND (elaborado
por la Comisi�n Mundial
sobre Medio Ambiente y Desarrollo-CMMAD, en el transcurso de tres
a�os y dado a conocer y publicado en abril del a�o 1987. Cabe
se�alar que el 31 de diciembre del mismo a�o ces� oficialmente
la actividad de dicha Comisi�n) en honor a la presidente (Sra.
Gro Harlem Bruntland, en ese entonces primera ministra de Noruega)
de dicha Comisi�n. La definici�n dada por la citada Comisi�n es
la siguiente: "Un desarrollo sostenible es aqu�l que
satisface las necesidades de las generaciones presentes sin socavar
la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas"
(35). Esta definici�n abarca el concepto de las necesidades; y
�la idea de las restricciones que imponen la tecnolog�a y la sociedad
a las capacidades del medio ambiente para satisfacer las necesidades�
(40).
Partiendo de la antedicha definici�n de Desarrollo Sostenible, as� como de la base conceptual de �ste, se puede asumir que el Objetivo
Central del mismo es elevar la Calidad de Vida de la Poblaci�n
mediante la maximizaci�n a largo plazo del potencial productivo
de los ecosistemas, usando para ello adecuadas tecnolog�as y posibilitando
la activa participaci�n de aqu�lla tanto en las decisiones fundamentales
del Plan como en la implementaci�n del mismo. Este es el marco
en el que se encuentran contenidas las notas del presente documento.
Por lo tanto, el objetivo del Desarrollo Sostenible esla CALIDAD DE VIDA,
y los instrumentos son el uso racional de los recursos naturales,
las adecuadas tecnolog�as y la democratizaci�n del proceso de
desarrollo.
La Comisi�n de Desarrollo y Medio Ambiente de Am�rica Latina y El Caribe
(34) consider� que la Calidad de Vida es "un concepto
central de la problem�tica del medio ambiente y del desarrollo
Sustentable�. Exige, entre otros elementos, la m�xima disponibilidad de la infraestructura
social y p�blica para actuar en beneficio del bien com�n y para
mantener el medio ambiente sin mayores deterioros y contaminaci�n".
Completa la definici�n se�alando que "la calidad de
vida es, adem�s de meta del desarrollo, un concepto ordenador
para determinar prioridades ambientales".
Lamentablemente, la Agenda 21 (35) no particulariza sobre este objetivo,
si bien algunos de sus Cap�tulos involucran componentes del mismo.
Por su pertinencia respecto a la primera parte de las notas contenidas
en este documento, se considera necesario incluir en este punto
algunos de los conceptos de �Nuestro Futuro Com�n� en relaci�n
a lo que en la Gu�a (40) se denomina �La Protecci�n de los
Pueblos Ind�genas y Tribales�. Los principales son los
siguientes:
�Los recursos ambientales no pueden separarse de los Humanos.
Los conocimientos que poseen las poblaciones ind�genas y tribales
sobre supervivencia duradera son un recurso tan valioso como los
�rboles, las cosechas y la propia tierra.
En muchas zonas quedan todav�a pueblos ind�genas o tribales.
Su aislamiento, con frecuencia ha contribuido a la preservaci�n
de su modo de vida, en estrecha armon�a con el entorno natural.
... . Es mucho lo que puede aprenderse de sus conocimientos sobre
gesti�n duradera de complejos sistemas ecol�gicos.
La posible extinci�n de sus culturas equivale a la p�rdida
de un recurso mundial.
El desarrollo influye en esos pueblos de muchas
maneras. Experimentan profundas dificultades en la tarea de integrarse
con el resto del mundo, y al mismo tiempo, tienen derecho a compartir
todos los beneficios resultantes de la integraci�n.
Los encargados de promover pol�ticas que afectan
a pueblos ind�genas y tribales tienen que establecer exactamente
la diferencia entre la exclusi�n de dichos pueblos de lo que les
corresponde por derecho, y la destrucci�n de sus formas de vida.
El punto de partida ... es el reconocimiento de
sus derechos naturales a la tierra y los dem�s recursos naturales
que constituyen el sustento de sus formas de vida, aunque ellos
definen sus derechos a la tierra en t�rminos diferentes a los
que prevalecen en los sistemas de ordenamiento jur�dico. ... .
Es nuestro deber proteger (sus propias instituciones para regular
sus derechos y obligaciones) ... en vez de insistir en imponer
las nuestras.
Mediante acuerdos de comercializaci�n se
puede garantizar que los productos comunitarios se vendan a precios
justos. ...�.
La evaluaci�n de la realidad, tomando como indicadores los impl�citos
en la Gu�a sobre Nuestro Futuro Com�n nos exime de efectuar comentarios
al respecto.Lo mismo ocurre respecto a otros contenidos de la Gu�a relacionados
con los Recursos Naturales en general y, en particular, con el
suelo, el agua, los agroqu�micos (fertilizantes y pesticidas)
y los bosques. Teniendo en cuenta que la actual �revoluci�n agr�cola�
tiene como instrumentos de alta significaci�n el uso de agroqu�micos,
cabe destacar las reflexiones sobre este tema contenidas en la
Gu�a sobre Nuestro Futuro Com�n:
�La escorrent�a del nitr�geno y los fosfatos que quedan
como residuos de un uso abusivo de los fertilizantes, da�a los
recursos h�dricos.
Las personas expuestas continuamente y por largo tiempo
a pesticidas y substancias qu�micas que llegan a ellas en forma
de residuos en los alimentos, en el agua y el aire, resultan afectadas.
... .
En los pa�ses en desarrollo se producen cerca de 10.000
muertes al a�o por envenenamiento con pesticidas, y unas 400.000
personas m�s sufren de enfermedades relacionadas con ellos.
Las substancias qu�micas viajan a trav�s de la cadena alimenticia
y se diseminan en �reas muy distantes de los lugares donde se
utilizaron originalmente. ... .
Los insectos que se alimentan de organismos nocivos son
aniquilados.
Las plagas del campo se desarrollan biol�gicamente y se
hacen resistentes a los pesticidas. Ha aumentado brutalmente en
el mundo el n�mero de plagas resistentes a los pesticidas.
En algunas zonas donde se utilizan s�lo cantidades peque�as
de substancias qu�micas, es elevada su tasa de eficacia y son
menores los da�os que se infligen al medio ambiente. ...�.
El documento Nuestro Futuro Com�n, juntamente con el denominado
Nuestra Propia Agenda (resultado del trabajo de la Comisi�n
de Desarrollo y Medio Ambiente de Am�rica Latina y El Caribe,
publicado en el a�o 1990) y los numerosos documentos oficiales
de los Pa�ses participantes, as� como los elaborados por Organizaciones
No Gubernamentales, sirvieron de base para las discusiones y la
adopci�n de Acuerdos en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (realizada en R�o de
Janeiro-Brasil, entre el 3 y el 14 de junio de 1992, finalmente
dadas a conocer en la AGENDA 21), que sesion� con la participaci�n
oficial de 172 Estados miembros, 102 dos de ellos representados
por los respectivos Jefes de Estado y de Gobierno.
El Cap�tulo 14 de la Agenda 21 trata espec�ficamente los temas concernientes
al �Fomento del Desarrollo Agr�cola y Rural Sostenible�.
En el mismo est�n definidas �reas de Programas; de ellas
destacamos las siguientes:
�Estudio, planificaci�n y programaci�n integral de
la pol�tica agr�cola en vista del aspecto multifuncional de la
agricultura, sobre todo en lo que respecta a la seguridad alimentaria
y el desarrollo sostenible. Los objetivos fijados para esta �rea
son los siguientes: a) para 1985, ... , establecer un programa
con el fin de integrar el desarrollo ambiental y sostenible con
los an�lisis de pol�ticas para el sector alimentario y agr�cola,
formulando y aplicando las pol�ticas macroecon�micas pertinentes;
b) mantener y desarrollar, ... , incluidos programas y medidas
para mejorar la producci�n sostenible de alimentos y la seguridad
alimentaria en el marco del desarrollo sostenible, a m�s tardar
en 1998; y c) ...�.
�Asegurar la participaci�n popular y fomentar el
desarrollo de los recursos humanos para la agricultura sostenible.
Entre los objetivos se destacan: a) fomentar una mayor conciencia
de la opini�n p�blica respecto del papel de la participaci�n popular
..., en particular ..., poblaciones ind�genas, ... y peque�os
agricultores, en el desarrollo agr�cola y rural sostenible; b)
garantizar el acceso equitativo de la poblaci�n rural, en particular
..., los peque�os agricultores, los campesinos sin tierra y las
poblaciones ind�genas, a los recursos agr�colas, h�dricos y forestales,
as� como a las tecnolog�as, la financiaci�n, comercializaci�n,
elaboraci�n y distribuci�n de los productos; c) reforzar ... y
los servicios de extensi�n y ...�.
�Conservaci�n y rehabilitaci�n de tierras. Sus objetivos
son los siguientes: a) para el a�o 2000, iniciar estudios nacionales
sobre recursos de tierras, ..., la extensi�n y la gravedad de
la degradaci�n de las tierras, ...; b) preparar y poner en pr�ctica
pol�ticas y programas amplios para la recuperaci�n de las tierras
degradadas y la conservaci�n de las zonas en peligro, as� como
mejorar la planificaci�n general, la gesti�n y la utilizaci�n
de los recursos de tierras y conservar la fertilidad del suelo
para lograr un desarrollo agr�cola sostenible�.
�Agua para la producci�n de alimentos y el desarrollo
rural sostenibles. Sus principales objetivos hasta el a�o 2000
son los siguientes: a) el suministro diario de un m�nimo de 40 litros de agua salubre
para toda persona en las zonas urbanas; b) el suministro de saneamiento
para el 75% de los habitantes de zonas urbanas; c) la vigencia
de normas para la eliminaci�n de desechos municipales e industriales;
d) la recolecci�n, reciclaje o la eliminaci�n del 75% de los desechos
s�lidos de las zonas urbanas en condiciones ambientalmente satisfactorias;
e) el acceso garantizado de las poblaciones rurales a fuentes
de saneamiento y agua salubre ...�.Ello implica que en
la gesti�n de recursos h�dricos deber� reconocerse la importancia
de proteger la integridad de los ecosistemas acu�feros y de preservarlos
mediante la conservaci�n de las cuencas hidrogr�ficas.
�Gesti�n y control integrados de las plagas de la agricultura. Entre
los objetivos se destacan los siguientes: a) para el a�o 2000,
mejorar y establecer servicios de protecci�n fitosanitaria y zoosanitaria,
..., y aplicar el C�digo de Conducta para la Distribuci�n y la
Utilizaci�n de Plaguicidas; b) mejorar y aplicar programas para
poner al alcance de los agricultores las t�cnicas de lucha integrada
contra las plagas, ...; c) a m�s tardar en 1998, establecer redes
operativas e interactivas entre agricultores, investigadores y
servicios de extensi�n para fomentar y desarrollar t�cnicas de
luchas integrada contra las plagas�.
Los otros Programas incluidos en este Cap�tulo 14 de la AGENDA 21 son
los siguientes:
�Mejorar la producci�n agr�cola y los sistemas de cultivo
mediante la diversificaci�n del empleo agr�cola y no agr�cola
y la creaci�n de infraestructura;
Planificaci�n de los recursos de tierras, informaci�n y
educaci�n para la agricultura;
Conservaci�n y utilizaci�n sostenible de recursos fitogen�ticos
para la alimentaci�n y la agricultura sostenibles;
Conservaci�n y utilizaci�n sostenible de recursos zoogen�ticos
para la agricultura sostenible;
Nutrici�n sostenible de plantas para aumentar la producci�n
de alimentos;
Transici�n a la energ�a rural para mejorar la productividad;
y
Evaluaci�n de los efectos sobre animales y plantas de la
radiaci�n ultravioleta causada por la destrucci�n de la capa de
ozono estratosf�rico�.
Alrededor de un a�o despu�s de la realizaci�n de la Cumbre para la Tierra,
en Salvador, Bah�a (Brasil) entre el 15 y 16 de julio de 1993
se desarroll� la III Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado
y de Gobierno. El desarrollo de la agricultura en el marco del
desarrollo sostenible estuvo entre los principales temas de la reuni�n. De las recomendaciones (41) de la Cumbre
se destacan:
La necesidad de ratificar el compromiso pol�tico expresado
en los principios de la Declaraci�n de R�o (Cumbre para la Tierra);
La necesidad de revisar las leyes y normas del sector en
el marco de los acuerdos de R�o para lograr un ordenamiento territorial
y de los recursos naturales que respondan a las demandas actuales;
La obligaci�n de la defensa del patrimonio biol�gico de
la Regi�n no s�lo por razones de preservaci�n de su integridad,
sino tambi�n como bien de producci�n, asegurando el aprovechamiento
sostenible de estos recursos;
La conveniencia de que los objetivos y criterios de sostenibilidad
sean incorporados expl�citamente en el dise�o y manejo de la pol�tica
macroecon�mica y comercial;
La necesidad de una profunda renovaci�n tecnol�gica, adecuada
a la agricultura sostenible;
El establecimiento de estrategias regionales para normar
reg�menes de patentes de los recursos vivos, ... y lograr esquemas
de transferencia internacional de tecnolog�a m�s equitativos entre
el Norte y el Sur;
Asumir un fuerte y decidido compromiso en cuanto al control
del uso de plaguicidas.
Posteriormente, los d�as 7 y 8 de diciembre de 1996 en Santa Cruz de la
Sierra (Bolivia) se realiz� la Cumbre de las Am�ricas sobre Desarrollo
Sostenible. En el documento resultante de la misma, los Jefes
de Estado y de Gobierno asumieron el compromiso de poner en ejecuci�n
el Primer Plan de Acci�n del Hemisferio sobre Desarrollo Sostenible
con base en los principios de la Declaraci�n de Santa Cruz de
la Sierra con el prop�sito de superar los m�s apremiantes problemas
que afrontan nuestros pueblos y asegurar un nivel de vida adecuado
y digno para las generaciones presentes y futuras. El contenido
de la Declaraci�n de la Cumbre constituye una nueva ratificaci�n
del compromiso asumido en la Cumbre para la Tierra, de junio de
1992.
La contrastaci�n de las caracter�sticas y de la situaci�n actual del sector,
con las que deber�an ser las resultantes de los impactos ocasionados
por la implementaci�n de los compromisos asumidos en los Acuerdos
firmados en el transcurso de la d�cada de los noventa, en
general, exime de comentarios por la ausencia de cambios significativos.
Un tema aun ausente es el de la Soberan�a Alimentaria,
como una valor superior al de la denominada Seguridad
Alimentaria.
14. Sector Agropecuario y Producto Bruto
Interno (PBI)
La participaci�n del PBI agr�cola en el PBI total de la Regi�n disminuy�
de 20,3 % a 17,9% y a 14,3% entre los a�os 1950-52, 1959-61 y
1970, manteni�ndose aproximadamente constante desde fines de la
d�cada de los a�os '70 hasta los primeros a�os de los '80, a partir de lo cual asumi� valores que fluctuaron
entre 9,6% y 10,1% (Ver Cuadro N�9).
CUADRO N�9
AMERICA LATINA
EVOLUCION DEL VALOR AGREGADO SECTORIAL
(en millones de d�lares de 1990)
(a�os 1986-1995)
Sector |
1986 |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
1995 |
Agropec. |
89325 |
95392 |
97135 |
97225 |
98771 |
101389 |
103844 |
104146 |
109751 |
113101 |
Industrial |
361355 |
371461 |
369131 |
369057 |
363639 |
375028 |
382229 |
398569 |
420432 |
417931 |
Servicios |
483714 |
498001 |
501067 |
504257 |
509218 |
529771 |
548450 |
568982
|
595828 |
591525 |
Total |
934394 |
964854 |
967333 |
970539 |
971628 |
1006188 |
1034523 |
1071697 |
1126011 |
1122557 |
Agrop.: Sector Agropecuario, Forestal y Pesquero.
Industrial: Miner�a y Explotaci�n de Canteras; Manufacturas; Construcci�n;
Electricidad, Gas y Agua.
Servicios: Comercio al por mayor y al por menor; Transporte y Comunicaciones;
Servicios Financieros; Gobierno; Otros Servicios
Fuente:
BID. Progreso Econ�mico y Social en Am�rica Latina. Informe 1996.
Washington, D.C., USA, noviembre 1996.
En los lapsos 1970-80, 1980-90 y 1990-95 el PBI agr�cola creci� a tasas
medias anuales 3,5%, 2,0% y 2,7%, respectivamente, que resultaron
inferiores a los ritmos de crecimiento de los otros sectores de
la econom�a, y al de �sta en su conjunto, en los per�odos extremos,
mientras que en el per�odo intermedio result� superior.
El citado tipo de evoluci�n del PBI agr�cola se dio en el marco de un
significativo incremento de la superficie incorporada a la producci�n
(V�ase el Cuadro N�7) , as� como de una amplia difusi�n de la
tractorizaci�n (Ver Cuadro N�6), una leve expansi�n de la superficie
bajo riego y un mayor uso de fertilizantes y pesticidas como instrumentos
de la "modernizaci�n" imitativa de los Pa�ses industrializados
que, como ya dijimos, conlleva una significativa disminuci�n de
la mano de obra requerida para la producci�n.
La citada difusi�n de la tractorizaci�n implic� pasar de una relaci�n
ha/tractor de aproximadamente 261 hect�reas (media del lapso 1961-1965) a 109 hect�reas (a�o
1995); mientras que el mayor uso de agroqu�micos implic� pasar
de un gasto anual de m�s de 1.200 MILL de d�lares en pesticidas
a poco m�s de 2.800 MILL de igual moneda en el a�o 1992.
En el Cuadro N�10 se muestra la evoluci�n de las Exportaciones e Importaciones
en el per�odo 1986-1995. Como puede observarse, las importaciones
manifiestan un comportamiento m�s din�mico que las exportaciones
(en MILL de U$S), superando a �stas en t�rminos absolutos
a partir del a�o 1992 seg�n la informaci�n disponible hasta el
a�o 1995, en un marco general de p�rdida de poder adquisitivo
de las exportaciones de la Regi�n (V�ase el Cuadro N�11) y de
un incremento de la importaci�n de alimentos como procesos continuos.
Los analistas del comercio internacional coinciden en sostener
la afirmaci�n del alto grado de vulnerabilidad que enfrentan los
Pa�ses de la Regi�n cuyas econom�as est�n basadas principalmente
en los resultados de la agroexportaci�n.
CUADRO N�10
AMERICA LATINA
BALANZA COMERCIAL, EXPORTACIONES E IMPORTACIONES DE BIENES
(FOB, en millones de d�lares)
(a�os 1986-95)
Items |
1986 |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
1995 |
Bza.Com. |
17762 |
21452 |
24903 |
29445 |
30380 |
12278 |
-6075 |
-9860 |
-15454 |
-706 |
Exportac. |
87389 |
99868 |
115443 |
128510 |
141675 |
141754 |
150743 |
161956 |
187692 |
227047 |
Importac. |
69627 |
78415 |
90539 |
99065 |
111295 |
129475 |
156818 |
171815 |
203146 |
227753 |
Fuente: BID. Progreso Econ�mico
y Social en Am�rica Latina. Informe 1996. Washington, D.C., noviembre
1996
Cuadro
N�11
Am�rica Latina: Indices del tipo de cambio Real
Efectivo de las Exportaciones
(Elaborado sobre la base de �ndices de precios al consumidor)
Países |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
1995* |
Argentina |
122.4 |
129.7 |
143.1 |
100.0 |
83.3 |
77.5 |
74.4 |
78.4 |
86.7 |
Bolivia |
69.8 |
74.1 |
71.9 |
100.0 |
108.3 |
116.3 |
120.0 |
125.1 |
127.5 |
Brasil |
156.8 |
143.2 |
108.4 |
100.0 |
118.5 |
127.7 |
115.4 |
92.9 |
71.2 |
Chile |
96.3 |
102.0 |
96.4 |
100.0 |
98.9 |
95.3 |
96.6 |
96.5 |
93.0 |
Colombia |
85.2 |
86.5 |
88.8 |
100.0 |
101.0 |
90.0 |
87.0 |
74.8 |
73.3 |
Costa Rica |
99.6 |
104.0 |
98.0 |
100.0 |
108.3 |
103.0 |
100.7 |
101.0 |
98.4 |
Ecuador |
78.8 |
92.3 |
94.6 |
100.0 |
95.2 |
94.7 |
84.0 |
78.2 |
77.4 |
El Salvador |
99.7 |
86.9 |
82.8 |
100.0 |
98.4 |
98.2 |
87.4 |
83.9 |
81.9 |
Guatemala |
84.1 |
85.0 |
85.4 |
100.0 |
87.9 |
87.0 |
88.2 |
85.1 |
82.6 |
Haití ** |
88.2 |
93.1 |
96.4 |
100.0 |
92.8 |
96.2 |
110.2 |
97.7 |
86.0 |
Honduras |
60.3 |
60.4 |
56.1 |
100.0 |
107.9 |
102.2 |
112.6 |
125.3 |
113.1 |
México |
135.2 |
110.0 |
103.2 |
100.0 |
91.1 |
84.1 |
79.8 |
81.9 |
120.5 |
Nicaragua |
3.1 |
125.4 |
150.0 |
100.0 |
104.6 |
104.9 |
108.3 |
113.3 |
118.0 |
Paraguay *** |
93.1 |
96.5 |
101.9 |
100.0 |
86.9 |
90.6 |
92.2 |
97.4 |
108.9 |
Perú |
189.8 |
195.8 |
122.1 |
100.0 |
82.1 |
80.9 |
83.3 |
84.4 |
86.2 |
R.Dominicana |
130.2 |
151.0 |
109.2 |
100.0 |
100.6 |
101.3 |
96.8 |
95.4 |
93.5 |
Uruguay |
80.6 |
86.7 |
86.3 |
100.0 |
88.1 |
84.1 |
74.2 |
76.6 |
79.3 |
Venezuela |
83.9 |
81.2 |
96.1 |
100.0 |
93.3 |
88.5 |
88.9 |
92.5 |
74.3 |
Fuente: CEPAL, sobre la base de cifras del Fondo Monetario Internacional.
a: corresponde al promedio de los �ndices del tipo de cambio real de la
moneda de cada pa�s con respecto a las monedas de los principales
pa�ses con que cada pa�s tiene intercambio comercial, ponderados
por la importancia relativa de las exportaciones hacia esos pa�ses.
Las ponderaciones corresponden al per�odo 1989-1993.
* promedio enero a septiembre.; ** a partir de 1987 se us� el tipo de
cambio comercial; *** se us� el tipo de cambio libre o paralelo.
15. Acerca de la Cultura
Cada Pa�s de la Regi�n posibilita identificar un conjunto de Culturas
sin una s�ntesis que exprese la superaci�n de los conflictos que
dicha coexistencia ocasiona y s�, en cambio, con severas restricciones
que impiden la integraci�n entre ellas. Esto se manifiesta, generalmente,
en la marginaci�n de los grupos aut�ctonos tanto en el tratamiento
y toma de decisiones tendientes a la superaci�n de la problem�tica
de sus respectivos Pa�ses, como en lo concerniente a los reducidos
�mbitos territoriales que ocupan. M�s a�n, a la fecha subsisten
grupos �tnicos que se autoconsideran naciones dominadas, aunque
con ciertos grados de libertades en el interior de los Estados
Nacionales que los contienen, realizando de vez en cuando actos
de reclamos de reconocimiento de sus soberan�as y derechos territoriales.
Si a lo ya dicho en la primera parte del presente documento se agrega
que la mayor�a de la poblaci�n aut�ctona localizada en el medio
rural practica una agricultura de subsistencia y constituye una
parte predominante de la clase social denominada gen�ricamente
campesina, hist�ricamente marginada de todo proyecto nacional
que tienda a la incorporaci�n de los productores a los beneficios
del incremento de la producci�n destinada al mercado externo,
resulta f�cil comprender la vigencia de las relaciones de dependencia
al interior de los Pa�ses, las que determinan apropiaciones de
parte de los ingresos del sector campesino por los beneficiarios
de los proyectos de desarrollo hist�ricamente implementados.
Las aludidas apropiaciones resultan tanto por el lado de los bajos salarios
pagados a la mano de obra transitoria (resultado, quiz�s, de la
oferta de mano de obra cada vez m�s numerosa), como por el lado
de los bajos precios determinados para los productos generados
principalmente para el mercado interno de menores recursos.
A la par de lo expresado, la hist�rica exclusi�n de los campesinos respecto
a la colocaci�n de productos agropecuarios en el mercado externo,
gener� la permanente expulsi�n de aqu�llos hacia �reas con suelos
de menor capacidad de uso agr�cola y carentes de la necesaria
infraestructura (socio � econ�mico - t�cnico- financiera) de apoyo.
A la vez, este hecho ocasion� y ocasiona la expansi�n de la agricultura
migratoria y "minera" (esta �ltima, predominantemente,
en suelos de pendientes fuertes, f�cilmente erosionables y de
escasa profundidad), con los obvios impactos negativos sobre el
medio ambiente.
Como se ver� m�s adelante, el sector agr�cola
de la Regi�n est� integrado b�sicamente por dos conjuntos de productores
netamente diferenciados (sin que lo dicho implique desconocer la
existencia de subconjuntos al interior de ellos), que expresan el
resultado, o la s�ntesis, del predominio de los proyectos de desarrollo
impuesto sobre los de desarrollo propio de las comunidades aut�ctonas.
Y esto, a�n en el caso de los denominados "pueblos nuevos"
(36). Los dos conjuntos principales son generalmente denominados
"Campesinos" y productores "modernos", respectivamente.
El primero de ellos se considera funcional del segundo, en particular,
y respecto a la econom�a en su conjunto. Por consiguiente, la dimensi�n
del primer grupo depende de las necesidades del segundo, y �stas
son cada vez menores y explican parte del proceso de migraci�n rural
- urbana.
16. M�todos de Producci�n Agropecuaria
en Am�rica Latina
La producci�n agr�cola al interior de cada Pa�s de la Regi�n fue siempre
heterog�nea desde el punto de vista social, tecnol�gico y productivo,
y no obstante los acentuados procesos de concentraci�n de la tierra
(realizados y en realizaci�n en la mayor�a de los Pa�ses de Am�rica
Latina) dicha heterogeneidad persiste.
La heterogeneidad se expresa en la pluralidad de sistemas agrarios, la
que es debida a la funcionalidad econ�mica, social y pol�tica
de cada uno de ellos en la estructura nacional.
El desarrollo del capitalismo en el agro de la Regi�n dio lugar a la formaci�n
de tres segmentos b�sicos, social y tecnol�gicamente diferenciados,
cuyos criterios operativos en cuanto al uso de los recursos y
a las estrategias productivas responden a diferentes racionalidades.
La din�mica del conjunto de los tres segmentos b�sicos, articulados
bajo una misma l�gica que condiciona sus respectivas evoluciones,
tiende a mantener la heterogeneidad del sector. Cada segmento
b�sico de unidades de producci�n est� definido por el patr�n tecnol�gico
asumido en la actividad propia de ellas. Tales tipos, globalmente,
son los siguientes:
* Tipos "Tradicionales" o "Campesinos"
Bajo esta denominaci�n gen�rica se incluye a los estratos rurales de menores
ingresos. Se caracteriza, b�sicamente, por el hecho de que qui�nes
realizan el trabajo productivo son los mismos que toman las decisiones
respecto a ello. En este tipo de unidad productiva se da una cierta
correspondencia entre la unidad de fuerza de trabajo familiar,
la unidad de producci�n y la de consumo. La fuerza de trabajo
involucrada proviene s�lo excepcionalmente de fuera del grupo
familiar, siendo frecuentes las situaciones de subempleo y de
desocupaci�n.
La implementaci�n del programa de producci�n en este tipo de unidades
implica baja disponibilidad de recursos y alta intensidad de mano
de obra, as� como la aplicaci�n de conocimientos emp�ricos y el
predominio de uso de energ�as animadas y renovables. Estas, en
un alto n�mero de casos, constituyen alrededor de 90% o m�s de
la energ�a total consumida en la producci�n.
Por insuficiencia de excedentes econ�micos y/o de los conocimientos necesarios
para la incorporaci�n de maquinaria y equipos que usan combustibles
l�quidos o energ�a el�ctrica, o por no son compatibles con la
cultura y requerimientos, recurren al uso de la energ�a animal
y humana, a la energ�a solar, a la e�lica, o a la de la biomasa;
todas ellas captables internamente en la unidad de producci�n.
La preparaci�n de los suelos, las labores culturales y la cosecha se realizan
mediante el uso de fuerza de tracci�n humana y/o animal. Algunos
agraristas califican a este tipo de unidades como "atrasadas",
sin tener en cuenta que en un n�mero significativo de casos son
de alta eficiencia en el uso de los recursos y en la preservaci�n
de la capacidad productiva de los suelos.
Al respecto, F.Tudela et.al. (7) expresan que los sistemas productivos
campesinos de tipo tradicional son considerados "ineficientes"
por quienes "se limitan a considerar el indicador de
los rendimientos por hect�rea", obviando el hecho
de que "una contabilidad m�s ajustada tendr�a que considerar
la relaci�n entre los insumos para la producci�n y el producto
final obtenido". Ejemplifican con el caso de la relaci�n
energ�tica en la producci�n de ma�z:, que en la agricultura comercial
estadounidense es 2,64 mientras que en la producci�n campesina
mexicana es 14, o sea que las milpas mexicanas resultan 5,3 veces
superiores en t�rminos de eficiencia energ�tica. Las investigaciones
implementadas por el IDEE/FB (23) muestran relaciones a�n m�s
amplias en numerosos cultivos, al comparar las intensidades energ�ticas
resultantes en los tres tipos b�sicos de productores, seg�n patr�n
tecnol�gico aplicado.
Tudela et.al agregan que no debe olvidarse que los campesinos, adem�s
de trabajar con baja cantidad de insumos, ocupan los suelos de
menor capacidad de uso agr�cola, por lo que los resultados obtenidos
pueden ser sorprendentemente buenos y por lo general sostenibles
a largo plazo, debido a la estabilidad de los agroecosistemas
y a la racionalidad de las estrategias productivas m�ltiples implementadas.
Cabe se�alar que bajo este tipo "tradicional" existen tambi�n
unidades de producci�n de tama�o mediano y grande, manejadas con
mano de obra asalariada o bajo formas mixtas de remuneraci�n del
trabajo. Este tipo (en realidad subtipo) se presenta, predominantemente,
como unidad de producci�n pecuaria. Si bien el nivel tecnol�gico
presente en este subtipo corresponde al tipo "tradicional",
las motivaciones de los titulares de �stas son diversas y generalmente
responden a diferentes racionalidades. Tienden a desaparecer como
tales.
En un documento (9) se sostiene que despu�s de los a�os '60 se desarroll�
en el espacio rural latinoamericano un amplio proceso de expansi�n,
tecnificaci�n productiva y de modernizaci�n agr�cola que abarc�,
en gran medida, a las explotaciones tradicionales y a las propiedades
familiares, las que experimentaron importantes transformaciones
tanto en su organizaci�n econ�mica como en su integraci�n al mercado
y en sus relaciones sociales. Dicho proceso implic� "una
transformaci�n del anterior dualismo latifundio/minifundio en
un nuevo sistema bipolar de grandes empresas comerciales modernas
y actividades campesinas de peque�a escala".
Las unidades de producci�n "Tradicionales" o "Campesinas"
producen casi exclusivamente para el mercado interno. (28).
Cabe destacar que no todos los productores denominados "campesinos"
(por origen) se encuentran contenidos bajo el tipo de unidades
de producci�n "Tradicionales" o "Campesinas",
pero al igual que las unidades de producci�n grandes incluidas
bajo este tipo, num�ricamente carecen de significaci�n. Quiz�s
su importancia mayor radique en la incidencia pol�tico - social
sobre su sector de origen.
Generalmente, en numerosos documentos se argumenta que los titulares de
la peque�a agricultura "son pobres pero ineficientes�
(Schultz, 1964; Figueroa, 1984, entre otros) (37) y a partir de
all� surgen recomendaciones de "educaci�n" que deber�an
ser aplicadas a aqu�llos para "ayudarlos" a superar
la situaci�n de extrema pobreza que afecta a una significativa
porci�n de ellos, atribuyendo el fracaso de las reformas agrarias
realizadas en numerosos Pa�ses de la Regi�n, a la racionalidad
econ�mica predominante en el conjunto "Campesino".
Pero lo cierto es que dichas Reformas Agrarias no modificaron ni la escasez
de tierras, ni las dificultades de acceso al mercado y al cr�dito,
ni la ausencia de un adecuado sistema de comunicaci�n sobre alternativas
tecnol�gicas viables (como ejemplo de no viable puede citarse
el caso de la denominada Revoluci�n
Verde), entre otras restricciones que secularmente
afectan a la peque�a agricultura.
Antes de caracterizar el segundo tipo b�sico de M�todo de Producci�n Agropecuario,
un breve comentario sobre la denominada "Revoluci�n Verde",
por sus implicancias respecto al subsector "Campesino"
o de "Peque�os Agricultores".
Dicha revoluci�n implica la adopci�n de un paquete tecnol�gico cuyo objetivo
es maximizar a corto plazo los rendimientos unitarios de los cultivos
comerciales. Este paquete est� integrado por semillas gen�ticamente
mejoradas, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas y agua para
riego. Tiene su origen en los trabajos de la
Fundaci�n Rockefeller realizados en M�xico a
partir del a�o 1943, y su modelo excluye consideraciones sobre
la evoluci�n de los agroecosistemas y todo an�lisis de sustentabilidad
de �stos (7), as� como de las relaciones sociales de producci�n,
la organizaci�n del sistema productivo, las modalidades de tenencia
de la tierra, la dimensi�n cultural de los procesos, los aspectos
institucionales y pol�ticos que sirven de marco a la producci�n,
entre otros aspectos.
En M�xico, la
Fundaci�n Rockefeller concentr� sus esfuerzos
en ma�z, trigo, cebada y sorgo. Las consecuencias de la adopci�n
del modelo fueron largamente criticadas por los perjuicios ocasionados
a los campesinos, al orientarlos hacia la producci�n comercial
de especies que formaban parte de la agricultura de subsistencia.
Desde el punto de vista institucional, por lo que representan,
se destacaron las cr�ticas provenientes del Instituto de Investigaci�n
de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), con
sede en Ginebra (Suiza), hechas p�blicas en 1972. Pero ya desde
1941 numerosos investigadores alertaron sobre las consecuencias
sociales negativas del modelo, con �nfasis cuando hacia mediados
de la d�cada de los a�os '60 se promovi� la producci�n comercial
de ma�z entre los agricultores de subsistencia. Los promotores
respond�an las cr�ticas sosteniendo que los efectos negativos
constitu�an el "ineludible costo social del progreso cient�fico
y de la modernidad" (7).
Las antedichas cr�ticas al modelo se situaban en el marco socioecon�mico
del problema que generaba. "Sin embargo, los problemas
ambientales que genera dicha orientaci�n agron�mica, aunque son
de una magnitud nada despreciable, no han recibido una atenci�n
proporcional a su importancia" (7). Por ejemplo,
la p�rdida en diversidad biol�gica, en el manejo m�ltiple de especies,
el abandono de etnociencias campesinas que posibilitaba dicho
manejo, el aumento de la dependencia para satisfacer requerimientos
de consumos en las unidades de producci�n campesinas, el aumento
de la vulnerabilidad de la Calidad de Vida de la poblaci�n involucrada
directamente en la implementaci�n del modelo, los impactos negativos
de la artificializaci�n de los ecosistemas sobre la fauna capturada
para el autoconsumo en las explotaciones, la disminuci�n de la
calidad biol�gica de los alimentos consumidos en ellas, la disminuci�n
de la capacidad de uso de los suelos tanto por la inadecuada mecanizaci�n
de las labores, como por los impactos sobre �stos causados por
los agroqu�micos, etc., entre tantos otros impactos ambientales
negativos, si bien algunos de ellos pueden ser tipificados como
socioecon�micos en an�lisis parciales.
F.Tudela et.al. (7) destacan que "�el pensamiento neoliberal
parece haber asimilado hoy el paradigma de la Revoluci�n Verde. Se
produce as� una contradicci�n te�rica insalvable entre la defensa
de las virtudes autorreguladoras de los mecanismos del mercado,
concebidos como "NATURALES", y el fomento de agroecosistemas
totalmente artificializados, que s�lo pueden perdurar sobre la
base de constantes subsidios e intervenciones humanas"�.
La Revoluci�n Verde, iniciada en M�xico, se encuentra hoy expandida en casi la totalidad
de los Pa�ses de la Regi�n.
*
Tipo "Mixto" o "Intermedio"
Bajo esta denominaci�n se incluyen unidades peque�as o medianas de producci�n,
basadas predominantemente en el trabajo familiar. Sus productos
tienen como destino principal el mercado y cuentan con una dotaci�n
de recursos superior a la disponible en las unidades de tipo "tradicional".
Numerosos titulares de este tipo de unidades disponen de tractores y/o
de maquinarias en propiedad. Seg�n sea la disponibilidad de recursos
y la organizaci�n de la producci�n puede encontrarse las situaciones
siguientes:
-
Explotaciones que en la preparaci�n de los suelos y la ejecuci�n
de las labores culturales utilizan exclusivamente tracci�n animal
e implementos manuales, mientras que en la cosecha (de granos
y algod�n, por ejemplo) utilizan tracci�n mec�nica.
-
Explotaciones que en la preparaci�n de los suelos y en la mayor�a
de las labores culturales utilizan maquinarias y equipos a tracci�n
mec�nica, pero usando adem�s mano de obra en deshierbes y otras
labores de mantenimiento y defensa de los cultivos. En la cosecha
utilizan tracci�n mec�nica. Adem�s, ocasionalmente, en los cultivos
aplican agroqu�micos (plaguicidas, pesticidas, fertilizantes o
mejoradores org�nicos de los suelos y, con menor frecuencia, herbicidas).
- Explotaciones que combinan el uso de la tracci�n mec�nica y de
la tracci�n animal tanto en la preparaci�n de los suelos como
en la realizaci�n de las labores culturales. La preparaci�n de
los suelos, en general, la realizan mediante tracci�n mec�nica
propia o contratada; mientras que las labores culturales, casi
siempre, son implementadas con tracci�n animal.
Desde el punto de vista econ�mico son unidades relativamente estables
y con niveles de productividad e ingresos que, bajo condiciones
normales, posibilitan procesos de capitalizaci�n.
Comparadas con las unidades "tradicional", las de tipo "mixto"
utilizan m�s energ�a por unidad de superficie, combinando en proporciones
variables las energ�as animadas (humana y animal) con las inanimadas
(mec�nica y qu�mica), lo que implica un mayor consumo de combustible
f�sil. Utilizan menor tiempo en la realizaci�n de cada labor,
obtienen mayores rendimientos unitarios y requieren insumos producidos
fuera de la explotaci�n y, en algunos casos, de procedencia externa
al Pa�s.
En los estudios realizados por el IDEE/FB en Bolivia, Venezuela y Nicaragua,
entre otros Pa�ses de la Regi�n, en general, comparadas con las
�tradicional�, las unidades de este tipo consumen m�s energ�a
por unidad de producci�n (en Kilo equivalente de petr�leo-kep,
por tonelada de producto obtenido).
*
Tipo "Moderno"
Las explotaciones de este tipo corresponden
a las identificadas como explotaciones de agricultura empresarial",
o manejadas bajo criterios "comercial moderno", o a las
sujetas a un "moderno capitalismo agrario". Estas unidades
de producci�n tienen como titulares a los denominados "empresarios
agr�colas".
Las explotaciones de este tipo, en general, son manejadas bajo criterios
que responden a objetivos de corto plazo (m�xima ganancia).
La mano de obra utilizada es predominantemente asalariada y la producci�n
obtenida tiene como principal destino el mercado externo y/o la
satisfacci�n de requerimientos de los sectores de poblaci�n de
mayores ingresos (nacionales y/o externos). Los titulares de estas
explotaciones tienen estrechas vinculaciones con las fuentes de
cr�dito, asistencia t�cnica y tecnolog�a, estando algunas veces
asociadas en la conducci�n de ellas.
La viabilidad de este tipo de explotaciones en Am�rica Latina est� determinada
por la naturaleza del modelo socioecon�mico vigente y se encuentra
en plena etapa de expansi�n, a expensas tanto de las peque�as
y medianas explotaciones como de nuevas �reas por expansi�n (hacia
afuera) de la frontera agropecuaria, en detrimento de �reas boscosas.
La viabilidad de este tipo de explotaciones no cambiar�a si se
modificara la forma actual de titularidad pasando, por ejemplo,
a formas asociativas que maximicen el n�mero de beneficiarios
de la alta rentabilidad que posibilitan.
En este tipo de explotaciones pueden identificarse
diversas situaciones, pero en todas ellas exhiben un alto grado
de utilizaci�n de maquinarias a tracci�n mec�nica e insumos externos
a las mismas; as� como una alta inversi�n de capital por unidad
de superficie y elevados requerimientos de energ�a externa al propio
sector. Una cantidad de escasa significaci�n respecto al total de
las explotaciones de este tipo incorpora, a�n cuando parcialmente,
la variable ambiental en la planificaci�n de la producci�n, tendiendo
en consecuencia a mantener o incrementar la productividad natural
(barbechos, rotaciones de cultivos, pr�cticas de manejo en la superficie
bajo bosque, pr�cticas de conservaci�n de los suelos, las aguas,
etc.).
Desde el punto de vista energ�tico, los estudios
muestran que m�s de 90% de la energ�a consumida en las explotaciones
de este tipo es de origen inanimado. El uso de energ�a animal se
encuentra pr�cticamente ausente, mientras que el de energ�a humana
se aplica en el manejo de maquinaria e insumos, adem�s de algunas
labores manuales no realizables por medios mec�nicos. Por consiguiente,
exhiben un alto consumo de energ�a f�sil y una significativa disminuci�n
de los tiempos empleados en las labores culturales en general. Utilizan
semilla gen�ticamente mejorada, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas,
herbicidas, riego (en proporci�n significativa), secado artificial
y transporte automotor (dentro y fuera de la explotaci�n). Todo
ello implica un incremento en el uso de energ�a por unidad de producto
obtenido, aunque tambi�n un aumento en los rendimientos unitarios
de los cultivos.
Como puede inferirse del an�lisis de los tres tipos b�sicos considerados,
el pase de las explotaciones de tipo "tradicional" o
del tipo "mixto" a "moderno" implica, o conlleva,
un mayor uso de insumos y, en el caso de Am�rica Latina, generalmente
importados de fuera del Pa�s.
Pero tambi�n implica optar por una mayor productividad de la mano de obra,
o por un incremento de los rendimientos unitarios basado en fuertes
subsidios energ�ticos, o por la toma de decisiones respecto a
la pol�tica demogr�fica para el medio rural, o por una pol�tica
sobre el uso de los recursos naturales relativamente escasos;
todo lo cual no necesariamente se expresa o se basa en una pol�tica
de desarrollo rural, social y ambientalmente sostenible. S�, por
lo contrario, la mayor�a de las veces implic� la destrucci�n de
valiosos ecosistemas desde el punto de vista de su potencial
productivo agropecuario, cuando no la introducci�n de graves alteraciones
en el medio ambiente global.
Por consiguiente, la definici�n de "moderno" no implica por
s� lo mejor, como tampoco la denominaci�n de "tradicional"
es sin�nimo de atraso. Ambas responden a diferentes racionalidades
que pueden ser antag�nicas o complementarias entre s�, dependiendo
ello del modelo de desarrollo nacional en el cual se encuentren
inscriptas.
Teniendo en cuenta los actuales condicionantes y determinantes del desarrollo
de los Pa�ses de la Regi�n, seguramente hacia el futuro no lejano
deber�n adoptarse modelos que abarquen los tres tipos b�sicos
de explotaciones que fueron explicitados, lo que no implica que
necesariamente deban subsistir las diferencias de ingresos que
condena a los titulares de uno de los tipos a la pobreza permanente,
mientras a los otros tipos posibilita grados diferenciales de
acumulaci�n y poder.
17. Del GATT a la Organizaci�n Mundial del Comercio:
Liberalizaci�n del Comercio
La liberalizaci�n del comercio agr�cola a partir del Acta Final de la Ronda Uruguay, fechada
15 de abril de 1994, podr�a tener un impacto mayor en los precios
de los productos y en las perspectivas de la agricultura en los
Pa�ses denominados en "v�as de desarrollo".
Muchos pa�ses industrializados protegieron y protegen sus sectores agr�colas
mediante los precios; de esta manera estimulan las respectivas
producciones y generan excedentes. La inundaci�n del mercado,
con dichos excedentes, ha disminuido de modo particular los precios
de los productos muy protegidos (por ejemplo, productos l�cteos
y carne bovina), generalmente involucrados en los mercados
internacionales m�s peque�os.
Los Tratados que forman parte de dicha Acta Final de la Ronda Uruguay suponen,
a corto plazo, que los precios m�s altos redistribuir�n la riqueza
en todo el mundo y que los pa�ses en "v�as de desarrollo",
exportadores de alimentos, se beneficiar�n. Por ejemplo, algunos
economistas estiman que s� los pa�ses industriales levantaran
las barreras contra la exenci�n arancelaria, las ganancias de
los Pa�ses en "v�as de desarrollo" por concepto de exportaci�n
de frutas y vegetales podr�an ascender de 24 a 36%; lo que posibilitar�a
aumentar los salarios rurales y demorar la migraci�n, contribuyendo
a mejorar las situaciones informadas en el Cuadro inserto a continuaci�n:
CUADRO N�12
AMERICA LATINA
FUERZA DE TRABAJO Y POBREZA
PAISES |
FUERZA DE TRABAJO
(% DE LA POB.TOTAL) |
FUERZA DE TABAJO (%) |
POBLACION
EN LA POBREZA ABSOLUTA
(% TOTAL) |
1989/91 |
1965 |
1989/
1991 |
1965 |
1989/
1991 |
1965 |
1989/
1991 |
TOTAL
1977/
1989 |
RURAL
1977/
1989 |
BARBADOS |
46 |
|
4 |
|
26 |
|
70 |
|
|
BELICE |
31 |
|
|
|
|
|
|
|
|
COSTA RICA |
37 |
47 |
24 |
19 |
30 |
34 |
46 |
|
|
CUBA |
44 |
33 |
24 |
25 |
29 |
42 |
47 |
|
|
EL Salvador |
41 |
58 |
10 |
16 |
35 |
26 |
55 |
27 |
32 |
GUATEMALA |
34 |
|
25 |
|
32 |
|
43 |
71 |
74 |
HAITI |
41 |
77 |
50 |
7 |
6 |
16 |
44 |
74 |
78 |
HONDURAS |
39 |
68 |
36 |
12 |
17 |
20 |
47 |
46 |
55 |
JAMAICA |
45 |
37 |
25 |
20 |
12 |
43 |
63 |
|
|
MEXICO |
30 |
49 |
22 |
22 |
31 |
29 |
47 |
|
|
NICARAGUA |
35 |
58 |
10 |
16 |
35 |
26 |
55 |
20 |
19 |
PANAMA |
36 |
46 |
12 |
16 |
21 |
38 |
67 |
26 |
30 |
R.DOMINIC. |
30 |
59 |
46 |
14 |
15 |
27 |
39 |
44 |
43 |
Tri. y Tob. |
38 |
20 |
10 |
35 |
41 |
45 |
49 |
|
39 |
ARGENTINA |
38 |
18 |
13 |
34 |
34 |
48 |
53 |
|
|
BOLIVIA |
31 |
54 |
47 |
20 |
19 |
26 |
34 |
|
85 |
BRASIL |
43 |
49 |
28 |
20 |
25 |
31 |
47 |
|
|
COLOMBIA |
45 |
45 |
1 |
21 |
31 |
34 |
68 |
|
|
CHILE |
37 |
27 |
18 |
29 |
30 |
44 |
52 |
|
|
ECUADOR |
35 |
55 |
30 |
19 |
24 |
26 |
46 |
56 |
|
GUYANA |
36 |
|
27 |
|
26 |
|
47 |
|
65 |
PARAGUAY |
45 |
54 |
48 |
20 |
21 |
26 |
31 |
39 |
|
PERU |
40 |
49 |
35 |
19 |
12 |
32 |
53 |
|
50 |
SURINAM |
|
|
20 |
|
20 |
|
60 |
|
|
URUGUAY |
40 |
20 |
15 |
29 |
18 |
51 |
67 |
|
|
VENEZUELA |
37 |
30 |
12 |
34 |
32 |
46 |
56 |
|
|
Fuente: Elaborado en base a informaci�n
del PNUD. Informe sobre el Desarrollo Humano 1994. Nota: sin modificaciones
para la totalidad de los pa�ses en los posteriores Informes sobre
el tema..
La
�ltima Ronda Uruguay, concluida el 15 de abril de
1994, con la presencia de Ministros de 115 Pa�ses cerr� "formalmente
siete a�os de negociaciones", mediante la firma del conceptuado
como el "m�s amplio Tratado de apertura comercial de la historia
del "comercio mundial".
Resta la aprobaci�n de algunas Legislaturas Nacionales, pero se estima
que las negociaciones de la
Ronda Uruguay finalizaron y con ellas el GATT,
dando lugar a la constituci�n de la Organizaci�n del Comercio
Mundial (WTO-World Trade Organitation).
A corto plazo, se acepta que los previsibles beneficios dela nueva Organizaci�n Mundial
ser�n de escasa significaci�n y circunscriptos a algunas rebajas
arancelarias, asignaci�n de nuevas cuotas de exportaci�n � incremento
de la magnitud de las cuotas actuales de exportaci�n.
A mediano plazo, se supone que los impactos
posibiliten el aumento de vol�menes de producci�n para el mercado
(solvente) externo, pero para llegar a resultados que pudieran considerarse
de liberalizaci�n del comercio mundial se estima que "falta
mucho y (que) para transitar ese camino, naci� el WTO".
ANEXOS - CUADROS
BIBLIOGRAFIA
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en alem�n, 1922; segunda edici�n en alem�n, corregida, 1939; primera
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Situaci�n y Evoluci�n de la Agricultura y la Alimentaci�n en Am�rica
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BID-PNUD. Nuestra Propia Agenda. Comisi�n de
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y el PNUD. RECURSOS MUNDIALES. Diversos A�os. Ediciones en espa�ol
patrocinadas por el BID.
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VALENZUELA RAMIREZ. Producci�n Arrocera y Clientelismo. Serie
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18.
COASTAL RESOURCES CENTER-USAID.Las Costas de Centroam�rica:
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21. NICOLO
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22. GRUPO
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Latina. Seminario sobre deuda y ajuste macroecon�mico. Montevideo,
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Energ�a y M�todos de Producci�n Agropecuaria en Bolivia. Primera
Parte: Altiplano y Valles de Altura. Guillermo Gallo Mendoza (Director),
Melit�n Carvajal (Coordinador), J.G.Campos Merino, A.Trepp del
Carpio, F.Hartman, A.Panduro C�spedes, H.Romero Bedregal y V�ctor
Bravo. 4 Tomos, 1987.
IDEE/FB. Energ�a y M�todos de Producci�n Agropecuaria
en Bolivia. Segunda Parte: Valles Bajos y Llanos. Guillermo Gallo
Mendoza (Director), Melit�n Carvajal (Coordinador), J.G.Campos
Merino, A.Panduro C�spedes, H.Romero Bedregal, A.Trepp del Carpio,
D. Pozo Gonz�lez, V�ctor Bravo, Oscar Guzm�n, Hilda Dubrovsky.
Al igual que el anterior, corresponde a un Proyecto UNU/JUNAC/DICYT-Bolivia/IDEE-FB.
1989.
IDEE/FB. Energ�a y M�todos de Producci�n Agropecuaria
en Venezuela. Cuatro Tomos (publicados en Venezuela por la UNELLEZ)
y 1 volumen de s�ntesis (Publicado en Buenos Aires). Guillermo
Gallo Mendoza (Director), Melit�n Carvajal (Coordinador), Luis
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25. CIDA.
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Chile, Ecuador, Guatemala y Per�. Publicados por Uni�n Panamericana.
Washington, D.C., 1965. existen versiones publicadas en los citados
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26. GUILLERMO
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Min.Planeamiento y Coordinaci�n Econ�mica. Min. AA.CC. y Agropecuarios.
Proyecto NNUU. La paz, Bolivia, Abril 1980.
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Documento N� 5, La Paz, Bolivia, Octubre 1980.
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38. Divisi�n
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THE UNITED NATIONS
UNIVERSITY.Research and Development Systems in Rural Setting:
Background of the Project (A.O.Herrera).ISEN
92-808-0363-8.1982.
LEBEL, Gregory G. y
KANE, Hal. El Desarrollo Sostenible: Una Gu�a sobre Nuestro
Futuro Com�n. El Informe de la Comisi�n Mundial sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo. Reimpresa por el IICA, en colaboraci�n
con el Centro Agron�mico Tropical de Investigaci�n y Ense�anza
(CATIE), como una contribuci�n a: El Centro para Nuestro Futuro
Com�n-Palais Wilson, 52, rue des P�quis-1201 Ginebra, Suiza.
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del R�o de la Plata. Ediciones de Mayo, Buenos Aires, Argentina,
1977.
b) GUILLERMO
PINCKERT JUSTINIANO. La Guerra Chiriguana. Talleres Gr�ficos "Los
Hu�rfanos", San Cruz de la Sierra, Bolivia, 1978.
c) JOSE
MARIA BORRERO. La Patagonia Tr�gica. Editorial Americana, Buenos
Aires, Argentina, 1957.
d) INSTITUTO
DE ESTUDIOS SOCIALES. Am�rica Nueva: ARGENTINA, Pueblo y Antipueblo
1880/1930, El Granero del Mundo. Instituto de Estudios Sociales,
Buenos Aires, Argentina, 1974.
e) MARIA
CRISTINA OCKIER.La Transformaci�n del Alto Valle del R�o Negro
hasta mediados del Siglo XX (o una forma espec�fica de realizaci�n
econ�mica de la propiedad absoluta de la tierra). Rosario, Santa
Fe, Argentina, mayo de 1986.
Tierras arables o de labranza: son las
que se encuentran bajo cultivos temporales, incluyendo las praderas
temporales para corte o pastoreo, las usadas en huertas y las que
est�n temporalmente en barbecho o no cultivadas.Tierras destinadas
a cultivos Permanentes: las tierras cultivadas, que no necesitan
ser replantadas luego de cada cosecha (ej.: cacao, caf�, hevea,
frutales). Excluye la dedicada a �rboles para producci�n de le�a
o madera.Praderas y Pastos Permanentes: son las tierras usadas
permanentemente para forrajes herb�ceos, cultivados o no (silvestre).Terrenos
Forestales y Montes Abiertos: abarca las tierras ocupadas con
especies nativas y ex�ticas, sea que est�n usadas con fines productivos
o no. Incluye las superficies en las cuales se han talado los bosques,
pero que se espera ser�n repoblados en un futuro previsible.Otras
Tierras: comprende las no utilizadas, aunque potencialmente
productivas; las superficies edificadas; los terrenos bald�os, parques,
jardines, carreteras, caminos, tierras incultas y otras no incluidas
en las anteriores categor�as.
Fuente:
FAO. Anuario de Producci�n, Vol. 30, Roma, Italia,
1976.
( ) CCDH. A�o 7, N� 82. Noticias
del GATT. �Qu� se firmo...?, P�g. 14-15.
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