PREFACIO
El concepto moderno de sistemas, que floreci� durante
la 2da.Guerra Mundial (si bien se apoy� en principios que
ven�an elabor�ndose desde mucho tiempo atr�s)
ya ha producido sus primeros frutos y ahora amenaza con integrarse
de forma superficial al corpus de la sociolog�a. Por ejemplo
: palabras tales como “insumo” (input) o producto
(output), retroaleimentaci�n (feedback), “l�mite”
y “sistema”, etc.
Este libro nace de la convicci�n
de que los modelos de equilibrio mec�nico y los modelos
organ�smicos son inadecuados y de que la moderna investigaci�n
de los sistemas puede proporcionar un marco conceptual m�s
conducente.
Desde el punto de vista anal�tico, el trabajo cient�fico
se lleva a cabo en tres niveles diferenciales, no en dos :
• investigaci�n emp�rica
• teor�a l�gico-deductiva
• marco referencial (modelos o filosof�as que informan
n/enfoque). •
1. Introducci�n
La teor�a ahora predominante se ha constru�do seg�n
los modelos de sistemas mec�nicos y org�nicos (mas
exactamente organ�smicos), elaborados en siglos anteriores
y que resultan inadecuados para abordar el tipo de sistema representado
por el dominio sociocultural (nivel
humano de organizaci�n, distinto al nivel “social”
de ciertas especies de animales o insectos).
En este volumen nos proponemos estudiar los principios y los
m�todos de la moderna teor�a de sistemas en cuanto
�sta pudiera servir de base a un modelo o marco te�rico
mas apropiado para el an�lisis sociocultural.
El nuevo concepto de los sistemas se basa en la idea de que la
clave de las diferencias sustantivas entre los sistemas reside
en el modo en que �stos se encuentran organizados,
en los mecanismos y las din�micas particulares
de las interrelaciones de las partes y con el medio.
2. Modelos de sistema social
Las concepciones subyacentes no parecen haber superado el modelo
de equilibrio mec�nico construido
siglos atr�s. Otro tanto ocurre con los modelos org�nicos:
se ha avanzado apenas a partir de callej�n sin salida en
que nos dejara la era del darwinismo social, tan aficionada a
las analog�as org�nicas y organ�smicas.
El modelo mec�nico:
Pitirim A. Sorokin rese�� de manera admirable
la evoluci�n de la “escuela mecanicista” de
sociolog�a.
Mediante los r�pidos progresos que experimentaron la f�sica,
la matem�tica y la mec�nica en el siglo XVII, los
estudiosos sociales se aplicaron a una interpretaci�n del
hombre, de la mente y de la sociedad humanos, seg�n los
conceptos, los supuestos y m�todos de aquellas disciplinas.
Surge entonces la FISICA SOCIAL (moderna sociolog�a de
entonces) del siglo XVII, doctrina seg�n la cual el hombre
es un objeto f�sico, una especie de compleja maquinaria
cuyas acciones y cuyos procesos qu�micos pod�an
ser analizados de conformidad con los principios de la mec�nica.
La mec�nica social concibi� a la sociedad
como un sistema astron�mico en el cual los seres humanos
eran elementos unidos por la atracci�n mutua o separados
por la repulsi�n; los grupos o estados eran sistemas de
oposiciones en equilibrio. Bas�base todo en la interacci�n
de causas naturales, las cuales deb�an ser estudiadas en
cuanto sistemas de relaciones mensurables. Los conceptos f�sicos
de espacio, tiempo, atracci�n, inercia, poder fueron aplicados
al estudio del hombre y de la sociedad.
Seg�n Sorokin, la mayor�a de la f�sica social
(S XVIII y primera mitad XIX) no hizo sino repetir los conceptos
del S XVII.
Uno de ellos fue Wilfredo Pareto (ingeniero) que sin embargo
utiliz� solamente los principios m�s generales de
la mec�nica cuando estos parec�an poder aplicarse
a la mec�nica. As� encontramos en Pareto la noci�n
de sistema con la acepci�n de “conjunto
de elementos en interrelaci�n”. Dichos elementos
pueden encontrarse en estado de “equilibrio”, de suerte
que si surgieran cambios moderados tendientes a romper dicho equilibrio,
surgir�an cambios de signo opuestos encaminados a restablecerlo.
Muchos soci�logos contempor�neos adoptaron esta
concepci�n sin revisarla, casi; en particular, Talcot Parsons,
Bujar�n, K Lewin, Sorokin, etc.
Ciertos cient�ficos sociales se refirieron a la sociedad
y el grupo como “sistemas sociales” pero no con criterios
netamente mecanicistas. MacIver, por ejemplo, con su concepto
de “precipitante” : …con esa palabra
queremos se�alar a cualquier factor o condici�n
espec�ficos capaces de cambiar el curso preestablecido
de los acontecimientos, de romper un equilibrio preexistente,
o de liberar fuerzas o tendencias hasta el momento reprimidas
o latentes…Los sistemas sociales se apoyan, en todo tiempo
y lugar, sobre c�digos, instituciones, tradiciones e intereses.
El cambio no es sino la alteraci�n de un equilibrio persistente.
Los datos de la historia nos permiten concebir una tendencia constante
al equilibrio, hostigada siempre por fuerzas que amenzan desajustarlo,
perturbarlo”.
Parsons dice que para estudiar el cambio social es necesario alg�n
punto de referencia a partir del cual podamos dar por producido
el cambio. Cuando Parsons admite la existencia de fuerzas de cambio
“end�genas” en el sistema, nos apartamos de
cuanto pudiera serle familiar al estudioso de la mec�nica
cl�sica.
Como se�alaron otros autores, decir
que las fuerzas internas tienden al equilibrio, sin perjuicio
de conducir al cambio, en una contradicci�n en los t�rminos.
El modelo org�nico:
As� como el auge del modelo mec�nico correspondi�
a una �poca de adelantos en la ciencia f�sica, el
modelo org�nico de la sociedad se inspir� en los
progresos de la biolog�a, a los cuales hubo de contribuir
el propio Herbert Spencer.
Es necesario distinguir entre la analog�a
organ�stica y el modelo org�nico.
Este �ltimo es mas general que aquella. Los sistemas biol�gicos
se dan por supuesto en m�s de un nivel : la organizaci�n
y la din�mica de un organismo aislado, individual, son
distintas de las que pueden observarse cuando la uni�n
de muchos organismos conforma especies o sistemas ecol�gicos
(poblaciones).
No existen analog�as entre el cuerpo pol�tico y
un cuerpo viviente, salvo aquellas que se derivan de ser cada
uno de ellos un todo compuesto por la mutua dependencia de las
partes. El organismo social, discreto, en vez de concreto, asim�trico
en vez de sim�trico y cuyas partes integrantes son capaces
de recibir y elaborar sus propias sensaciones en lugar de depender
de un centro sensitivo com�n, no
es comparable con ning�n tipo particular de organismo
animal o vegetal.
Fue desafortunado que tanto Spencer como
otros asemejasen la sociedad a los organismos individuales antes
que a la especie, pues muchas de las contradicciones de esa posici�n
provienen de distinguir insuficientemente entre diferentes niveles
biol�gicos de organizaci�n. (Es probable
que ello se deba en parte a la renuencia, que a�n persiste,
a aceptar los agregados ecol�gicos como “entidades”
o “sistemas” en el mismo sentido en que se habla de
organismos)
Esta decisi�n resulta un tanto sorprendente desde que
el propio Darwin se refiere a las especies y a la filogenia (“origen
y desarrollo evolutivo de las especies”) y no a los individuos
y a la fisiolog�a (“ciencia que estudia las funciones
de los seres org�nicos”)
Aunque escojamos la analog�a org�nica, tendr�a
mas sentido afirmar, por ejemplo, que las sociedades son como
las especies, ya que tanto la conservaci�n como el cambio
de estructura son rasgos caracter�sticos de ambas, en ciertas
condiciones; que ni las especies ni las sociedades “mueren”
como los organismos; y que como se�al� Lester Ward,
en la evoluci�n, la lucha no se libra por la “supervivencia”
(de los organismos individuales) per se, sino que -esto
es mucho mas importante- se trata de una
lucha por la estructura.
Seg�n Colin Pittendrigh, los bi�logos profesionales
han fijado la atenci�n en aspectos secundarios del proceso
hist�rico por el cual se acumula la informaci�n
gen�tica. Se han ocupado de los individuos cuando debieron
ocuparse de las poblaciones; les preocup� la evitaci�n
de la muerte en vez de importarles la reproducci�n
(perpetuaci�n del genotipo)
Si la sociedad es como un organismo, las partes cooperan. Si
la sociedad es como un conglomerado ecol�gico, el modelo
darwiniano (o hobbesiano) de lucha competitiva es mas aplicable.
Spencer adopt� la primera alternativa.
Todas las clases de criaturas se parecen en tanto cada una de
ellas muestra cooperaci�n entre sus componentes en beneficio
del conjunto. Por a�adidura, entre
los organismos individuales el grado de cooperaci�n mide
el grado de evoluci�n; y esta verdad es v�lida tambi�n
entre los organismos sociales.
La controversia actual en la teor�a sociol�gica
acerca, de la oposici�n entre el modelo conflictual y el
consensual, se refleja en los aspectos duales del modelo biol�gico,
tan confusamente entremezclados por los te�ricos sociales.
Lester Ward (bi�logo-soci�logo) -y con �l
la moderna teor�a de sistemas- disipa la confusi�n
y demuele pr�cticamente al darwinismo social. Spencer hab�a
afirmado que existe una “identidad de principios de organizaci�n
fundamentales entre los sistemas socioculturales por una parte,
y los organismos y los sistemas filogen�ticos por la otra.
Sin embargo, la importancia atribuida por Ward al proceso de adquisici�n
de conocimiento, sus conceptos de la lucha por la estructura
y sus principios de “diferencia de potencial”
y de “sinergia” / el trabajo conjunto, sistem�tico
y org�nico de las fuerzas antit�ticas de la naturaleza”
para producir la organizaci�n) se encuentra en la corriente
principal de la teor�a moderna de los sistemas.
El funcionalismo actual en sociolog�a representa la versi�n
actual del modelo biol�gico. Pero mientras
los darwinistas sociales se inclinaron por el sistema
filogen�tico para subrayar el tema de la lucha competitiva,
los funcionalistas utilizan el ejemplo organ�smico
como ejemplo supremo de la estrecha cooperaci�n entre las
partes que conservan una estructura fija dentro de ciertos
l�mites tolerados.
Parsons ofrece a la homeostasis como ejemplo de equilibrio org�nico,
relativamente estable, mediante procesos continuos que “neutralizan”
las fuentes ex�genas y end�genas de variabilidad.
Cannon acu�� el t�rmino “homeostasis”
aplic�ndolo a los sistemas biol�gicos con el fin
de evitar las connotaciones est�ticas de la palabra equilibrio,
y destacar, al mismo tiempo, las cualidades din�micas,
procesales y de mantenimiento del potencial de los sistemas fisiol�gicos,
b�sicamente inestables.
Pero al tratar el sistema sociocultural,
saltamos a un nuevo nivel sist�mico, necesitamos un concepto
que refleje no s�lo el grado de mantenimiento de la estructura
sino tambi�n de la elaboraci�n estructural y
el rasgo cambiante de un sistema intr�nsicamente
inestable. Es decir, un concepto de morfog�nesis.
La idea de “estado constante” utilizada ahora con
frecuencia, se aproxima a esa concepci�n, o la permite,
si se entiende que el “estado” que tiende a permanecer
constante no debe ser identificado con la estructura particular
del sistema. Es decir, para mantener un estado constante
es posible que el sistema deba modificar la estructura particular
del sistema.
C.A. Mace reconoce esta distinci�n y propone
dos ampliaciones del concepto de homeostasis:
Una primera: incluir�a el
caso en el cual lo que se mantiene o restaura no es tanto un estado
interno del organismo sino alguna relaci�n
del organismo con su medio. Fen�meno de adaptaci�n
y de ajuste.
Segunda ampliaci�n: incluir�a
el caso en que el objetivo o la norma es cierto estado o relaci�n,
nunca experimentados anteriormente por el organismo.
Los funcionalistas recurren a la analog�a organ�smica,
y ello los conduce a hacer hincapi� en los aspectos mas
estables del sistema social, sobredeterminarlos, y m�s
fundamentados normativamente, a expensas de otros aspectos de
pareja importancia, prescindiendo de los cuales se vuelve imposible
el an�lisis din�mico. Esto responde, en apariencia,
a la b�squeda del equivalente social de la estructura relativamente
fija que el organismo posee, en relaci�n con la cual los
funcionalistas biol�gicos pueden estimar la normalidad
y la anormalidad, la salud y la enfermedad y buscar los mecanismos
de mantenimiento autom�ticos y homeost�ticos. As�
para el parsoniano, el sistema social es casi sin�nimo
de la parte dominante e institucionalizada de la estructura social.
Se apela a una estructura estable como punto de referencia del
cambio, pero, a su vez, ella se convierte en la estructura del
sistema y se la define en cuanto “pautas institucionales
de cultura normativa
El modelo procesal:
Predominante en la sociolog�a norteamericana de principios
del XX, destacan W Small, GH Mead, R.E Park y E.W.Burgu�ss,
apoy�ndose en soci�logos alemanes tales como Simmel
y Von Wiese.
En esencia, la forma t�pica del modelo procesal concibe
a la sociedad como una interacci�n compleja, multifac�tica
y flu�da, de muy variables grados e intensidades de asociaci�n
y disociaci�n. La estructura es una
construcci�n abstracta; no es diferenciable del
proceso interactivo en desarrollo, sino que constituye, m�s
bien, una representaci�n temporaria y acomodaticia de �ste
en un momento dado. Estas consideraciones llevan a una idea fundamental
: los sistemas socioculturales son intr�nsicamente elaboradores
de su estructura y cambiantes; para algunos los vocablos “proceso”
y “cambio” son sin�nimos. El an�lisis
procesal concentra la atenci�n en los actos y en las interacciones
de los elementos integrantes de un sistema en desarrollo, de modo
que diversos grados de estructuraci�n de estos surgen,
persisten, se disuelven o cambian.
En esta perspectiva los primeros nombres que aparecen son los
de Marx y Engels, cuya concepci�n de la historia se remite
a un proceso dial�ctico, en virtud del cual aparecen nuevas
estructuras a partir de condiciones inmanentes en las anteriores.
Albio W. Small -importante precursor de la sociolog�a
norteamericana- estaba profundamente influenciado por el concepto
procesal de Marx. La importancia que atribu�a al proceso
social hizo que el papel de los intereses, sus conflictos
y sus adaptaciones, fuesen las claves de una sociolog�a
verdaderamente din�mica.
A principios de siglo, Small sosten�a que “las l�neas
principales del progreso metodol�gico en sociolog�a
est�n determinadas por el gradual desplazamiento del trabajo
cognoscitivo que abandona la representaci�n anal�gica
para entregarse al an�lisis real de los procesos sociales”
Y tambi�n que “La experiencia humana crea un proceso
de asociaci�n…la asociaci�n deviene en procesos
acelerados de diferenciaci�n o de permuta de intereses
dentro del individuo, y de contacto entre los individuos y grupos
en que aquellos se combinan. Como elemento incidental de esta
persecuci�n de prop�sitos y del proceso de adaptaci�n
interpersonal resultante de aquella, los individuos entran en
relaciones estructurales mutuas mas o menos persistentes, denominadas
generalmente instituciones y en ciertas orientaciones mas o menos
permanentes de esfuerzo, a las que podr�amos llamar funciones
sociales. Ambas son producto del proceso de asociaci�n,
pero no bien pasan del estado de fluidez a una condici�n
relativamente estable, se convierten a su vez en causas de etapas
posteriores del proceso de asociaci�n”
En su obra Social Process, Cooley concentr� su atenci�n
en el “proceso provisorio” que implicaba como agentes
din�micos a la energ�a y el crecimiento, y en el
cual el desarrollo selectivo se movilizaba por la interacci�n
de tendencias activas y de las condiciones circundantes.
Sostuvo Cooley que para el proceso social la expresi�n
crece lo que funciona, es m�s apropiada que la de
selecci�n natural o supervivencia del mas apto,
pues “no nos induce tan f�cilmente a apoyarnos en
concepciones mec�nicas o biol�gicas”
R.E.Park mantuvo en primer plano la idea de procesos al analizar
las formas de interacci�n o los fundamentos de la ecolog�a
social. En lugar del concepto de “el proceso social”
Park desarroll� mas inductivamente su clasificaci�n
(o continuo) de los numerosos procesos sociales que se manifiestan
en la sociedad. “El mundo de la vida esta colmado de lucha,
y de las consiguientes acomodaciones y equilibrios temporarios.
El equilibrio social expresa en s� mismo las acomodaciones
temporarias.
En el campo de la antropolog�a Raymond Firth sostiene
que el “estructuralismo” comienza a disiparse. Y en
esta situaci�n “ha venido a reconocerse mas claramente
el valor b�sico del concepto de estructura social como
instrumento heur�stico m�s que como entidad social
fundamental”.
Poco despu�s Nadel explora la hip�tesis de que
el an�lisis estructural no debe ser est�tico y la
estructura social debe ser abordada como una “suma de procesos
en el tiempo”.
Evon Z. Vogt , tambi�n desde el campo de la antropolog�a,
sostiene que ambos conceptos, el de estructura y el de proceso
deben integrarse en un modelo te�rico general. A semejanza
de Nadel , piensa que se concibe falsamente a la estructura como
est�tica y al cambio como algo patol�gico. Ser�a
mejor establecer la primac�a del cambio, concibiendo a
la estructura como el modo en el que la m�vil realidad
se traduce, para el observador, en observaci�n artificial
de un instante.
La sociolog�a y la teor�a
moderna de los sistemas
Walter Buckley (parte 2)
La perspectiva de los sistemas generales:
La teor�a moderna de los sistemas, es la culminaci�n
de un amplio desplazamiento de la perspectiva cient�fica
que, producto de una dial�ctica constante entre las concepciones
de la ciencia f�sica y de la ciencia biol�gica,
nos ha apartado de la preocupaci�n por la sustancia inherente,
las cualidades y las propiedades, para concentrar nuestra atenci�n
en los principios de organizaci�n “per se”,
al margen de la sustancia de lo que se organiza.
Al delinear el desarrollo hist�rico de la teor�a
de la materia, Stphen Toulmin y June Goodfield relatan la larga
historia de la larga lucha por salvar la distancia te�rica
entre la materia org�nica y la materia
inorg�nica.
Un fisi�logo del SXVIII La Mettrie dio un importante paso
adelante con su libro El hombre m�quina, escrito
en 1747. Esboza los audaces lineamientos de una nueva sistema
fisiol�gico: un sistema en cual el concepto fundamental
es el de “organizaci�n”.
El dilema al que se enfrentaba era el de saber si la materia
prima de la naturaleza deb�a ser intr�nsicamente
animada o inanimada. Las consecuencias era claras: ninguna estructura
construida exclusivamente de materia pod�a ser sino bruta,
mec�nica, insensible -la condici�n de los
animales en opini�n de Descartes-. Si tal era el caso,
la idea misma de una m�quina consciente deb�a ser
una contradicci�n “in t�rmini”.
La Mettrie da una respuesta rechazando el supuesto fundamental:
en s� misma la materia no es org�nica
ni inorg�nica, no esta viva ni muerta, no es sensible ni
insensible. La diferencia entre estos estados o cualidades de
las cosas materiales se origina, no en la naturaleza intr�nsica
de su materia prima, sino en la diferencia de organizaci�n
de dichos materiales.
Sin embargo, La Mettrie pudo ofrecer pocas pruebas.
La lucha continu� entre las concepciones mecanicista y
vitalista, con peri�dicos esfuerzos destinados a fusionarlas.
Claude Bernard en el siglo XIX explic� los mecanismos reguladores
de la m�quina animal “sobre la base de principios
que no fueron debidamente explotados hasta llegar a las m�quinas
del siglo XX- los principios de base que sirven para los termostatos,
los controles electr�nicos y los servomec�nicos.
En las �ltima d�cadas del siglo, hombres como Whitehead
apreciaron que no era posible estudiar los problemas cada vez
mas considerables dentro de la “complejidad
organizada” dentro del enfoque de la f�sica
cl�sica.
La respuesta se halla mas bien en el “totalismo org�nico”
de la biolog�a que atribuye debida importancia a; I) a
la explicaci�n “teleol�gica” y 2) a
la utilizaci�n exhaustiva de la clasificaci�n y
la categorizaci�n. (La taxonom�a).
El concepto clave de “complejidad
organizada”-definido como una reuni�n de entidades
interconectadas por una red compleja de relaciones- debe distinguirse
del concepto de “simplicidad organizada”
-un complejo de componente relativamente invariables vinculados
por una secuencia rigurosa o una aditividad lineal, sin circuitos
cerrados en la cadena causal y debe distinguirse tambi�n
del concepto de “complejidad ca�tica”,
un vasto n�mero de componentes que no necesitan identificarse
espec�ficamente y cuyas interacciones pueden describirse
en t�rminos de cantidades o gradientes distribuidos en
forma continua, como en la mec�nica estad�stica.
Rapaport y Horvaht sugieren luego que se necesitaban dos clases
de instrumentos conceptuales para extender los “m�todos
te�ricos sistem�ticos y rigurosos” a la complejidad
organizada de lo totalista. Ambos derivan de los m�todos
teleol�gicos y de la taxonom�a.
A) la antigua teleolog�a adquiere actualidad gracias a
las leyes f�sicas y principios causales que gobiernan la
construcci�n de redes de relaciones causales, incluida
la retroalimentaci�n de circuito cerrado (feedback loops)
que permitieron obtener una definici�n operacional aceptable
de la conducta de persecuci�n de metas sin incurrir en
verdadera teleolog�a.
B) la distinci�n entre las m�quinas con o sin retroalimentaci�n
de circuito cerrado que concurren a la persecuci�n de objetivos,
constituye una distinci�n topol�gica, definible
seg�n la teor�a de los grafes, una rama de la topolog�a
(rama de la matem�ticas que trata espec�ficamente
de la continuidad y de otros conceptos mas generales originados
en ella). As� estudia las propiedades de las figuras con
independencia de su tama�o o forma (las diferentes formas
de una figura dibujada en una superficie el�stica estirada
o comprimida son equivalentes en topolog�a).
Estos dos instrumentos conceptuales interrelacionados -la
cibern�tica y la topolog�a- aparecen por
lo tanto como dos disciplinas que junto a una tercera piedra fundamental
-la teor�a de las decisiones-
ser� la base de la ciencia que se ocupa de la “complejidad
organizada”.
Por lo tanto, el enfoque moderno de los sistemas procura reemplazar
la anterior t�cnica anal�tica, at�mica, propia
de Laplace, con una orientaci�n mas totalista enfocada
hacia el problema de la “organizaci�n compleja”.
El moderno enfoque de los sistemas
presenta para la sociolog�a una particular atractivo porque
promete desarrollar:
a) un vocabulario com�n , unificador de las diversas disciplinas
de la conducta.
b) Una t�cnica del tratamiento de la organizaci�n
amplia y compleja.
c) Un enfoque sint�tico que no tolera el an�lisis
fragmentario, en raz�n de la imposibilidad de tratar, fuera
del concepto total, las complicadas interrelaciones de las partes.
d) Un punto se vista que refleja la esencia de la sociolog�a,
porque concibe al sistema sociocultural con referencia a REDES
de informaci�n y comunicaci�n.
e) Al estudio de las relaciones ANTES que de las “entidades”,
atribuyendo especial importancia al proceso y a las probabilidades
de transici�n en cuanto bases de una estructura flexible,
con muchos grados de libertad.
f) Un estudio definible operacionalmente objetivo y no antropom�rfico
de la intencionalidad, la conducta sist�mica persecutoria
de metas, los procesos cognoscitivos simb�licos, la conciencia
y el autopercatamiento (self-awareness) y la emergencia y la din�mica
socioculturales, en general.
3. SISTEMAS
En este cap�tulo atribuiremos especial importancia a las
diferencias entre los tipos fundamentales de sistemas, especificados
con referencia a:
a) sus disposiciones estructurales y su din�mica
b) los problemas metodol�gicos de an�lisis que cada
uno suscita.
Podemos afirmar que el modelo de sistema que nos interesa
“es un complejo de elementos o componentes, directa o indirectamente
relacionados a una red causal, de modo que cada componente esta
relacionado con varios otros, de modo m�s o menos estable,
en un lapso de tiempo dado”.
Los componentes pueden ser relativamente
simples y estables o complejos y cambiantes; pueden variar s�lo
una o dos propiedades o bien adoptar muchos estados distintos.
Sus interrelaciones pueden ser mutuas
o unidireccionales, lineales, ni lineales o intermitentes y exhibir
distintos grados de eficacia o prioridad causal.
Las clases de relaciones m�s o menos estables de los componentes
que se verifican en un momento dado constituyen la estructura
particular del sistema en ese momento, alcanzando cierto grado
de “totalidad” dotada de cierto grado de continuidad
y de limitaci�n.
Asimismo, centraremos nuestro inter�s en los sistemas dentro
de los cuales se desarrolla constantemente cierto proceso, incluido
un intercambio con un medio situado m�s all� del
l�mite.
Suele admitirse que cuando tratamos el sistema m�s abierto,
provisto de una estructura sumamente flexible, la distinci�n
entre los l�mites y el medio es cada vez m�s arbitraria
y queda subordinada a la intenci�n del observador.
Sistemas y entidades:
A medida que avanzan los estudios, se percibe que no puede formularse
una divisi�n neta entre las cosas que son y las que no
son sistemas. Tendremos mas bien que reconocer ciertos grados
de "sistemidad".
Y si a la vez reconocemos que todas las “sustancias”
o “entidades” estudiadas por las distintas disciplinas
cient�ficas -part�culas nucleares, mol�culas,
sistemas solares, organismos, comunidades ecol�gicas, sociedades-pueden
subsumirse en una definici�n de sistema, nos vemos obligados
a aceptar que existen diversos grados de “entitividad”.
Con referencia a las “sustancias reales” ello no
parece tener mucho sentido pues �c�mo es posible
que pueda haber “grados” de sustancia?
Pero si las sustancias o entidades representan sistemas cuyas
caracter�sticas o propiedades responden a una organizaci�n
particular de sus componentes de nivel inferior, y si admitimos
que hay distintos grados de organizaci�n, el misterio desparece.
Por ejemplo, se destruye una part�cula nuclear y se origina
otra, se destruye un grupo o queda reducido a sus individuos,
se origina otro. Los grupos sociales son entidades tan reales
como las mol�culas, las c�lulas, los organismos,
etc.
El concepto de lo org�nico y del equilibrio mec�nico
cumpli� un papel esencial ya que indujo al cient�fico
social a reconocer plenamente el hecho de que las partes de la
sociedad no son independientes, y de que la sociedad es hasta
cierto punto un conjunto interrelacionado.
El paso adelante que se da despu�s de Spencer es relativo
a la naturaleza particular de esas relaciones. Mientras
que en un organismo son fisiol�gicas,
las relaciones entre las partes de la sociedad son fundamentalmente
ps�quicas, e implican complejos procesos comunicativos
de intercambio de informaci�n. El individuo es
realmente social y la sociedad verdaderamente ps�quica.
(Caf�, Tarde, Cooley, Mead).
As�, ya no se trata de la oposici�n entre individuo
y sociedad. Los individuos no son discretos (separados, distintos),
lo discreto es solamente el organismo f�sico.
El individuo que act�a -la persona
psicol�gica- es en esencia una organizaci�n que
se desarrolla y mantiene s�lo en el intercambio simb�lico
con otras personas, en permanente desarrollo, y por medio de tal
intercambio.
Donald T. Campbell sostiene que desde el punto de vista metodol�gico,
es impropio suponer axiom�ticamente que los grupos sociales
en estudio constituyen entidades o sistemas, Esto �ltimo
constituye mas bien una hip�tesis a investigar.
Dice Campbell: “el proceso natural de conocimiento de que
estamos dotados biol�gicamente, determina hasta cierto
punto que objetos como las piedras y las tazas de t� sean
mas “reales” que los grupos sociales o los neutrinos.
Podemos sugerir dos fuentes de tal sensaci�n: en la mayor�a
de los casos los grupos son menos s�lidos,
tienen l�mites menos definidos, son menos “duros”.
Segundo: nos hemos desarrollado en un ambiente tal que la identificaci�n
de ciertas entidades de magnitud media era a la vez �til
y anat�micamente posible. Producto de este proceso evolutivo
es el maravillosos y eficaz mecanismo de
la visi�n que dentro de una gama limitada de entidades
analiza tan r�pidamente la “entitividad” que
comparada con �l, todos los dem�s procesos inferenciales
parecen indirectos, toscos, e indignos de confianza”.
Sistemas comparados:
Estudiaremos la naturaleza de la organizaci�n que caracteriza
y diferencia a los diversos tipos de sistema:
Las partes del sistema: de simples a complejas.
Sistema mec�nico: la naturaleza
de las partes o componentes posee por lo general una estructura
relativamente sencilla, estable, no afectada de modo apreciable
o permanente por su condici�n de parte del sistema.
Sistemas org�nicos o socioculturales: los componentes
ofrecen una organizaci�n m�s compleja e inestable
(m�s f�cilmente sujeta al cambio producido por peque�as
fuerzas).
Relaciones sist�micas: de los nexos
de energ�a a los nexos de informaci�n:
En diferentes tipos de sistema, la naturaleza de las relaciones
entre los componentes .
Exhibe variaciones importantes en muchas dimensiones.
Sistemas mec�nicos: relaciones
restringidas y que la conducta de los componentes exhiba un reducido
n�mero de grados de libertad. La estructura del sistema
es r�gida. Estamos ante una “sencillez organizada”.
El extremo opuesto “la complejidad
ca�tica” en la que los grados de libertad
de las relaciones de sus componentes son tan numerosos que solo
es posible especificar estad�sticamente los estados del
sistema, y que existe escasa estructura o ninguna en absoluto.
Los sistemas org�nicos y socioculturales son ejemplos de
“complejidad organizada”. Las relaciones entre las
partes cobran mayor flexibilidad; la estructura es m�s
fluida, como consecuencia del proceso, al aumentar el n�mero
de formas alternativas de conducta que se ofrecen a los componentes.
Si bien las relaciones entre los componentes de los sistemas
mec�nicos dependen de consideraciones espaciales y temporales
y de la transmisi�n de energ�a de una componente
a otro, las interrelaciones que caracterizan
a los niveles superiores se apoyan cada vez m�s en la transmisi�n
de informaci�n-principio fundamental del an�lisis
moderno de los sistemas complejos.
Una persona que habla un lenguaje extranjero a su acompa�ante
emite meros ruidos o energ�a vibratoria porque este �ltimo
no encuentra correspondencia entre la variedad estructurada de
la energ�a vocal y el repertorio de sonidos significativos
estructurados. Pero si comprende dicho lenguaje y la informaci�n
transmitida fuese “cuidado con el coche!!” �sta
�nfima proporci�n de energ�a vocal desencadenar�a
una gran cantidad de energ�a en quien act�a como
sistema receptor.
As�, la “informaci�n” en t�rminos
generales, no es una sustancia o entidad concreta, sino mas bien
una “relaci�n” entre conjuntos o agrupamientos
de variedad estructurada.
As� una proporci�n min�scula de energ�a
o materia puede desencadenar selectivamente una gran proporci�n
de actividad o conducta en otros componentes.
En los niveles sist�micos de car�cter ecol�gico,
social y sociocultural, los individuos componentes necesitan establecer
contacto f�sico, al modo de los mec�nicos, s�lo
o principalmente en la uni�n sexual y en el combate cuerpo
a cuerpo.
Por supuesto, las interacciones de sus componentes medidos por
el “desencadenamiento” selectivo de los flujos de
informaci�n son posibles porque: a) los componentes del
sistema est�n a su vez organizados y son relativamente
“sensitivos” y 2) cada una de las conductas alternativas
abiertas a los componentes se han asociado de un modo u otro,
con una de las disposiciones estructurales que incluyen el c�digo
de informaci�n.
Donad Mach ay sostiene que la “incapacidad para estudiar
el proceso de comunicaci�n en un contexto de amplitud tal
que nos permita abarcar, no s�lo el canal y la naturaleza
de las se�ales que fluyen a trav�s de �l,
sino al transmisor y al receptor terminales como sistemas orientados
hacia metas y autoadaptativos. Conceptualiza al organismo como
un sistema dotado de un repertorio de actos b�sicos que,
en diversas combinaciones conforman su conducta.
Un organismo solitario mantiene al d�a su sistema orientador
respondiendo a signos f�sicos del estado del ambiente recibidos
por sus �rganos sensoriales. Denominamos “percepci�n”
a esta actualizaci�n adaptativa. Es posible considerar
la comunicaci�n como una extensi�n de este procesos,
en virtud de la cual OTRO organismo intenta realizar parte del
trabajo de organizaci�n del primero.
De los sistemas cerrados a los abiertos:
Que un sistema sea abierto significa que entra en intercambios
con el ambiente, pero adem�s que ese intercambio es un
factor esencial subyacente en la viabilidad del sistema,
su capacidad reproductiva o continuidad, y su capacidad de transformaci�n.
En los intercambios �ntimos entre el sistema y el ambiente,
el ambiente es tan fundamental como el sistema org�nico.
La respuesta t�pica de los sistemas naturales y cerrados
a la intrusi�n de los hechos ambientales es una p�rdida
de organizaci�n o un cambio en la direcci�n de la
disoluci�n del sistema.
Los sistemas cerrados tienden a acentuar la “entrop�a”,
a decaer.
Los sistemas abiertos son negentr�picos, tienden
a elaborar estructura.
La retroalimentaci�n y los sistemas
intencionales:
Dada la naturaleza abierta, negentr�pica y procesadora
de informaci�n de los sistemas adaptativos complejos, un
principio fundamental que los distingue
de los sistemas f�sicos es el de que aparece con el concepto
de “retroalimentaci�n”, con el cual se define
el principio teleol�gico en t�rminos operacionales
respetables. Se tiende en forma definida a una explicaci�n
con referencia a causas “eficientes” (aquello
que ha producido algo) y no a causas “finales”
(aquello para lo que existe ese algo).
Hoy podemos tratar causalmente el “prop�sito”
o “intenci�n” en el anterior sentido de fuerzas
que act�an en el aqu� y ahora.
Si podemos contruir un modelo de intencionalidad, podemos explicarlo.
En la actualidad el concepto de retroalimentaci�n se ha
vulgarizado y muy a menudo se lo aplica en cualquier interacci�n
rec�proca de variables. Sin embargo, en su car�cter
de principio subyacente en la conducta perseguidora de objetivos
de los sistemas complejos, implica mucho m�s que eso.
Denominaremos circuitos de “seudo-retroalimentaci�n”
a los circuitos causales mas simples, carentes de variables internas.
Denominamos dirigidos hacia metas y no simplemente orientados
hacia metas, a los sistemas controlados por retroalimentaci�n,
ya que su conducta est� dirigida por las desviaciones respecto
del estado mismo de la meta, antes que por cierto mecanismo interno
predeterminado que apunta a ciegas.
Comparemos por ejemplo las m�quinas “pre-cibern�ticas”
con los modernos servomecanismos: en las primeras el proyectista
deb�a prever en lo posible todas las contingencias que
la m�quina afrontar�a en el cumplimiento de su tarea
e incluir en el dise�o caracter�sticas capaces de
contrarrestarlas; en las segundas, la m�quina moderna utiliza
esas contingencias como informaci�n que, suministrada a
la m�quina, la dirige contra ellas.
Kart W. Deutsch opone la idea de retroalimentaci�n en
los sistemas complejos a las ideas de equilibrio u homeostasis.
A juicio de este autor, afirmar que un sistema social est�
en equilibrio implica que:
a) cuando se lo perturba, retorna a un estado particular anterior.
b) La perturbaci�n tiene su origen fuera del sistema.
c) Cuanto mayor sea la perturbaci�n, mayor ser�
la fuerza con la cual es sistema retornar� a su estado
anterior
d) La velocidad de reacci�n del sistema ante la perturbaci�n
tiene menor importancia relativa -una suerte de desacuerdo
o fricci�n que no halla lugar en el equilibrio “ideal”
e) Si bien en el sistema no puede ocurrir una cat�strofe,
una vez perturbado el equilibrio, vcasi nada puede predecirse
acerca del futuro de la sociedad.
Deutsch se�ala que tales teor�as del equilibrio
se basan en el campo , muy limitado por cierto, de la “din�mica
del estado constante” y no resultan apropiadas para el tratamiento
de los hechos transitorios, y la predicci�n de las consecuencias
de los cambios s�bitos.
Pero la teor�a de la retroalimentaci�n no remite
a segundo plano la “fricci�n, sino que por el contrario,
se ocupa espec�ficamente en ciertas circunstancias del
“retraso” y la “ventaja” entre los hechos
que incida. Un “retraso” considerable puede conceptualizarse
como un desv�o tan acentuado respecto de los objetivos
comunes, con anterioridad a la correcci�n realizada por
la retroalimentaci�n, que s�lo una reacci�n
violenta (por ejemplo una revoluci�n) es capaz de devolver
el sistema social a su estado mas viable, orientado hacia metas.
Deutsch desarrolla a�n m�s nuestro concepto de retroalimentaci�n
sugiriendo los tipos de informaci�n necesaria para “timonear”
la sociedad. Para que haya una eficaz “autodirecci�n”,
un sistema sociocultural debe recibir en forma continua un flujo
pleno de tras tipos de informaci�n:
a) informaci�n del mundo exterior
b) informaci�n del pasado con una amplia gama de rememoraci�n
y recombinaci�n.
c) Informaci�n acerca de s� mismo y de sus partes.
Existen tres clases de retroalimentaci�n que utilizan
estos tipos de informaci�n:
a) persecuci�n de metas, vale decir, retroalimentaci�n
de nuevos datos externos en la red sist�mica, cuyos canales
operativos permanecen invariables.
b) aprendizaje o retroalimentaci�n de nuevos datos
externos para la modificaci�n de los propios canales
operativos, es decir, para provocar un cambio de estructuras
del sistema.
c) Conciencia o autopercatamiento, o retroalimentaci�n
de nuevos datos internos por v�a de mensajes secundarios,
mensajes acerca de cambios en el estado de las partes del sistema
mismo.
En s�ntesis, mientras que el concepto de “equilibrio”
se limita a descripciones de estados constantes, el concepto cibern�tico
de retroalimentaci�n se basa en la din�mica plena,
que incluye el cambio de estado como aspecto inherente y necesario
de la operaci�n de sistemas complejos.
Morfostasis y morfog�nesis:
El primer concepto se refiere a aquellos procesos de los intercambios
complejos entre el sistema y el ambiente que tienden a a preservar
o mantener una forma, una organizaci�n o un estado dado
del sistema, en tanto que el segundo (morfog�nesis) se
refiere a los procesos que tienden a elaborar o modificar dichos
rasgos.
Los procesos homeost�ticos en los organismos, y el rito
en los sistemas socioculturales son ejemplos de morfostasis.
La evoluci�n biol�gica, el aprendizaje, y el desarrollo
social son ejemplos de morfog�nesis.
Ya hemos analizado los procesos morfost�ticos al ocuparnos
del equilibrio, la homeostasis y la retroalimentaci�n negativa.
Estos procesos conservadores, compensadores de la desviaci�n,
han sido con frecuencia destacados en la literatura, a expensas
de los procesos estructuradotes y promotores de la desviaci�n,
fundamentales para comprender sistemas de nivel superior, tales
como los socioculturales.
Magoroh Maruyama ha defendido la necesidad de prestar mayor atenci�n
a estos �ltimos. Al concentrarse en los aspectos de las
relaciones causales mutuas que se refieren a la compensaci�n
de la desvici�n, los especialistas en cibern�tica
dejaron un poco de lado aquellos sistemas
en los cuales los efectos causales mutuos aumentan la desviaci�n.
Dichos sistemas son ubicuos: la acumulaci�n de capital
en la industria, la evoluci�n de los organismos vivos,
el ascenso de culturas de diversos tipos, los procesos internacionales
y los procesos denominados de manera vaga como “c�rculos
viciosos” o “inter�s compuesto”: en suma,
todos los procesos de relaciones causales mutuas que ampl�an
un impulso inicial insignificante o accidental, acent�an
la desviaci�n y divergen de la condici�n inicial.
Maruyama ofrece como ejemplo el desarrollo de una ciudad en una
llanura agr�cola. Otros despu�s le imitan y poco
a poco se constituye una nueva ciudad. El secreto del crecimiento
de la ciudad est� en el proceso de las redes de retroalimentaci�n
positiva mutua que ampl�an la desviaci�n, m�s
que en la condici�n o el impulso iniciales. Es este proceso
el que ha generado la estructuraci�n de la ciudad compleja.
Maruyama analiza el desconcierto del bi�logo ante el hecho
de que la masa de informaci�n acumulada en los genes es
demasiado peque�a para especificar en detalle la estructura
posterior del individuo adulto. El enigma se resuelve si comprobamos
que no es necesario que los genes porten toda la informaci�n:
basta que lleven consigo un conjunto de reglas para generar la
informaci�n (el llamado “patr�n de organizaci�n”
de Maturana??).
Servomecanismo: sistema electromec�nico
que se regula a s� mismo al detectar el error o la diferencia
entre su propia actuaci�n real y la deseada.
• la causa material o aquello
de lo que esta hecho algo;
• la causa formal o aquello
que un objeto es;
• la causa eficiente o aquello
que ha producido ese algo;
• y la causa final o aquello
para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede llegar a
ser.
Arist�teles pone el ejemplo de una escultura: si se trata
de una escultura del dios Zeus hecha de bronce por un escultor
con la finalidad de embellecer la ciudad, la causa material es
el bronce, la causa formal el ser el dios Zeus, la causa eficiente
el escultor, y la causa final el motivo de su existencia: embellecer
la ciudad. Podemos dividir las causas en:
• intr�nsecas como la
causa material y la formal, pues estos principios descansan en
el propio ente;
• y extr�nsecas como
la causa eficiente y la final, pues se trata de principios exteriores
al ente.
Sin embargo, en los seres naturales aquello a lo que apuntan o
hacia lo que tienden de forma natural es causa final pero en este
caso intr�nseca (hay que recordar el principio b�sico
de la f�sica aristot�lica seg�n el cual todos
los seres naturales se caracterizan por poseer una finalidad intr�nseca).
Tambi�n se habla de la idea, imagen o boceto que el escultor
tiene en mente cuando realiza la escultura como causa formal;
en este caso dicha causa formal es extr�nseca.
La sociolog�a y la teor�a
moderna de los sistemas
Walter Buckley (parte 3)
4. La Organizaci�n
y su g�nesis
En los cap�tulos anteriores hemos hecho s�lo
referencia ocasional a los sistemas socioculturales. A continuaci�n
desarrollaremos la tesis b�sica de esta obra : que la TGS
es mucho m�s �til que los marcos te�ricos
de equilibrio mec�nico u organ�smocos funcionales
que prevalecen en gran parte del pensamiento actual en la ciencia
social.
Los analizaremos en dos secciones:
a) en primer lugar analizaremos la teor�a abstracta de
la organizaci�n haciendo un an�lisis mas atento
a los conceptos interconectados de informaci�n, organizaci�n,
significado, incertidumbre, selecci�n, constricci�n
y otros por el estilo.
b) Examinaremos modelos conceptuales de la acci�n e interacci�n
social para contribuir a comprender la teor�a de la din�mica
b�sica del proceso morfog�nico sociocultural.
Intentaremos delinear el desarrollo de un modelo del sistema
sociocultural como “sistema adaptativo complejo”.
Este proceso parte del micronivel del acto
y el proceso b�sico de interacci�n simb�lica,
para alcanzar la matriz de interacci�n
mas o menos estabilizada que se denomina
rol y din�mica del rol, y el complejo de
roles que contribuyen a la estructura de las
organizaciones e instituciones.
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