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Un libro se construye poco a poco. Despu�s del sobrecimiento viene el milagro del tabique. La tipograf�a es la
techumbre. La car�tula, su puerta. La substancia, su argumentaci�n. De domicilio de doctrina puede convertirse en
barricada. Gestarlo es lato. El parto, en cambio, veloz. Hoy la criatura ya est� y echa a andar. Reclama paternidad
y la disfruta. Tambi�n dispone de padrinos. De la Rep�blica del M�s All� lo amparan -entre otros- Wilfredo Mayorga,
Jorge Barr�a, Astolfo Tapia, Edgar Oblitas, Hern�n Godoy Urz�a, Tom�s Pablo, Eduardo Frenk, F�lix Garay, V�ctor
Condori, Carlos Ramos Ib��ez... Son los que -como el Cid- libran combates despu�s del deceso a horcajadas de la
obra impresa, de la labor de aula o del ejemplo aleccionador. No es esta una necrolog�a, sino advertencia al
enemigo que la guerra iniciada ayer contin�a hoy. Imposible cante victoria mientras quienes, asumiendo una postura
contestataria, sin temor a la cicuta oficialista, se�alamos un camino distinto, dise�amos interpretaciones
disonantes, promovemos el esp�ritu de Paucarpata mientras otros se nutren de la miasma de Monterrey.
�C�mo no evocar -con motivo del presente texto-a los maestros V�ctor Ra�l Haya de la Torre, Jorge Abelardo Ramos y
Felipe Herrera! Sus ense�anzas iluminan senderos, plasman convicciones y forjan voluntades. Se deja constancia que
somos tributarios del bagaje doctrinal que elaboran. Entre nuestros pares que act�an ahora -entre otros- se alude
en Argentina a Roberto A. Ferrero, Carlos Alberto del Campo, Lizardo S�nchez, Jorge E. Spilimbergo, Adolfo Marengo,
Rolando Mermet, Julio Fern�ndez Baraibar, Alberto Guerberof... En Per� a Sergio Quispe Correa, Percy Caio C�rdova,
Eduardo Anaya Franco, Herbert Mujica. En Bolivia -de modo principal�simo- a Mariano Baptista Gumucio, Andr�s Soliz
Rada y F�lix Pe�aranda Ib��ez. En Chile imposible no referirse a Enrique Zorrilla Concha, Leonardo Jeffs, Isidora
Aguirre, Edgar Perram�n, Waldemar Cort�s y, de modo particular, a Alejandro Dorna, Eugenio Celed�n y Diego
Whitaker. Desde este libro que est� "m�s cerca de la sangre que de la tinta" no s�lo se promueve la armon�a con
Bolivia, sino tambi�n se protesta por la afrenta que nuestro Ej�rcito infiere a Hait�. |
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