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07/01/08 - Libro Negro de Nuestra Educaci�n (Cap�tulo VII)
No Image MAPOTECAS ESCOLARES Se constata la sostenida preocupaci�n por dotar de bibliotecas a los planteles. No se observa, sin embargo, equivalente inquietud por suministrar mapotecas renovadas. Las Ciencias Sociales suelen ense�arse sin el saludable apoyo de las cartas. El Atlas -amen de constituir un desembolso extra- no reemplaza el empleo del mapa para ilustrar la lecci�n. Cuando existen suelen estar obsoletos. Aun es posible encontrar -por ejemplo-aquella proyecci�n en la cual se representa a nuestro pa�s quebrado en tres. Tambi�n, otro de �frica �predescolonizaci�n�. En este, el Continente negro es un mosaico de factor�as de Europa. Aun m�s, los docentes no siempre experimentan la necesidad de documentar su clase con ellos. Son claves, pues facilitan la ubicaci�n espacial del alumno. Menos com�n todav�a es el �nimo de generar como dependencia de la asignatura, la mapoteca, que incluya globos, mapas, pianos, br�julas, esquemas y otros instrumentos indispensables para el aprendizaje. Es persistente el uso de un planisferio -a veces ajado- en el cual aparece Europa c�ntrica, el oc�ano Pacifico discontinuado y nuestro subcontinente marginal. Tal proyecci�n abulta de modo exagerado el hemisferio Norte. El hemisferio Sur, en consecuencia, esta empeque�ecido. N�tese que Groenlandia compite, en superficie, con Suram�rica. Adem�s, de la Ant�rtica -en el mejor de los casos- aparece solo el archipi�lago de las Shetland del Sur. A veces, se omiten hasta las islas de Diego Ram�rez, que ense�amos como la expresi�n m�s austral del Chile suramericano. Con tal cartograf�a, los esfuerzos tendientes a generar conciencia oce�nica y ant�rtica son est�riles. Por el contrario, el alumno �quer�moslo o no � internaliza una sensaci�n de lejan�a. Queda reforzada la noci�n de habitar un �rea perif�rica del planeta. Chile aparenta padecer marginalidad. Como correlato se fortalece la idolatr�a por el Viejo Mundo (Fig. 1). El sentirnos y creernos �el �ltimo rinc�n del globo�, algo as� como �punta de rieles�, es antiguo. Ya Manuel de Salas combati� esa actitud que, en cierto modo, vigoriza el �quiebre de motivaci�n de pertenencia� y el �efecto deslumbramiento�. Ambos fen�menos �se sabe- son factores concomitantes de la crisis de nuestra identidad. Tambi�n, Tancredo Pinochet Le Brun �hace un siglo- en su obra �La conquista de Chile en el siglo XX� exhorta a suprimir la expresi�n �Extremo Oriente� para referirse a Asia. Argumentaba que, para un criollo, ese es Extremo Occidente, pues no contemplamos el mundo desde Londres o Par�s. Se trata de opiniones se�eras que incentivan a favorecer una renovaci�n de la cartograf�a, en particular, la de uso escolar.
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