Primero.-Los cambios climáticos no son
producto de los seres humanos en general, sino del sistema
capitalista vigente, basado en un desarrollo industrial
ilimitado. Hay que acabar con la explotación de
los seres humanos y con el saqueo de los recursos naturales.
El norte debe pagar la deuda ecológica en vez de
que los países del sur le paguen la deuda externa.
Segundo.- La guerra trae ganancias para los imperios,
las transnacionales y un grupo de familias, pero supone
muerte, destrucción
y pobreza para los pueblos. Los millones de dólares
destinados a las guerras deberían ser invertidos en
la tierra, herida por el maltrato y la sobreexplotación.
Tercero.- Alcanzar relaciones de coexistencia y no de sometimiento
entre los países en un mundo sin imperialismo ni colonialismo.
Las relaciones bilaterales y multilaterales son necesarias
porque somos favorables a la cultura del diálogo y de
la convivencia social.
Cuarto.- El agua es un derecho humano y de todos los seres
vivientes del planeta. Se puede vivir sin luz, pero no sin
agua. El agua es la vida. No es posible que haya políticas
que permitan privatizar el agua. Por una convención
internacional del agua para proteger las fuentes como un derecho
humano y evitar su privatización.
Quinto.- Desarrollo de energías limpias y amigables
con la naturaleza, acabar con el derroche de energía.
En 100 años estamos terminando con la energía
fósil creada en millones de años. Evitar que
se promuevan los biocombustibles. No se pueden reservar tierras
para hacer funcionar automóviles de lujo en lugar de
para alimentos del ser humano.
Sexto.- Ningún “experto” o especialista
puede debatir con los dirigentes indígenas sobre el
respeto a la madre Tierra. El movimiento indígena debe
explicar a otros sectores sociales, urbanos y rurales, que
la tierra es nuestra madre.
Séptimo.- Los servicios básicos, como agua, luz,
educación, salud, comunicación y transportes
deben ser considerados como un derecho humano. No pueden ser
un negocio privado porque son un servicio público.
Octavo.- Consumir lo necesario, priorizar lo que producimos
y consumir lo local. Acabar con el consumismo, el derroche
y el lujo. No es entendible que algunas personas solo busquen
el lujo a cambio de que millones se vean privados de una vida
digna. Mientras millones de personas mueren cada año
por hambre, en otras partes del mundo se dedican millones de
dólares a combatir la obesidad.
Noveno.- Promover la diversidad de culturas y economías.
El movimiento indígena, que siempre ha sido excluido,
está apostando por la unidad en la diversidad. Un Estado
plurinacional, donde todos están al interior de ese
Estado, blancos, morenos, negros y rubios.
Décimo.- No es ninguna novedad el vivir bien. Solo se
trata de recuperar la vivencia de nuestros antepasados y acabar
con el modo de pensar que fomenta el egoísmo individualista
y la sed de lucro. Vivir bien no es vivir mejor a costa del
otro. Debemos construir un socialismo comunitario y en armonía
con la Madre Tierra. |